A incorporación del MX-30 supone el estreno de Mazda en el ámbito de la electrificación plena. La firma japonesa ingresa en esta disciplina con un cierto retraso respecto a otras marcas, demora que compensa con un entusiasmo contagioso. Este afecta, por ejemplo, al diseño, que transforma un formato con connotaciones SUV en un singular automóvil multiusos, ideal para el día a día en entornos urbanos. Abastece su vivaz motor de 107 kW, equivalentes a 143 CV, con la energía acumulada en la batería de 35,5 kWh, gracias a la cual promete hasta 200 km de autonomía. El MX-30 sale a la venta razonablemente bien pertrechado, como cabe esperar de una tarifa que comienza en 33.165 euros; este desembolso puede verse reducido con subvenciones públicas y descuentos por financiación.

Mazda se caracteriza por el diseño emocional y elegante que adorna a sus productos. Por ese motivo, no podía consentir que su primera creación eléctrica defraudara las expectativas del público. Así que el MX-30, que puede pasar por una declinación futurista del CX-3, propone una insólita transformación de este SUV compacto paralelo. Los estilistas de la firma han aplicado una serie de modificaciones a la silueta del debutante, y han variado el maquillaje hasta difuminar el parecido. Lo hacen confiriendo un sutil toque cupé a la popa, pero sin alterar apenas las proporciones conocidas: el MX-30 mantiene intactas la longitud (4,4 m), la anchura (1,8 m) y la distancia entre ejes (2,65 m) del CX-3, limitándose a elevar dos centímetros el techo (1,55 m). Dicha hechura consigue una habitabilidad semejante a la que brinda el modelo hermano: cinco plazas oficiales (cuatro recomendables) y 366 litros de maletero (64 menos).

Su rasgo más singular obedece a la decisión de prescindir de pilar central y camuflar las puertas posteriores. Quedan transformadas en dos pequeños accesos que, como en el desaparecido RX-8, se separan de la carrocería en sentido opuesto a las grandes puertas delanteras (para ello, estas han de estar abiertas previamente); entre unos y otras asoma la minimalista y acogedora cabina por un hueco amplio que, sin embargo, no facilita demasiado embarcar en las plazas traseras.

Los movimientos del MX-30 son consecuencia del esfuerzo de un bloque eléctrico con 107 kW, potencia equivalente a 143 CV que se transmite a las ruedas delanteras con ayuda de una caja automática. Este rendimiento mejora ligeramente el que anuncian algunos rivales recientes (los eléctricos que instalan el motor de PSA entregan 100 kW) que, como contrapartida, homologan una autonomía netamente superior. El candidato de Mazda alcanza una velocidad punta de 140 km/h y tarda 9,7 segundos en progresar de 0 a 100 km/h. Su promedio oficial de consumo, establecido siguiendo el protocolo de medición WLPT, es de 19 kW/h cada 100 km.

El propulsor elegido por firma japonesa se abastece de una batería de iones de litio con 35,5 kWh. Este acumulador repone el 80% de su contenido en 40 minutos vinculado a un punto de carga rápida con corriente continua a 50 kW. En una toma de corriente alterna, a una potencia máxima de 6,6 kW, esa misma operación requiere cuatro horas de conexión; en un enchufe doméstico de 3,2 kW la espera se prolonga de sol a sol.

Los planes de Mazda para 2021 contemplan la incorporación a la gama del MX-30 de una segunda versión con autonomía extendida. Estará animada por un sistema de impulsión mixto, en el cual el bloque eléctrico contará con el apoyo de un motor rotativo de combustión. La misión del este consistirá exclusivamente en alimentar la batería sobre la marcha, con el objetivo de ampliar el alcance del vehículo.