Durango - Toda una vida enamorado de su Durango natal. A sus 72 años, Javier Sagastizabal es uno de los rostros más conocidos de la villa. Economista de profesión, desde hace años se dedica a recopilar las recetas que se confeccionan en los diferentes monasterios del Estado y ha publicado varios libros sobre cocina y repostería monacal y alojamientos monásticos. Fundador y presidente de la asociación cultural del sacerdote Vicente Zavala, disfruta paseando por los “maravillosos” rincones de la villa.
¿Cómo definiría Durango?
-Para mí es el mejor pueblo que existe. Tiene una serie de atractivos muy importantes: está ubicado en un entorno privilegiado rodeado de montañas y muy bien comunicado tanto con Bilbao como con San Sebastián. Estamos hablando de un lugar muy bueno para vivir.
El orgullo de ser durangarra se le nota por los cuatro costados.
-Cuatro o cinco generaciones por parte de padre y de madre son naturales de Durango y el sentimiento se nota.
¿Qué rincón recomendaría para perderse?
-La plaza de Santa Ana mirando hacia Pinondo. Esta pasión me puede cegar un poco porque soy nacido muy cerca de este enclave, justo enfrente de la Torre de Lariz.
¿Qué es lo que más le gusta de vivir en Durango?
-Las relaciones las tengo establecidas aquí y eso siempre es muy determinante, pero es un lugar muy cómodo porque tenemos todo lo necesario al alcance de la mano. Esto no solo es pasión de durangués porque hay mucha gente que no ha nacido aquí y se decanta por nuestro pueblo.
Rodeado por numerosas montañas, ¿con cuál se queda?
-Para la persona que le gusta la montaña, Durango es el paraíso. Lo bueno es que hay lugares espectaculares que te permiten salir a la mañana a verlos y volver a casa a comer. Aunque he sido más paseante que montañero, para mí los más bonitos son Anboto y Udalaitz.
Recomiende un plan perfecto de fin de semana en Durango.
-Podríamos dedicarle una mañana a ver las iglesias de Santa María y Santa Ana y darnos una vuelta por Tabira. A mediodía, momento perfecto para disfrutar de unos vinos por la parte vieja. Con las pilas cargadas, turno para ver otras zonas más modernas como Madalena o la Avenida, para terminar con un paseo por el bidegorri de Landako pegado al río.
¿Qué conserva el Durango de hoy del que conoció en su infancia?
-El casco viejo está bastante parecido al de hace años. Se han construido algunas casas nuevas, pero mantiene su magia. Como hemos pasado tantas veces por los mismos sitios, parece que no los valoramos, pero tenemos marcos inmejorables.
¿Qué tiene el casco que engatusa a tanta gente?
-El ambiente de cuadrillas que se organiza en todos los cascos viejos es especial. Lo comprobamos cada vez que el Athletic juega un partido y la gente se junta para disfrutarlo en compañía.
En este sentido, ¿qué sería de Durango sin sus txikiteros?
-Esta afición no existía antes de la guerra, así que puede decirse que es relativamente nueva. Ahora está todo mucho más globalizado, pero esta costumbre ha dado mucha sociabilidad y color al pueblo. Yo sigo siendo txikitero, de la vieja guardia. Recuerdo que antes era mucho más barato. Lo que me da pena es que tengo claro que esto no tiene relevo, se terminará acabando, pero tampoco pasa nada.
¿Qué propondría un experto en recetas para alegrarnos el paladar?
-Unos pintxos por el casco viejo. Soy partidario de los de bocado, que no tenga que utilizar tenedor y cuchillo. Tenemos grandes barras y las opciones son numerosas en el municipio.
¿A qué sabe Durango?
-A oportunidades. Las mejoras en el transporte nos van a conectar todavía mejor de lo que estamos y en un futuro próximo serán muchos los que inviertan aquí.
¿Y a qué huele?
-A puerro. La comida más típica de Durango puede ser la porrusalda y tenemos los mejores puerros del mundo. Es un plato maravilloso que permite degustarlo con carne o pescado.
Sumergidos en plenas fiestas de San Fausto, ¿qué recuerdos le traen las fiestas en su juventud?
-Lo bonito de antes era que el ambiente de Sanfaustos se respiraba por todo el pueblo. Ahora todo se centra en el casco viejo y las txosnas. Recuerdo que las fiestas importantes eran las de San Antonio.
¿Un plan para disfrutar en fiestas?
-El toro es algo muy tradicional para el durangués. Madrugar, ver las vaquillas y reponer fuerzas con un buen desayuno es un plan perfecto. A pesar que las fiestas ya no están tan repartidas por todo el pueblo como antes, hay muchas actividades.
Economista y vecino de la villa