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"Yes, we can"

"Yes, we can"Foto: deia

Dirección. Lee Daniels. Guión. Danny Strong. Reparto. Forest Whitaker, Oprah Winfrey, Mariah Carey, John Cusack, Jane Fonda, Cuba Gooding, Jr., Terrence Howard, Elijah Kelley, Minka Kelly, Lenny Kravitz, James Marsden, Alex Pettyfer, Vanessa Redgrave y Robin Williams.

Merece la pena fijarse en los títulos de crédito de El mayordomo, la película que tan buena recepción ha tenido en Estados Unidos. Es muy llamativa la cantidad de productores que dan el sí a esta producción que ha hecho de la acumulación y la concentración su rasgo de identidad. Tiene una media sobresaliente de productores (más de lo habitual) y cada uno ha tirado por lo suyo hasta soñar con un producto oscarizable (más por intento que por mérito). Destacan los hermanos Weinstein, con un currículo notable en el imperio de los Oscar. Desde 2001, han cosechado 150 nominaciones y han recogido 31 galardones: El discurso del rey, The Artist...

Sin embargo, es Lee Daniels el responsable último de esta producción que pone la máxima focalización en un encuentro: entre el mayordomo negro de la Casa Blanca y Obama (un encuentro carente de imagen). El mayordomo que sirvió a muchos de los mandatarios de Estados Unidos es un enlace entre el pasado y el futuro. Metáfora de un destino que, gracias al Premio Nobel de la Paz, convocado a través de los famosos carteles (Yes, we can) emerge con fuerza. Un destino que apaga con los fantasmas del pasado y de la esclavitud. Y pone un punto y seguido en la herida de tantos años de confrontación. El problema es que el guión parece de un telefilme (puro subrayado).

Es loable el sentido didáctico del sr. Daniels al querer acaparar toda la historiografía del siglo XX (los Kennedy, los Ford, los Reagan?) y resumirlo en 132 minutos de simplificación extrema. Daniels, autor de Precious, aquella película que conjugaba cierta pornografía sentimental de una joven desvalida, no se caracteriza por la sutileza, sino por la acumulación de unos extremos que él caracteriza con brocha gorda.

Habrán leído que Forest Whitaker está incombustible y que va rumbo a los Oscar. No será por un guión que formalice un personaje de altura: el guión deposita en el protagonista todo el peso de los designios del pasado y del presente-futuro. La película retrata la victoria de Obama como el triunfo de la civilización sobre la barbarie y realiza una reflexión acerca de la lectura del pasado en un país como Estados Unidos, que tiende a mirar al futuro. Loable misión didáctica si no fuera por su disolución en el terreno de la ficción. Disolución o agotamiento: elijan la opción que quieran.

Daniels tiende a recubrir y resquebrajar las emociones sin contención. Recuerden El chico del periódico (ambientación interesante y una intensificación dramática). Lo primario es llegar a la esencia, no tanto explorar lo extremo. Y Daniels se pierde con ese material, que insólitamente acompaña de amigos como Lenny Kravitz o Mariah Carey. El comienzo de la película da pistas sobre lo que nos espera cuando vemos fugazmente a la Carey; una acumulación de incidentes hasta el final esperado (el destino depurado): la llegada de Obama. Pura justicia poética.

Especial atención merece la actriz Oprah Winfrey, que debutó como actriz en 1985 a las órdenes de Steven Spielberg en El color púrpura. Un año después se consagró en la televisión de Chicago, la ciudad adoptiva de Obama. La famosa presentadora se reserva un papel para probarse en el drama: una caracterización (volvemos a la misma idea) del exceso o el agotamiento.

Caníbal (se estrena hoy) es un ejemplo contrario: el de la contención. Un sastre caníbal escenificado en la ciudad de Granada. Un filme que busca llegar a la esencia (otra cosa es si la mirada antropológica de la carne y la religión sea un canto de sirena). Ambas películas buscan llegar a un destino: al destino de un país (y al punto de partida) o a la esencia de una soledad (Caníbal).