Como un cuento clásico de fantasía y aventura inspirado en el legendario hidalgo protagonista del clásico de la literatura de Miguel de Cervantes: Don Quijote. Así presenta Terry Gilliam El hombre que mató a Don Quijote, un largometraje cuyo estreno pone fin a esa maldición que lleva persiguiendo al director británico estadounidense desde hace veinticinco años. Y es que tras ocho intentos y enfrentarse a problemas de financiación, condiciones climatológicas adversas y cambios en el reparto, William ve cómo tras su estreno en la pasada edición del festival de Cannes, su Quijote al fin cabalga hacia los cines comerciales.

El filme arranca con Toby, un director de anuncios muy cínico que se ve envuelto en los estrafalarios delirios de un viejo zapatero español que se cree el mismo Don Quijote. A lo largo de sus aventuras cómicas, y cada vez más surrealistas, Toby se ve abocado a enfrentarse con las trágicas repercusiones de la película que rodó cuando era un joven idealista, una película que cambió los sueños y esperanzas de un pequeño pueblo español para siempre. ¿Podrá Toby reparar los daños y recuperar su propia humanidad? ¿Podrá Don Quijote sobrevivir a su propia locura y muerte inminente?

Evolución de la historia Pese a la larga espera que ha implicado la producción del proyecto, Terry Gilliam asegura que no está “obsesionado” con el personaje de Cervantes. De hecho, bromeando, asegura: “Lo que me pregunto es por qué él está tan obsesionado conmigo, que no me ha abandonado en 25 años. Me ha acosado y abusado de mí, le he culpado de todos mis problemas”.

Y es que además en este recorrido de más de veinte años la propia historia de la película ha ido cambiando, ya que el propio Gilliam ha ido buscando convencerse de que tenía nuevas ideas y otras formas de hacerla. “Lo cierto es que ahora la historia es mucho mejor que la primera”, desvela.

El actor británico Jonathan Pryce es el encargado de dar vida a Quijote, tras el fallecimiento del actor francés Jean Rochefort, quien en un principio era el protagonista de la película. Una muerte que William reconoce que aún no ha superado: “Pasó mucho tiempo antes de que ni siquiera pudiera empezar a pensar de nuevo en retomar el proyecto”. Una historia que se trata de una versión muy libre de la obra original de Cervantes, asegura entre bromas: “Después de leer el libro me quedé con la esencia, que le jodan al libro, es la única forma de hacerlo”.

Porque el humor es una constante en el cine de Terry Gilliam y de hecho afirma que le preocupa que la gente de ahora ya no ve la ironía y el humor: “Yo si alguna vez pierdo el humor, me pegaría un tiro en la cabeza. Estoy preocupado de que haya menos risas en el mundo estos días, si perdemos el humor sería el fin de la civilización”.

Y de hecho, como última broma, William se declara vencedor en su batalla particular frente a Orson Welles, que no pudo terminar su largometraje -rodado en parte en Navarra, al igual que el de Terry-. “Dije que haría algo que él no pudo acabar”, celebra.