La ludopatía sigue jugando con la salud de muchas personas: mientras los mayores echaron su juventud por la ranura de las tragaperras, los jóvenes apuestan su futuro de un modo online. Y el confinamiento, con el aburrimiento y la frustración como telón de fondo, no está ayudando a unos afectados que se cuentan por miles en España.

"Son una población de riesgo porque tienen menos herramientas para enfrentarse al fracaso y utilizan las nuevas tecnologías en mayor medida", ha precisado este domingo a Efe María Jesús Domínguez, coordinadora del Centro de Orientación Familiar de León y del programa de rehabilitación para superar una conducta adictiva que lastra a quien la padece por no poder controlar sus impulsos.

El juego en línea, que se caracteriza por su inmediatez, disponibilidad y accesibilidad, está causando estragos.

El póquer alejado de las timbas clandestinas y las apuestas deportivas a golpe de ratón son una realidad que, con el aislamiento, puede provocar recaídas a personas en tratamiento.

"Cada caso es un mundo y depende del momento de la rehabilitación en el que se encuentren", ha asegurado Domínguez, consciente de que este encierro forzoso, a consecuencia de la expansión del COVID-19, puede suponer un obstáculo para aquellos cuya recuperación es incipiente o su decisión no es demasiado firme.

"Los jóvenes son más vulnerables por el momento del desarrollo madurativo en el que se encuentran", ha añadido sin olvidar que los videojuegos también desencadenan desórdenes al generar una dependencia muy rápida.

Las terapias presenciales se han visto interrumpidas ante la anulación de toda reunión al objeto de mantener la distancia social.

"En algunas situaciones de mayor desamparo o soledad nos estamos poniendo en contacto con el afectado para darle soporte", ha explicado Domínguez.

La familia desempeña un papel fundamental en el proceso, aunque no todos tienen la suerte de tenerla de su lado. "Sin ella es difícil salir de esto", ha precisado esta experta.

En este sentido, ha subrayado que lo primero es tomar conciencia de que esa relación con el juego, que complica sobremanera la convivencia, es destructiva. Luego viene lo de recuperar una confianza que se revela como un folio arrugado al que nunca se van los pliegues, "algo más difícil", ha recalcado.

En este sentido, loes especialistas han echado en falta una mayor implicación de las administraciones en la lucha contra la ludopatía.

"Las asociaciones hacen un esfuerzo muy grande para normalizar su tratamiento en el sistema de salud, pero es necesario sumar fuerzas", ha indicado.

Según ha alertado, la Federación Española de Jugadores de Azar Rehabilitados (FEJAR), que engloba a todas ellas, la demanda de atención psicológica se ha disparado un 50 por ciento desde que se decretó el Estado de Alarma el pasado 14 de marzo.

"Es importante mantenerse ocupados y recurrir a la autoprohibición", ha señalado Domínguez sobre unas pautas que son claves para frenar ese deseo irrefrenable de jugar y lidiar con la temible ansiedad.