LIMA. Al atravesar los Andes y abrirse paso entre el inmenso manto verde de la selva y surcar serpenteantes precipicios, ríos caudalosos y pendientes casi verticales, el explorador estadounidense Hiram Bingham llegó el 24 de julio de 1911 a Machu Picchu, el santuario inca que maravilló al mundo.

En el centenario de su hallazgo, Machu Picchu, principal destino turístico del Perú, muestra a sus visitantes su perfecta arquitectura en piedra, su carácter místico y la belleza de su entorno natural. En la actualidad, sus investigadores derrumban con estudios los supuestos misterios que se tejieron alrededor de este imponente lugar.

"La calidad del acabado de Machu Picchu evidencia que era para la realeza, es decir, para el inca, que era el más alto dignatario de la cultura Inca. En esa época donde estaba el inca era un lugar sagrado", dijo a dpa la historiadora Mariana Mould de Pease.

Según diversos especialistas, el santuario fue construido por el mítico jefe inca Pachacútec a mediados del siglo XV. Sin embargo, no todos se han puesto de acuerdo al momento de definir su uso.

"Machu Picchu debe haberse comportado como un gran mausoleo, algo equivalente como las pirámides de Egipto para los faraones. Era donde se depositaba la momia del inca y sus allegados", sostuvo el arqueólogo Luis Guillermo Lumbreras a dpa.

"Hay siete criptas, grandes espacios en las rocas talladas de manera muy hermosa", agregó el arqueólogo, ex director del Instituto Nacional de Cultura. Lumbreras afirmó que la construcción incaica era el lugar donde debía morar por la eternidad Pachacútec y estaba destinada para su culto. Sin embargo, la momia del inca fue capturada por los españoles en 1559 y fue llevada a Lima, donde permanece enterrada.

En esta magnífica estructura a 2.450 metros sobre el nivel del mar se calcula que habitaron entre 300 y 400 personas que desconocieron las herramientas de hierro, la rueda y la escritura. Una de las teorías más audaces de Lumbreras es el periodo de tiempo que se empleó para su construcción: entre 10 y 20 años.

"Eran arquitectos de un buen nivel. Tenían las piedras accesibles allí mismo, las sacaron de este mismo lugar en la parte alta. Hay unas canteras y, desde luego, utilizaron esas piedras para construir", afirmó el arqueólogo. "El inca tenía la capacidad de trasladar la cantidad de gente que fuera posible para este tipo de obras. En Machu Picchu creo que todo se estaba haciendo de manera simultánea", aseveró.

Si bien existen evidencias de que Bingham no fue el primer occidental en llegar a Machu Picchu, sí fue el encargado de darlo a conocer al mundo. "Nadie había llegado a esa área con esa motivación: hacerse famoso. Bingham trae planificado como va a manejar toda esta información desde un punto de vista arqueológico, antropológico y etnográfico", manifestó Mould de Pease.

Según Lumbreras, son dos los principales aportes del estadounidense: el lanzamiento mediático del monumento arqueológico, con la publicación de su expedición en la revista National Geographic, y el componente científico de la misión que llevó a la zona, conformada por expertos en suelos, huesos, metales y botánicos.

Sin embargo, Bingham también puso en aprietos al Perú al llevarse en calidad de préstamo a la Universidad de Yale numerosas piezas para su estudio. Después de casi 100 años, tras una fuerte campaña política y mediática, el gobierno peruano obtuvo el compromiso de Yale de devolver los objetos. El primer lote fue enviado a Lima en marzo de este año.