Bilbao. Iban Garate está deseando que llegue el lunes y despegue su show en ETB-1. Se siente arropado por sus compañeros de plató, por la cadena y por la productora K2000. Ai Ama! quiere ser un referente de ocio euskaldun y una alternativa a los informativos que emiten todas las cadenas a las nueve de la noche.

¿Le sorprendió que le ofrecieran hacer un programa en ETB-1?

Sorprenderme no. Al fin y al cabo, yo empecé a trabajar a los quince años en Euskal Telebista como actor de Goenkale. He hecho bastantes programas de presentador. He crecido en esta televisión, llevo catorce años trabajando en esta casa. Me agrada que confíen en mí para hacer un directo con el compromiso y el reto que ello supone, y que ese directo sea diario.

¿Un proyecto muy laborioso?

Aunque sea un programa de media hora, cuesta mucho trabajo. Para mí es una oportunidad, es un formato que me gusta. Nos vamos a divertir todos, tanto los que trabajamos en el programa como aquellos a los que va destinado el espacio.

¿No le asusta hacer un programa diario y en directo?

Yo me considero un comunicador y más que asustar sabes que es un reto y lo tienes que afrontar. Le tienes respeto, sobre todo al directo porque nunca sabes qué puede pasar o por dónde puede ir el programa. En Betizu hice doscientos programas en directo cuando tenía veinte años. Es algo que conozco.

¿Le gusta el riesgo?

No es eso, no hay que tenerle miedo a la sorpresa o a que algo vaya peor de lo que uno se espera. Creo que en televisión se perdonan las cosas. Hemos enseñado tanto las tripas de la televisión que incluso se perdona que algo vaya mal. Nuestro objetivo es todo lo pretencioso que se quiera en el sentido de que queremos ser un referente en entretenimiento para los espectadores euskaldunes. Mi responsabilidad es esa, no me asusta que sea en directo y no me quita el sueño. Creo que la tele es algo fresco, algo que hay que hacer rápido, que se hace a diario y que se consume rápido. Lo que gusta permanece y lo que no, desaparece.

Empezó a los quince años. Era usted muy joven para ponerse a trabajar, ¿no cree?

Si hoy en día alguien me dijera que fuera a hacer un casting en televisión, yo diría que no por mi forma de ser.

¿Por su forma de ser?

Sí, aunque la gente crea que los que trabajamos en televisión somos extrovertidos, yo no lo soy; al contrario, soy un tío bastante tímido. Yo iba encaminado a hacer Economía o Dirección y Administración de Empresas en Deusto y de hecho hice dos años en la Comercial. Me engancharon para Betizu y decidí cambiar de carrera, dejar los número y pasarme a Comunicación en Pamplona... Me he perdido y no sé lo que me has preguntado.

Que empezó muy pronto como actor...

Sí, lo he vivido como algo natural. Me ha venido así y es algo que me gusta realmente. Pero aquellos que no son comunicadores vocacionales en este país lo tienen difícil. Esta profesión es muy inestable. Muchos de nosotros, si no fuera por vocación, lo dejaríamos enseguida. Sigo en esto y tengo suerte, al menos de momento.

¿Qué le llevó a presentarse a un casting de 'Goenkale'?

Estaba en un grupo de teatro en la ikastola Xabier Munibe de Azkoitia -yo soy de Azkoitia-, desde los trece años. Gente del grupo se apuntó y yo también por no quedarme atrás. Mi profesora fue Idoia Uranga, que después trabajo en Goenkale y ha sido directora de actores de Vaya Semanita hasta hace poco.

¿Esperaba que le cogieran?

No, fue una sorpresa para mí. Buscaban un perfil que yo no tenía. Un chaval de diecisiete años, un poco hecho, que pudiera fumar, querían al malote...

¿Y empezó a fumar?

Yo tenía quince años, una voz de pito que asustaba, ni fumaba ni tenía intención de fumar. Fue toda una sorpresa para mí. Ese fue el desencadenante para que esté hoy aquí. Es algo que me gusta, he aprendido mucho y pretendo vivir de esto.

¿En su casa no le dijeron que como titiritero no iba a tener un futuro muy estable?

Ja, ja, ja... Realmente no. A los dieciocho y a los veinte estaba convencido de que iba a terminar Administración y Dirección de Empresas. Sabía que lo quería hacer en Deusto y estaba muy preocupado por mis notas, necesitaba una buena nota para ir a Bilbao a estudiar, mi primera prioridad era esa. Hasta los veinte fue así. Luego las cosas cambiaron.

¿Entendieron el cambio en su casa?

Yo creo que entendieron muy bien que había otra forma de hacer las cosas y de dedicarme a otra cosa. Asumieron que en lugar de ser un administrativo de Iberdrola, por poner un ejemplo, iba a ser una de las caras de Euskal Telebista. Nunca me dijeron que no lo hiciera, siempre han confiado en mí y me han controlado muy bien.

¿Controlado?

Sí, porque entrar a los quince años en televisión tiene cierto punto de riesgo y podía haber sido un caramelo envenenado. En ese sentido, mis aitas me han cuidado muy bien y posiblemente les deba mucho a ellos. Nunca he perdido el contacto ni con Azkoitia, ni con mis amigos, mantengo mi look de siempre y en ese sentido ellos me han apoyado. Nunca me han dicho que me quitara una idea de la cabeza porque no se puede vivir de ella. Han visto que es algo que me gusta y yo sigo peleando por ello.

¿Qué le gusta más, presentar o interpretar?

No te sabría decir. Al final soy un comunicador: he hecho películas, he hecho series y he presentado programas. También me ha tocado ser productor de documentales. Todo esto es comunicar. Te dedicas a muchas cosas distintas dentro de este mundo.

¿Toca muchos palos?

Dedicarte a muchas cosas distintas es por necesidad, no hay una industria tan potente en Euskadi como para que te puedas especializar en una sola cosa. Es algo que yo asumo. Además, asumirlo me ayuda a conocer la profesión por dentro en distintos papeles de lo que es este mundo.

¿Ganar dinero con quince años es una golosina y también un peligro?

Sí. Siempre he guardado ese dinero, nadie me lo ha pedido; afortunadamente, a mis aitas no les hacía falta, han trabajado los dos. Es un dinero que ha estado en la cuenta corriente y que ha ido engordando porque nunca he tenido gastos hasta que he decidido hacer mi vida. El dinero nunca ha sido un problema.