UN hombre tan polifacético como él, sobrino del compositor Juan Crisóstomo Arriaga, teniente de alcalde del Ayuntamiento de Bilbao por el partido de Cánovas (1880-1881), violinista aficionado y escritor costumbrista, tocó el cielo del reconocimiento con una obra singular que ganó tantos adeptos como detractores con una obra singular, el Lexicón etimológico, naturalista y popular del bilbaíno neto que sembró entre sus lectores un conocimiento diferente, algo insólito en según qué ámbitos se leyese.
Para muchos de quienes desconocen la historia les resultará extraño aquella decisión de recopilar en un diccionario una jerga de andar por casa, que en según qué ámbitos fue acogida con malos ojos por quienes veían un exceso nacionalistas. De todo hay en la villa del Señor. Es más interesante quedarse en la anécdota, en la curosidad de algunos térmimos. Chartés. por ejemplo, significa “blusa o prenda ligera que se pone encima del chaleco o de la camisa”; chocholo es una persona fatua y aprensiva o “alguien que chochea y dice simplezas“ (en verdad, mal asunto si te lo llaman siendo de Bilbao...); Facanasai, que viene del término “praka“, que en euskera significa “pantalón“, y “nasai“, que, explica Arriaga, significa “desahogado, flojo, relajado“. Leído en jerogífico la traducción es lógica: “Calzonazos“.
¿Seguimos con el juego de palabras? Birrocho equivale a solterón. Y si se refiere a una mujer, a la que alguien de Bilbao llama “birrocha”, Emiliano de Arriaga apunta que su significado es “soltera vieja”. Vamos, que la expresión “quedarse birrocha” se empleaba para aludir a las bilbainas que, ya entradas en años, no se habían casado. Entiendo que la expresión es de ida y vuelta y tambien sirve para los hombres. No podrá leer a gusto estas líneas quien tenga el estómago larri ni quien, flojeando de entenderas, sea un sinsorgo, es decir un pan sin sal.
Emiliano recuerda en sus escritos que una chirenada no es otra cosa que “una broma, excentricidad y también dislate o expresión sin sentido, pero que, por lo mismo cae en gracia“. y que chorroborrear equivale a “dar a entender, manifestar, exponer alguna idea“, siempre en exceso. En fin, un txorroborro es un parraplas, un lengua larga que no calla.
Arriaga fue capaz de sintetizar la nostalgia burguesa de Bilbao y estampar, en el tapiz de las costumbres, toda una serie de temas de la vida de Bilbao. Elementos de sus narraciones como Txomin Barullo, Don Terencio y Doña Tomasa, o Anatxu y Fracagorri han sido recogidos y revitalizados en las nuevas formas de representación festiva en el Bilbao contemporáneo.
La descripción del Bilbao de los años 50 del siglo XIX es el centro de atención de La pastelería. Novela histórica bilbainesca, una recreación de la vida burguesa de de la villa, donde aún no hirven en la olla las tensiones de las crisis sociales y económicas.