Bilbao - Llegó de tierras australes hace más de tres décadas. Vino a buscar nuevas experiencias a Europa, aunque la casualidad quiso que recalara en Mundaka. La ola izquierda y su mujer le cautivaron tanto que años después abrió una tienda referente en el surf vasco y se erigió en impulsor de un deporte entonces poco conocido para los nativos de la anteiglesia costera, pero a la que desde hace algunos lustros da fama mundial.
¿Australiano, mundakarra o australiano-mundakarra?
-Me siento australiano, mis raíces están allí. Pero llevo tantos años aquí que también me siento mundakarra. Hubo un hombre de Mundaka que me bautizó como austrurdaibai, un australiano de Urdaibai. Es una definición acertada.
¿Cómo llegó a Mundaka?
-Vine a Europa a pasar un año sabático tras estar estudiando. Estuve trabajando de socorrista en Cornwall (Inglaterra) y un escocés me contó que existía una ola peligrosa en el País Vasco. Despertó mi interés. Cogí el ferry de Porsmouth a Santander y me planté aquí en septiembre de 1980.
¿Entonces comienza su idilio con la ola izquierda?
-Estuvimos seis semanas. Yo quería surfear pero pasé más tiempo bajo el agua que encima. Después de aprender a manejarme en olas fuertes, decidí venir antes de volver a casa. Mi idea era terminar los estudios allí... y en ello sigo (ríe).
Le costó volver a Australia.
-Fui aplazando la vuelta y me quedé sin billete de regreso. Estaba con 11.000 pesetas en un piso de Mundaka buscándome la vida. Poco después, mi hermano me planteó compartir su tienda de surf en Australia, fui allí dos meses y me di cuenta de que era un asunto que se podría traer aquí.
¿Cómo era el ambiente surfero de entonces?
-Había restos de las tablas que dejaban los viajeros, llegaban algunos neoprenos de Francia... pero todo era de segunda mano.
¿Así arrancó con su tienda?
-El primer puesto estuvo en el puerto. Había un par de tablas de segunda mano y poco más. Mucha gente compró allí su primera tabla.
¿Cómo era la convivencia entre surfistas y arrantzales entonces?
-En los años ochenta venían todo tipo de personajes a surfear, pero Mundaka siempre ha aceptado a la gente que se adapta al pueblo.
Y ahora resulta imposible no ver alguna tabla por el pueblo...
-Es verdad. Manejamos la misma cantidad de chavales que en los últimos años en nuestra escuela. El surf tiene mucha afición, aunque con una diferencia: ahora hay más niñas. Hay cursillos en los que el 80% son chicas. Aprenden rápido y son buenas.
Su rincón favorito será la ola...
-La ola, por supuesto. Pero para más tranquilidad prefiero ir a Izaro, bien sea con la calma chicha en el barco o a surfear cuando hay olas grandes.
¿Y cuál es la mejor época?
-Depende mucho de las condiciones del mar. Pero a mí me gusta la primavera, cuando no hay mucha gente en el pico y se encadenan muchos días con buenas jornadas de olas fuertes. Además, hay más olas para los que estamos aquí. Aun así, el invierno ha sido espectacular este año.
Y después de varias horas en el agua, ¿qué le gusta hacer?
-Tomar una cerveza y un pintxo en el puerto. No hay nada más refrescante, y para los surfistas es como una tradición. Hubo noches en las que hacíamos un corro de surfistas en el chiringuito de la Talaia y hablábamos de cómo le había ido a cada uno. Eso es muy relajante.
El pueblo es conocido internacionalmente por su ola. Aun así, ¿qué otros alicientes tiene?
-Mundaka tiene mucho para descubrir, porque el entorno lo hace especial. Urdaibai y toda la costa, la gastronomía, la zona del camping de Portuondo, restaurantes, pueblos cercanos, paseos por la naturaleza, barcos, el ferry... hay muchas cosas que hacer. Tiene más alicientes que una ola de talla mundial.
¿Cuándo montará una embajada australiana en Mundaka?
-Hace años pensé en ser como una especie de cónsul... Era simplemente una idea mía por ser como una referencia para los australianos, que vienen muchos a esta zona. No pudo ser. Aunque también me he encontrado en Australia a un hombre de Errigoitia que vivió muchos años en Mundaka. Su madre fue la primera médico de aquí. Eso demuestra que el mundo es muy pequeño.
Un mundo globalizado pero que conoce nuestra ola.
-Suelo entrar en tiendas de surf de sitios lejanos, para fisgonear. Y una vez llevaba una camiseta de Mundaka. Y justo en ese momento, el que atendía estaba viendo un vídeo de nuestra ola. Al verme me dijo que si era de Mundaka. ¡Le contesté que sí, que ese que salía en la ola era yo!
¿Cuándo volveremos a ver una prueba del mundial de surf?
-Está complicado, ni las olas acompañaban ni el tema económico ayuda ahora. Aun así el Billabong Pro fue importante para expandir el nombre de Mundaka, fue una baza para la economía de la zona y de Euskadi. Arrastraba a mucha gente.
Mundaka surf shop