gasteiz - Iker Galartza (Amezketa, Gipuzkoa, 1977) no para. La televisión le ha convertido en una cara de sobra conocida por el gran público gracias a programas como Vaya semanita o series como Allí abajo. Aún así, tiene claro que el teatro siempre tiene que estar ahí.

Entre tanto trabajo en la televisión, ¿puede seguir haciendo teatro?

-Menos mal que tenemos el teatro para sentirnos actores (risas). No, en serio. En la televisión trabajo muy a gusto. Requiere de otras cosas y esfuerzos, porque la pequeña pantalla no es tan fácil como alguna gente se piensa. Pero sí es cierto que en el teatro sientes, por así decirlo, un poco más la profesión. Hoy hay quien sólo quiere salir en la televisión, aunque no se sepa cómo, ya sea en una serie o apareciendo en Gran Hermano. De pequeño quería hacer teatro. Y es a lo que juego con mis hijos, a hacer pequeñas obras en casa.

La cultura sufre recortes permanentemente.

-No sé cómo nos pueden apretar de tal manera. Al final, no nos queda otra que intentar trabajar, igual que hace el albañil, el médico o quien sea. Lo único que queremos hacer es lo que nos gusta. No digo que lo que hacemos nosotros sea más importante que lo que puede hacer mi hermana, por ejemplo, que es maestra. La sociedad necesita de todas las aportaciones, también de las que hace la cultura. Si no, vamos a tener una sociedad llena de ignorantes jugadores de PlayStation, con chavales que no quieren leer... y eso te lleva a vivir en una sociedad en la que dejas de soñar, de ilusionarte. Yo conozco a hijos de amigos que tienen ahora 16 y 17 años y que quieren probar esta profesión. Y te da palo decirles lo complicadísimo que lo van a tener. Es que no le puedes decir a alguien que no va a cumplir sus sueños. Yo los estoy cumpliendo. Es una cuestión de pelear contra todo, tener suerte, ponerle mucho empeño... Hoy hay ocasiones en las que te da mucho coraje ver cómo estamos haciendo algunas producciones, sin casi invertir en decorados, vestuarios... pero estamos tirando hacia delante porque, y eso lo tengo muy claro, no nos va a parar nadie.

En su caso, lo cierto es que está en un momento profesional, como mínimo, muy interesante.

-Sí, un momento dulce. Termino una cosa y me sale otra, y tengo capacidad para programar, por así decirlo, mis teatros. De hecho, incluso aunque te vaya muy bien en la televisión o en el cine, nunca dejes de lado el teatro, siempre es bueno tenerlo presente.

¿Todavía le siguen llamando ‘Pruden’, como aquel personaje de Gasteiz al que daba usted vida en la pequeña pantalla?

-¿Alguno? Muchos (Risas). Cuando salió el personaje de Pruden, he tenido años que me han invitado al Día del Blusa, a San Prudencio... Ahí estuve yo con la txaranga en el Buesa el día que el Baskonia le ganó el último partido de la final al Barcelona. Es que nuestro trabajo nos da oportunidades que a veces no te llegas a creer. Pruden era un personaje muy cercano y muy querido. - DEIA