Gerardo Pérez detecta entre los concesionarios una tendencia a agruparse para crear empresas más sólidas y competitivas.

¿Teme que esta crisis se lleve por delante concesionarios, factorías e incluso alguna marca de automóviles?

-El impacto sobre las marcas se empezará a ver a partir de ahora. El año pasado vimos beneficios récord para la mayor parte de los fabricantes. No podemos decir lo mismo de las redes de concesionarios, que vieron caer su rentabilidad, tendencia que se ha agravado durante este ejercicio. Dudo que las marcas caigan y lo que está ocurriendo aguas abajo es que los concesionarios se están agrupando para crear empresas más grandes, más fuertes, y más competitivas.

Viendo el panorama actual, ¿percibe motivos para el optimismo a las puertas de un 2022 que llega con subida de precios al recuperarse la carga impositiva plena por emisiones? ¿Qué le pediría al Gobierno?

-El primer paso ha de ser recuperar el mercado cuanto antes. En este sentido, ayudaría mucho centrar el discurso alrededor de las tecnologías, es decir, dejar de ver las tecnologías de combustión casi como si estuvieran proscritas y lanzar mensajes para que el comprador las adquiera con total tranquilidad. En clave tributaria, sería muy importante acelerar hacia una reforma integral de la fiscalidad del automóvil. El objetivo es sentar las bases de un sistema que redistribuya la carga fiscal con criterios ambientales, gravando el uso de los vehículos más antiguos y contaminantes. Estamos seguros de que esta reforma permitirá tener un mercado mucho más dinámico y será una pieza importante para agilizar la descarbonización del parque y también su rejuvenecimiento. Mientras tanto que amplíen la moratoria del impuesto de matriculación porque, ni el automóvil está en disposición de mas cargas ni mucho menos las economías familiares. Finalmente, en este momento nos parece esencial buscar los mecanismos para que los fondos europeos de recuperación lleguen también a las pymes.

Fabricantes y distribuidores sobrellevan la pandemia gracias a ayudas de la administración que tienen fecha de caducidad. ¿Prevé secuelas en el empleo si no se recupera la plena actividad en el sector?

-El objetivo, como empresarios, ha de ser mantener el empleo, un empleo cualificado y, en su mayoría, indefinido. Pero no se puede negar que la caída de las ventas (se está vendiendo entre un 30% y un 40% menos) está tensando a muchos empresarios, que sustentan estructuras pre-Covid. Parece inevitable que, como pasó en 2020, vayamos hacia una pérdida de empleo en el sector. El año pasado la distribución oficial perdió ya 8.000 puestos de trabajo. Pero no debemos conformarnos, hay que mantener el empleo y crear nuevos; para ello necesitamos cordura para recuperar el mercado.

Los fabricantes fomentan los canales de venta 'on line' y el trato directo con el cliente. En otros sectores, ese ha sido el paso preliminar para desembarazarse de intermediarios. ¿Lo perciben los concesionarios como una amenaza directa a sus intereses?

-Otro elemento que está impactando actualmente sobre el sector es la inseguridad jurídica de los distribuidores, de los empresarios en general. Lo hemos visto de nuevo con el anuncio de reestructuración de sus redes por parte de algunas marcas, que ha teñido de incertidumbre a los empresarios, tanto a los que han recibido la carta de no continuidad como a los que sobre papel seguirán siendo concesionarios de sus marcas. Estas situaciones, junto a esa preponderancia que le están dando los fabricantes a su canal directo on line, ponen de manifiesto, una vez más, que nuestro sector necesita tener unas reglas de juego claras y justas para evitar el descalabro que va a suponer la citada reestructuración u otras parecidas que puedan llegar.

Al hilo de este punto, preocupa también el cómo la entrada en el sector de nuevos actores o de modelos de negocio vinculados a la economía digital puede generar una deslocalización, tributaria o de actividad, por ejemplo, que sí asegura el tejido empresarial español, cuya competitividad hay que proteger. Pagar impuestos en España y crear empleo en España debe ser la gran prioridad, pero tenemos que proteger a nuestras pymes.

Por otra parte, si les acotan el margen de maniobra para vender y les reducen el beneficio de la posventa llenando la gama de eléctricos que no precisan tanto mantenimiento, la rentabilidad se va al garete.

-Hoy la posventa está siendo el sostén para muchos concesionarios€ Es cierto que la progresiva llegada del vehículo eléctrico va a impactar sobre ella, pero quizá se está exagerando ese impacto, que será progresivo. El vehículo eléctrico tendrá golpes de chapa, tiene ruedas, lleva líquidos, baterías€ es decir, va a necesitar también un mantenimiento. Por otro lado, no podemos olvidar (a veces parece que no existen) esos 26 millones de vehículos circulando por las carreteras que necesitan un taller. Debemos trabajar para ser los elegidos por el cliente en vehículos que, al tener más tecnología, necesitan profesionales más preparados. Y en eso somos, sin duda, los mejores.

¿Confía en ver automóviles eléctricos, conectados, progresivamente autónomos y a los que se quizá se acceda mediante fórmulas de pago por uso en vez por la compra tradicional?

-El sector está viviendo los cambios más importantes de su historia, pero estos cambios serán de un modo u otro en función de cómo viva la gente. El cambio tiene que llegar de abajo hacia arriba. A veces parece que se está queriendo imponer artificialmente a la gente un modelo de movilidad. Bajo mi punto de vista será clave de cara al futuro ver si, efectivamente, hay un desplazamiento masivo de población hacia las ciudades y también ver cómo evolucionan los diferentes modelos del trabajo. Dejemos que la gente hable y viva y, después, propongámosles el modelo de movilidad que case con sus necesidades y su modo de vida. El centro de todo debe ser el ciudadano que paga a sus políticos para que le faciliten la vida y no para que se la compliquen. Donde cada cliente quiera estar, ahí estaremos los concesionarios.