"Sexo, drogas y rock and roll". La popular frase puede tener más relación de la que parece, y es que escuchar música, practicar sexo y consumir drogas producen la misma reacción en el cerebro.

A priori esta idea puede parecer descabellada, ¿como es posible que escuchar una canción y esnifar cocaína produzcan el mismo efecto en el cerebro? La respuesta nos la da un estudio elaborado por la Universidad McGill de Canadá y el Instituto Neurológico de Montreal.

LA CLAVE ES LA DOPAMINA, LA HORMONA DE LA FELICIDAD

Los autores demostraron que al escuchar música se favorece la producción de dopamina, un neurotransmisor, popularmente conocido como la hormona de la felicidad, encargada de producir las sensaciones de placer e influir en nuestro estado de ánimo, comportamiento y metabolismo.

Para comprobarlo, midieron las reacciones en los participantes al escuchar su canción favorita. Los principales factores fueron la temperatura corporal y la frecuencia del ritmo cardíaco, factores fisiológicos que se producen cuando sentimos placer. "La música puede inducir de manera fiable sentimientos de placer", concluyeron.

Concierto de música, Pixabay

Esta misma sustancia se genera con el consumo de drogas y el sexo. Cuando se practican ambas acciones, las sustancias químicas generadas actúan sobre el cerebro aumentando los niveles de dopamina.

Es por ello que durante las tres actividades se tiende a dar una sensación de euforia y placer, provocada por la dopamina.

TANTO EN EXCESO COMO EN DEFICIENCIA, LA DOPAMINA ES PELIGROSA

El principal problema recae en que esta sensación puede producir adicciones (como es el caso de la droga) puesto que, al crear sensaciones agradables, se estimula a la persona a seguir buscando la actividad que le provoca esos efectos.

"La liberación de dopamina puede hacer que las personas se conviertan en adictos ya que siempre están buscando el placer y llegar a niveles cada vez más altos", explicó Harald Sitte, profesor de la Universidad de Farmacia de Viena a Europa Press.

Además, tanto en exceso como a niveles bajos, la dopamina puede suponer un peligro para la salud. Precisamente, tal y como explicó la Clínica Hospital de San Fernando, los bajos niveles de dopamina se asocian con problemas de socialización, como ansiedad social, apatía etc. Mientras que altos niveles se relacionan con hiperactividad y la hipersexualidad (impulso sexual en exceso).

A niveles más extremo, Matthaüs Willeit, del Departamento de Psiquiatría y Psicoterapia de la Universidad de Viena, explicó que si no se liberan suficientes moléculas de dopamina se puede desarrollar la enfermedad del Parkinson. Además, un exceso de esta hormona también puede crear alucinaciones e incluso esquizofrenia.