cuando a Fernando Pérez le preguntan por el concepto de Últimos días en la Habana, define a su película como “un pedazo de vida”. Según el director y guionista, este proyecto va más allá del drama, se acerca a algo parecido a un drama alegre. El filme que llega hoy a los cines estatales -tras llevarse tres galardones en el pasado Festival de Málaga, incluido el de mejor película iberoamericana-, está protagonizado por personajes que sobreviven, pero sin perder nunca las ganas de vivir.
Esta vitalidad se refleja también en las calles de la Habana, escenario del largometraje y por cuyas calles se mueve el ritmo cubano, rápido, intrépido, un dinamismo que se pausa en los interiores, como al casa donde Miguel y Álex, los protagonistas de Últimos días en la Habana, conviven.
Miguel, de 45 años, sueña con huir a Nueva York, a la espera de un visado que no llega. Diego sueña con vivir. Postrado por el sida, libera toda su energía desde el camastro del solar en que vive. Álex ayuda a Diego y le da de comer, ambos viven juntos como si fueran la noche y el día. Una galería de sugestivos personajes rodea a la pareja de amigos. Cuando llega una sorpresiva visa, el destino colocará a todos ante una inusitada decisión.
Diego está interpretado por Jorge Martínez, quien asegura que tras realizar las pruebas para el papel, tuvo “mucho miedo a la caricatura”, aunque después comprendió que era un personaje “al que le queda poco, pero quiere darle vida a los demás”. Además, valoró la capacidad de Fernando Pérez para “meterse dentro de la vena de la vena de la sociedad”, en una película donde la Habana aparece tal y como es. “Tenemos miles de problemas, pero los cubanos seguimos bailando”, concluyó el Jorge Martínez.
Hacia ese baile cubano también apunta el director del largo, quien destaca que la película aspira a expresarse con el ritmo contagioso de la guaracha -baile rápido cubano-.
Además, para captar toda esencia y realismo de la Habana, Fernando Pérez apostó por rodar incluso a cámara oculta en algunas escenas que recorrían las calles de la ciudad, acompañado de una fotografía que no resalta ni busca ningún artificio, sino tan solo mostrar las cosas tal y como son.
Las actuaciones también son espontáneas y realistas, de hecho Fernando Pérez se refiere a los protagonistas como actores-personajes, incidiendo en esa naturalidad con la que cada actor se ha sumergido en su papel, hasta hacerlo suyo.
sin miedo “El cine es el que más ahonda en las heridas y el más optimista, y esta Habana que se ve está a dos cuadras de la turística y se muestra sin miedo y sin tapujos”, termina Jorge Martínez. Y, a partir de hoy, Cuba estará al alcance del espectador, esperando en las salas de cine de todo el Estado tras el gran éxito cosechado con tres galardones en el último Festival de Málaga.