- Pepa Bueno se enfrenta a varios retos en un solo programa: conversar, que no entrevistar, con invitados conocidos por los espectadores pero que van a desnudarse de sus actividades habituales para compartir facetas desconocidas. Hoy, José Coronado y Felipe González se quitarán el disfraz ante una periodista más acostumbrada a la información pura y dura que a las conversaciones relajadas de sofá.

¿Qué supone para usted hacer un formato que se escapa de su día a día informativo y se adentra en el entretenimiento?

-Es un reto, pero es un entretenimiento relativo; tiene que ver con algo que he hecho siempre que es hablar con alguien. Tengo que decir que aporta a mi agenda de invitados gente del mundo de la cultura y de la ciencia, no es muy habitual en mi trayectoria y me parece oxigenante. Probarte en un territorio más desconocido es una expectativa para mí misma.

¿Muy sujeta al guión?

-No. Es una conversación más que una entrevista, es ir por sitios por donde no habías previsto ir y dejarte ir; yo sólo he trabajado en directo, esto no lo es.

Seguro que habrá comparaciones, ¿serán odiosas?

-Son parte de nuestro trabajo, es inevitable. es un programa donde hay dos personas, una siempre es fija; durante tres temporadas la persona fija ha sido Risto Mejide y ahora llega Pepa Bueno.

Muy diferentes, ¿no?

-Radicalmente distintos, así que las comparaciones son inevitables. ¿Odiosas? No, forman parte de este juego. El presentador de este programa imprime tanto carácter, depende tanto el programa de su personalidad..., y la de Risto y la mía nada tienen que ver, que las comparaciones son inevitables.

Las ve inevitables, ¿y molestas?

-No, vivo esa certeza sin ningún dramatismo.

¿Veía usted el programa de Risto?

-Como toda la tele que veo ahora, a la carta. Una de las claves de que lo aceptara y no tuviera demasiadas dudas cuando me lo propusieron es que conocía el formato.

¿Qué le parecía?

-Que tenía una factura impecable y que permite una conversación a fondo en el de la tele, algo que está prácticamente desaparecido.

Se estrena con José Coronado y Felipe González, no está nada mal para empezar.

-Dos hombres con mucho que contar. Mi estilo de entrevista siempre ha sido con objetivos claros y sabiendo de qué quieres hablar. En este programa no es así, es una conversación y deriva por sitios que no te esperas. Te encuentras con asuntos que no habías previsto. No podía empezar mejor, no sabría elegir entre uno y otro invitado.

Bueno, Coronado está impresionante.

-Totalmente de acuerdo, está impresionante y es impresionante. Fue mi primer y me lo puso facilísimo. Es un hombre guapo, sigue siendo una persona muy lúcida y generosa. ¡Qué tío! Es guapo por fuera y por dentro.

Es que los yogures que comía en los anuncios le ayudaron mucho, ¿no cree?

-Ja, ja, ja... A lo mejor, pero también tiene buena materia prima. ¿No te parece?

No tengo ninguna duda. Seamos un poco frívolas, ¿tentaciones de alguna locura?

-Ja, ja, ja. Él ya se encarga solito de hacer esas locuras, no hay que ayudarle con la biografía que tiene.

Felipe González, su segundo ‘Chester’, ¿tiene algo que descubrirnos después de tanto tiempo en el poder?

-Sí, sobre todo del presente. Está muy obsesionado con el presente. Sigue siendo un animal político y te sorprende, me sorprende a mí que le había entrevistado varias veces.

Está usted muy acostumbrada a entrevistar a políticos...

-Es que ésa es mi especialidad.

¿Le resulta difícil desnudarles y llevarles por otros caminos?

-Es otro registro, pero me está dando la impresión de que están encantados de ofrecer otro perfil de sí mismos, un perfil que va más allá de la urgencia cotidiana.

¿Le falta algún invitado en su agenda?

-Aznar. No hay nadie que te apetezca más entrevistar que aquel al que no has entrevistado nunca.

No es un personaje que esté muy dispuesto a hablar con gente de la Cadena SER. ¿Lo ve más fácil para Cuatro?

-No lo sé. Tampoco tuve ocasión de entrevistarle en el tiempo que estuve en Televisión Española. Me encantaría.

¿Entrevista o conversación ‘Chester’?

-Me da igual. Simplemente, hablar con él.

¿‘Viajar con Chester’ es un balón de oxígeno respecto a su trabajo matutino en la radio?

-No le llamaría balón de oxígeno, a mí me gusta mucho la información pura y dura, siempre he dicho que no hay nada que me más que una escaleta en blanco y decidir qué es o no es noticia. Disfruto mucho con el día a día. Chester me permite enriquecer la mirada, estar en otros territorios y en otra actitud. No es un balón de oxígeno porque mi trabajo en la radio no me asfixia, al contrario; la noticia pura y dura me sigue poniendo como cuando tenía veinte años y empecé en Radio Nacional.

Inevitable preguntarle por su anterior casa, TVE. ¿Cómo la ve desde la distancia?

-Es una casa a la que quiero mucho y donde están buena parte de los mejores periodistas audiovisuales de este país. Me da mucha pena que haya perdido audiencia y me da mucha pena lo que cuenta el Consejo de Informativos. La sensación que tienen todos de haber perdido tensión profesional e independencia. Allí me he hecho periodista y allí tengo grandes amigos.

Un año convulso, ¿las elecciones de mayo y de noviembre pueden ser el final de una inacabable telenovela política?

-No lo sé; si los sociólogos y los politólogos dicen que vivimos un momento líquido y que no se atreven a hacer predicciones, yo mucho menos. Que estamos en un momento de cambio, que estamos en un sitio y vamos a otro, es una evidencia. Solo tenemos que tener ojos y oídos para saber que es así.

¿A dónde vamos?

-Eso no está nada claro, es evidente la necesidad de hacer las cosas de otra manera. No sabemos si el fenómeno Podemos y Ciudadanos son capaces de superar a los partidos tradicionales, complementarlos... Está todo por ver.