Aunque sus casuales avistamientos entran en el capítulo de los sucesos marítimos, las esquivas ballenas siempre han estado presentes en el Cantábrico. Testigo de ello son los escudos de armas de varias localidades marineras de Euskadi que tomaron prestada la imagen de un mamífero marino cuya excesiva caza terminó por alejarlos cada vez más de la costa vasca. Y, sin embargo, dos cetáceos de diferentes familias han vuelto a ser noticia estos días. Avistados a pocos metros de distancia en Urdaibai, un rorcual apareció muerto en Elantxobe mientras una pariente cercana -una yubarta- acompañó días antes durante varios minutos de travesía a unos sorprendidos piragüistas en Ogoño. La historia de ambos es la de unos encuentros inesperados.
El primer encuentro sucedió el pasado 17 de marzo sobre las 12.45 del mediodía cuando, al abrigo del peñón de Ogoño once piragüistas llegados de diferentes puntos del Estado que estaban realizando unas prácticas para obtener el título de guía de kayak de mar, se encontraron con un espontáneo compañero de travesía. Una grandísima mancha bajo el agua producida por una ballena de alrededor de diez metros salió a su paso. Y su fascinación ante aquellos impactantes momentos, pese a que han pasado casi dos semanas desde el fortuito encuentro, no ha mermado todavía. Es más, los kayakistas aseguran que "nunca" olvidarán su corto -en el tiempo- pero intenso -en las emociones- viaje con el cetáceo.
La lekeitiarra Ainhoa Rementeria fue una de las afortunadas que pudo navegar con la yubarta. Es más, su distintiva cola salió del agua muy cerca de su piragua. Y todavía recuerda con viveza que en su armónico nado por las aguas de Ogoño, el cetáceo "no levantó ni siquiera una pequeña ola". "Íbamos en dirección hacia Ea desde Laga, y el cetáceo parecía ir hacia Matxitxako", relata. Tras unas pequeñas maniobras de acercamiento repletas de curiosidad por ambos bandos, merodeó en varias ocasiones al grupo. Pero fue posteriormente cuando se mostró en toda su grandiosidad. La calma se hizo silencio en esos momentos.
"Enseñó la cola, las aletas, el lomo… fue una auténtica pasada, un instante mágico. Parecía que estaba jugando con nosotros", relata la componente del club Dzanga de la localidad costera sobre aquellos mágicos instantes que compartió con sus compañeros, dos de ellos vascos. Durante sus muchas horas de travesías por la costa vasca, Rementeria nunca se ha encontrado con ningún cetáceo de estas características. "Fue una experiencia inolvidable", concluye.
Rementeria pudo llegar a sacar la cámara y obtener una única imagen. Pero otro de los presentes en el curso de kayak, el madrileño Jorge López Suárez, pudo grabar al cetáceo bajo las aguas. La filmación, de apenas dos minutos de duración pero gran belleza, fue colgada posteriormente en el blog de este avezado piragüista -oceanosdelibertad.blogs-pot.com.es- y en Youtube.
Una yubarta Pero la fascinación por el momento vivido en Ogoño se tornó en tristeza ayer tras saber que, el martes, un cetáceo aparecía muerto, y ni siquiera a una milla de donde mantuvieron el encuentro con "su ballena". Ainhoa Rementeria y sus compañeros pensaron, instintivamente, que el principal protagonista de su casual encuentro marítimo había fallecido. Sin embargo, las imágenes del malogrado mamífero marino de Elantxobe les sacaron de dudas: era un rorcual norteño. Y ellos tuvieron a una yubarta o ballena jorobada como compañera de travesía piragüística en Urdaibai.
Y es que la segunda ballena aparecida en aguas de Urdaibai, concretamente en la zona rocosa de Lapatza en Elantxobe, fue un rorcual norteño hembra de 14,2 metros de largo y 20 toneladas de peso. Así lo atestiguaron desde la sociedad de estudios de fauna marina, Ambar. Posiblemente fallecida en alta mar, las corrientes arrastraron al animal en evidente estado de descomposición. "No es recomendable acercarse, no solo por el olor que desprende, sino porque desprende grasa y eso hace que las rocas estén aún más resbaladizas", evidenciaron desde la agrupación.
Tras el hallazgo, ahora llega el momento de la retirada del rorcual norteño, una especie poco común en el mar Cantábrico. Será una tarea "muy compleja" porque "hay mucha roca de por medio para llegar por tierra y lo mismo ocurre si se trata de alcanzarla por mar", señalaron fuentes de Ambar. Su vicepresidente, Enrique Franco, indicó que actualmente "se está evaluando qué hacer, porque se podría sacar de esa zona rocosa pero también dejarlo hasta que se descomponga; o incluso incinerarlo allí mismo". La solución ideal sería poder recuperar su esqueleto, si bien aún desconocen qué harán.