Director: Edgar Wright. Guionistas: Edgar Wright y Simon Pegg. Reparto: Simon Pegg, Nick Frost, Paddy Considine, Martin Freeman, Eddie Marsan.

Una historia fácilmente identificable es el punto de partida de Bienvenidos al fin del mundo. Una noche de juerga no especialmente brillante pero lo suficientemente imparable para ocupar durante años el gran vertedero del cerebro. El protagonista no parece olvidar aquella inolvidable juerga y sueña con visitar los bares o pubs que se remontan a 1990. La misión no es algo desdeñable: la friolera cifra de 12 pintas (tamaño canónico) en una noche de poteo acelerado y nostálgico entre amigos. Ese es el punto de arranque de una película que tiene dos partes muy diferenciadas. La primera forja el carácter canallesco y manipulador del personaje principal, que sueña con reencontrarse con sus colegas después de una separación fulminante.

Es curioso cómo plantea el director el relato de ese recuerdo: lo fulmina en un agitado flash-back nada más empezar la película. Sinceramente, ese relato no parece especialmente irrepetible pero, como iremos viendo, tiene sus peculiaridades. No solo viaja al pasado la cuadrilla de amigos, sino el propio espectador.

El filme ya se proyectó en el Festival de Cine de Terror de Donostia y ganó el Premio del Público; sobre todo por esa segunda parte, más delirante, catatónica, surrealista. No estamos hablando de una versión británica de Resacón. El pueblo, Newton Haven, tampoco es Las Vegas (en realidad es un nombre ficticio). Muchos de los doce pubes están localizados en Letchworth Garden City, con nombres tan sonoros como narrativamente relevantes (tienen una relación directa con la progresión de los acontecimientos): The First Post (El primer correo); The Cross Hands (Las manos cruzadas); The Hole in the Wall (El agujero en la pared)?

Viejos conocidos El director y guionista Edgar Wright, el actor y guionista Simon Pegg y el actor Nick Frost ya conocen el éxito gracias a títulos como Zombies Party (Una noche de muerte) y Hot Fuzz (Arma fatal). Esta vez, les ha salido una especie de "ciencia ficción social británica", algo estirado y muy british, que se corrompe mediante un giro más alocado y relativamente flemático, aunque poco a poco consigue despertarse de su letargo.

Bienvenidos al fin del mundo es una película que se enfrenta a su propia estructura: a personajes encorsetados liberados y oxigenados. La forma de liberarlos, con sorprendente inteligencia, hace que la película gane enteros y resulte lo suficientemente estimulante. A partir del giro que lo trastoca todo, surge una nueva propuesta loca dinamitada por los recuerdos y los nuevos habitantes del pueblo. Es posible que le falte afilar un poco más el sentido del humor para que los personajes no se mantengan aún algo desfondados. Aun así, es una película a la que merece la pena otorgarle un poco de paciencia para sentir parte de su vértigo.

La banda sonora escogida por el actor protagonista recuerda a muchos éxitos pop entre 1989 y 1993, como Suede o Kylie Minogue, que penetran bien en la mirada nostálgica de los 90. El director animó a los protagonistas a que estuvieran con los jóvenes intérpretes para que todos formaran parte de la misma fiesta, relativamente enrevesada y dinámica, pero que gustará a aquellos espectadores que buscan giros bizarros.

Las mujeres tienen un papel secundario (el 90% de los personajes son hombres, aunque ellas tienen una función más simbólica). Al actor Martin Freeman, pronto le veremos en la siguiente entrega de El hobbit: La desolación de Smaug, y en invierno de 2014 en El hobbit: Partida y regreso.

Ahora, un dato realista y sano. En las numerosas escenas etílicas, los actores bebieron un brebaje no alcohólico: una mezcla a base de gaseosa, un toque de limonada y "alguna otra cosa".