DONOSTIA. No hay más que echar un vistazo a las calles y contemplar la gran cantidad de personas que lucen uno de estos singulares tocados, que además de aportarles elegancia y estilo, les ayuda a desafiar las altas temperaturas que la estación del verano trae consigo, aunque este año, más bien, los sombreros se utilizan para protegerse de la lluvia. El rasgo fundamental que hace de cada uno una prenda exclusiva es precisamente su inexistente caducidad en el tiempo, por lo que sus usuarios ven en él el accesorio perfecto para sentirse únicos.

Cierto es que el mercado del sombrero también ha tenido sus altibajos, no tanto como consecuencia de la crisis, sino por diversos factores. Isabel Gaztelumendi, propietaria de la sombrerería Après la pluie, en la calle Etxaide de Donostia, aclara que el declive de esta prenda tuvo lugar a causa de agentes tanto culturales como de moda a los que ella denomina "problemas sociales". El sombrero sufrió una grave decadencia tras la Segunda Guerra Mundial y, más concretamente en el caso español, tras la Guerra Civil.

Gaztelumendi explica que anteriormente las mujeres debían cubrirse y el sombrero se concebía como una prenda idónea para hacerlo efectivo. Sin embargo, tras el periodo más duro de la dictadura y de la mano de la evolución del rol de la mujer, ésta "se soltó la melena" (de ahí viene el dicho). Asimismo ésta fue una época idónea para los peluqueros que aprovecharon la oportunidad, para hacer del cabello de la mujer verdaderas obras de arte con sus peinados. Por lo tanto, la mujer dejó de utilizar el sombrero para lucir, en este caso, recogidos nunca vistos hasta la fecha.

Respecto al hombre, la situación era ciertamente distinta ya que el sombrero se concebía como símbolo de estatus: "El hombre era el que tenía poder adquisitivo y podía permitirse el uso del sombrero", añade la propietaria de la sombrerería.

Hasta este momento, la moda siempre había estado dirigido a los hombres pero hacia los años 50 empieza a cambiar de rumbo. Décadas después los americanos fijan su atención en los jóvenes: "Aparecen en la pequeña pantalla ídolos adolescentes con sombrero, como Brad Pitt, y la juventud se siente identificada".

En este sentido, parece lógico pensar que las ventas han aumentado en los últimos años. Sin embargo según explica Gaztelumendi, estamos en una etapa complicada para realizar tal análisis: "La crisis es un factor que hay que tener en cuenta a la hora de considerar si ha habido un incremento en las ventas. Lo que sí podríamos decir es que se mantienen bien".

sin competencia La clientela de las sombrererías reconoce la calidad de estos establecimientos frente a los productos que otras tiendas más generalistas pueden presentar: "Aquí se ofrece calidad", señala Loli Leclercq, propietaria de la sombrerería Leclercq, en la donostiarra calle Narrika: "Nuestra clientela es de los 30 años en adelante. Es lógico que los más jóvenes opten por unas alternativas más económicas, pero aquí el precio va en función de la calidad". En este sentido, María Pilar García, propietaria de la centenaria sombrerería Casa Ponsol, en la plaza Sarriegi, afirma que la especialización ofrece que el producto se adapte a cualquier tipo de demanda: "Aquí hay todo tipo de tallas, modelos y tipos para cualquier persona", añade García. Por último, la propietaria de Après la pluie afirma que el resto de comercios no especializados, lejos de hacerles competencia, les ayudan a diferenciarse: "En realidad, el efecto que producen sobre nosotros es reforzar el uso de sombrero, ya que popularizan la prenda".

¿por qué un sombrero? La ciudadanía concibe este tipo de prenda tanto como un accesorio útil para protegerse del sol o resguardarse del frío, como para estar a la moda. Loli Leclercq señala que el uso práctico del sombrero es un factor importantísimo: "La gente cada vez está más concienciada del daño que la exposición a los rayos solares puede ocasionar en la piel y en los ojos".

Una de las claves del éxito es la gran diversidad tanto de tipos de sombreros como de materiales. Respecto al tejido, María Pilar García señala que los más habituales son el algodón tradicional, la microfibra o los tejidos técnicos. Sin embargo, una de las novedades es el cada vez más demandado sombrero "con protección solar", el cual está cosido con un tejido especial cuyo material ayuda a escudarse del sol. En cuanto a los tipos de sombrero, la heterogeneidad es también inmensa: el borsalino, el panamá o los de paja son un ejemplo de su multiciplidad.

Los sombreros no tienen edad y hoy en día representan mucho más que un accesorio: estilo, elegancia, saber estar, historia, personalidad, simbología, carácter. En definitiva, una forma de vida.