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"El heavy se lleva en el corazón y no en la camiseta"

Los ojos incandescentes de una calavera te miran cuando entras en el bar La Leyenda, el último territorio heavy de la margen izquierda. Allí vive 'Kotxan', un hombre fiel a la vieja escuela de vestir en negro, lucir el pelo largo y escuchar música dura, "de esa que te llega dentro..."

"El heavy se lleva en el corazón y no en la camiseta"Foto: pablo viñas

bilbao. La niña se ríe y mira. Kotxan desgrana, a cuentagotas, historias sobre un mundo que, según su parecer, "ya ha vivido su última edad de oro". La niña se sube a la barra y ¡zas! Se enrosca en el brazo de su padre para fotografiarse junto a él. En el bar La Leyenda, de Barakaldo, fundado hace once años, aún queda un padre que transmite su ilusión a su hija.

Y si la niña aparece un día convertida en un "princesita guay"...

¡Buf! Que sea lo que ella quiera, pero con el ambiente en el que va a vivir será difícil que sea algo así.

El garito tiene un nombre que cautiva, La Leyenda y una estética que asusta...

Ja, ja, ja. Es verdad que alguna peña asoma la cabeza, ve lo que hay, escucha la música y se corta.

¿No ponen los 40 Principales?

¡Vade retro! No creo que se escuche aquí nunca ese tipo de música. ¿Cómo se dice? La respeto pero no la comparto.

¿Los grupos heavy de hoy tienen el mismo poder que antaño?

No, creo que no. La edad de oro de este tipo de música creo que ya ha pasado. Es posible que hoy salgan más bandas pero todas hacen el mismo tipo de música, son más planos.

¿Aún sorprenden sus pintas?

Las cosas han cambiado. Para empezar, con el pelo largo apenas quedamos diez o doce. Ahora, hay más calvos que melenudos. Hay gente gótica... ¡Buf! Gente de muchos tipos.

¡Esto ya no es lo que era!

El heavy y el rock and roll se llevan en el corazón y no en la estética o en la camiseta. Es un estilo de vida.

Renegamos, entonces, de la camiseta negra y la chupa de cuero...

No, no, no. Eso sí que nos gusta. Es parte de nuestra forma de ser. Lo que digo es que no se excluye a nadie por su forma de vestir. En mi bar hay sitio para todos.

¿Y si de repente entrase un hombre con chaqueta y corbata y pide una cerveza?

Mientras pague, bienvenido sea. Es más fácil que entre alguien así aquí y no tenga problemas a que alguien como yo entre en un sitio pijoy nadie le diga nada.

Hay quienes les acusan, por aquello de los cuernos, de ser adoradores del diablo...

Supersticiones. ¿Rezar a Satán...? Eso son tonterías. Yo conozco grupos heavy cristianos que arrojan biblias durante sus conciertos. El tema de los cuernos es una suerte de rito. Nada más.

¿Se imagina con esa estética con setenta años?

El paso del tiempo no va a cambiar mi forma de pensar ni mi forma de ver la vida. ¿La estética, dices? Eso es otra cosa. Si se me cae el pelo, se me cae. No voy a ponerme un pelucón.

Hay quien acusa: esta gente es violenta...

No tienen ni idea. Yo les invito a que vayan a un concierto conmigo o con quien quieran. Se vive un buen rollo acojonante. Nunca hay peleas. Somos gente de gustos similares que nos concentramos, sobre todo, alrededor de la música.

Una cerveza bien tirada, música de culto y... ¿un cigarrito?

Por desgracia, no puedo dejarte. Nos están haciendo daño ese tipo de cosas.

¿A qué más teme como hostelero?

A la crisis. Aunque hoy haya menos que ayer, también hay jóvenes heavys que, sin embargo, no pasan por el bar.

No le sigo...

No tienen un puto duro para tomarse una cerveza. La gente quiere escuchar buena música pero se queda cortada si no puede consumir y no entra.

¿Qué hacer?

Poca cosa. Poco se puede hacer.