Algorta. Un intercambio de golpes saluda al periodista. No contra él, gracias a Dios, sino sobre el ring. Marcelle Juliette hace guantes con un hombre que le saca la cabeza y no menos de veinte kilos. Se zurran de lo lindo. Empujada hacia las cuerdas, Marcelle se impulsa en ellas y ¡zas!, sale propulsada para lanzar una patada al pecho de su contrincante, al que derriba. Es David contra Goliath.

¡Le ha tumbado!

Me encanta tumbar así a un chico. Es adrenalina pura y la prueba de que todo es posible con trabajo, concentración e ilusión. Ahora entreno siempre con chicos: metes más presión a tu trabajo.

Recuerde el primer día que entró en el gimnasio...

Se reía de mí todo el mundo, claro. Pensaban: dónde va esa chica. Hasta que tumbé al primero.

Repitamos la pregunta: ¿dónde iba esa chica?

Buscaba un deporte con el que canalizar mi energía. Mi hermano practicaba kick boxing y me metió el veneno en la sangre.

¿Qué siente cuando nota que ha hecho daño en un combate?

Sigo adelante con más fuerza, si cabe. Soy como un pitbull: cuando hago presa, muerdo. Sólo paro cuando oigo el stop del árbitro.

¿Y cuando es usted la que siente el dolor?

Lo mismo: hacia delante. No te puedes echar para atrás.

¿No hay nada que la arredre?

Estoy acostumbrada a luchar en muchos frentes. Trabajo en la limpieza o en la hostelería, cuido a mi hija, atiendo a mi pareja y entreno. No quiero descuidar nada de eso, es mi vida y sé que tengo que luchar para sacarla adelante.

¿Qué le diría a quien piensa que una mujer sobra en el kick boxing?

Decirle, poco. Con un par de minutitos conmigo en el ring le bastaría para comprender que no, que no sobro.

¡Da miedo! Perdone la insistencia: ¿es un deporte femenino?

Es un deporte como cualquier otro. Y si un hombre hace ballet y nadie se extraña... ¿por qué han de extrañarse de una chica en el ring?

Arrojo la toalla. ¿Su familia lo ha asumido?

¿El qué?

Los combates...

Tampoco hago tantos, porque hay pocas chicas y no me dejan competir contra ellos. Pero es verdad que mi padre y mi madre no verán nunca una pelea en directo. Sufren demasiado.

Dos años para tocar las medallas... ¿No ha sido una ascensión demasiado rápida?

No sé. Quizás me precipité. Pero mi entrenador pensó que estaba preparada y yo con él voy a misa.

¿Aunque esté equivocado?

Es que no lo está. Una de las claves es el respeto al entrenador, a quien sabe más que tú. Si me dice que tengo que raparme al cero para boxear mejor, lo hago.

¡Buena lección para la vida!

Este deporte da muchas: disciplina, concentración, capacidad de superación...

¡Ante torres que le sacan una cabeza!

Cuanto más grande eres, más lento. Hay que aprovechar las diferencias para jugarlas a tu favor. ¿Ves? Otra lección.

Le habrán repetido una y mil veces que su historia y la de "Million Dollar Baby" son...

Sí me lo han dicho, sí. Y tienen parte de razón. Hay algo de esa lucha interna en mí, algo de esa fe en su entrenador. Y la película, aunque triste, me encantó.

¿Podría darse ese fenómeno: una mujer saltando la banca desde el cuadrilátero?

Ja, ja. No, no lo creo. No lo tengo mirado pero creo que éste es el deporte peor pagado del mundo.