Las medidas para combatir la epidemia del Covid-19 están provocando graves perturbaciones en el panorama económico. Los efectos se perciben en casi todos los sectores y el del automóvil no es una excepción. La producción y la venta de coches están suspendidas sine die para impedir la expansión del virus. Fabricantes y concesionarios vuelven ver en peligro su futuro. No hay precedentes de una situación de crisis sanitaria internacional como la actual. Las anteriores apenas rozaron al primer mundo, por lo que no ocuparon portadas ni obligaron a adoptar métodos paliativos tan drásticos. Así que por ahora no existen protocolos de actuación consensuados para combatirla. En lo que todo el mundo coincide es en que tendrá devastadoras consecuencias económicas. Y esas secuelas afectarán, lo están haciendo ya, a las grandes economías y a los pequeños bolsillos. No se libra prácticamente ningún sector. Desde luego, no el del automóvil: nadie preocupado por su salud se plantea cambiar de coche. Hoy por hoy, con el estado de emergencia que cierra el comercio y confina a la población en casa, ni siquiera es factible hacerlo. Costará que la sociedad recupere el ritmo de vida interrumpido bruscamente hace dos semanas. Es la sensación que comparten los profesionales de la distribución de vehículos. Deia ha recabado las opiniones de directivos de las principales empresas que aglutinan a los concesionarios de Bizkaia.

Sonia Prieto, gerente de Enekuri Motor habla en nombre del grupo Carwagen, forjado por su padre Boni a partir del concesionario homónimo de Volvo. Además de a la marca sueca, la empresa representa hoy los intereses de Jaguar. En sus palabras hay una mezcla de incertidumbre ante lo desconocido y de lógica preocupación por las consecuencias de esta crisis para el negocio y, sobre todo, para las personas. Land Rover, BMW y Mini. Su mensaje mezcla inquietud por la situación sanitaria, incertidumbre por las consecuencias económicas y confianza en salir del bache.

¿Cómo han reaccionado ante esta situación sin precedentes?

—Tras el cierre tanto de la venta como del taller, hemos creado dos líneas de emergencia: una para el canal de ventas 'on line' y contacto con el cliente, y otra más importante con un servicio de emergencias en el taller. Cribamos las llamadas y, si entendemos que es una emergencia, activamos el taller a puerta a cerrada. Hay algunos problemas con el suministro de piezas, pero contamos con coches de sustitución que permiten salir del paso al cliente. Estamos en servicios mínimos.

¿Mantiene abierta la venta 'on line'?

—Se puede hacer una operación si es el caso. Trafico puede matricular, porque es una operación 'on line', pero no puedes ir físicamente a presentar ninguna documentación que se requiera. Algunas compañías de renting ya no nos permiten matricular, el banco propio de BMW no quiere financiar coches. Es complicado. En teoría podríamos matricular, pero no hacer entregas porque la tienda está cerrada.

¿Han tenido que reducir gastos?

—Hemos tenido que hacer un ERTE parcial, quedándonos solo con algunas personas para cubrir los servicios mínimos. No ha quedado otro remedio. Ha sido todo de 0 a 100, del "no pasa nada" al "tengo que cerrar la tienda". Hemos reducido los gastos al mínimo. Salvo los de personal, casi todos los demás están derivados de la venta (publicidad, promoción, atenciones a clientes).

¿Cuál es la respuesta de sus marcas?

—He de decir una cosa buena: todas las marcas nos han ayudado. Nos han adelantado rápeles del trimestre de venta, posventa y renting sin haber alcanzado los objetivos al 100% para que tengamos liquidez. Se están volcando. Los fabricantes y los concesionarios no somos nada los unos sin los otros.

¿Ve el futuro con inquietud?

—No sé qué va a pasar. Es un parón del que creo nos vamos a recuperar paulatinamente. Los talleres se llenarán más o menos rápido: la gente tendrá que reparar su coche, hacer revisiones. Las ventas nos van a costar más. El segmento que tocamos, medio-alto, no sé cómo va a comportarse. Los autónomos, después de dos meses sin facturar, saldrán tocados. Las personas que han sufrido ERTEs no van a tener muchas ganas de comprar coche nuevo. El particular saldrá tocado y las empresas también. Hasta después del verano no estaremos más o menos como antes. Me da mucha pena porque íbamos muy bien, como un tiro, sobre todo en BMW, Mini y Volvo, y de este frenazo no nos vamos a recuperar al 100%. Es verdad que nuestros bienes, a diferencia de lo que sucede en otros sectores, no son perecederos. Los coches se deprecian, pero sabemos que los vamos a acabar vendiendo, no tendremos que tirarlos.

¿Confía, por tanto, en aguantar el chaparrón?

—En Carwagen vamos a aguantar porque nos ha pillado en buen momento de liquidez. Los fabricantes, lo primero que han hecho ha sido ayudarnos para que podamos aguantar, pero se tendrán que poner a trabajar para ver que hacemos en el futuro. Ojalá supiera qué es lo que va

a pasar. Lo que más me preocupa es la incertidumbre. El parón lo estamos asimilando, aunque tener la tienda cerrada y 150 personas en nómina no nos deje respirar. Esperemos vender mucho cuando salgamos de esto.

Las palabras de Jon Lekue adquieren una especial significación debido a sus múltiples responsabilidades en el ámbito empresarial y en el sector de la automoción. Por un lado, es socio-director general de Autonervión, firma que ya ha celebrado su cincuenta aniversario como distribuidor de Renault y Dacia en Ezkerraldea. Desde hace casi tres años, comparte dicho cargo con la presidencia de la Asociación de Concesionarios de Bizkaia, dedicando también parte de su tiempo a la directiva de la Confederación Empresarial de Bizkaia (Cebek). Hiperactivo y constantemente ocupado, Lekue responde a las preguntas como en él es habitual, de manera escueta y directa. El cese provisional de las actividades comerciales, lejos de concederle algunas horas libres, le está procurando nuevas preocupaciones, además de una considerable carga adicional de trabajo. Si por algo se caracteriza esta situación es por su gravedad y haber llegado llegado de improviso,

¿Cuál fue su primera reacción?

—Desde que se decretó el Estado de Alarma derivado del COVID-19, nuestra prioridad ha sido la de asegurar la salud y seguridad de nuestros empleados y clientes. Lo siguiente habrá sido empezar a valorar las consecuencias. Como digo, desde entonces seguimos preocupados por la salud y el bienestar de nuestros empleados y familiares. Pero en segundo término lo estamos por el efecto económico que va a tener esta crisis del Covid-19. Se empieza a estimar que puede ser como la recesión del 2008.

¿Qué aprendimos entonces? ¿Qué decisiones considera prioritarias?

—Es imprescindible que las distintas administraciones adopten las medidas necesarias para que, cuando esto pase, recuperemos la actividad desde el primer segundo. El objetivo es que en lo que queda de año compensemos algo lo perdido. Esperamos que se haga poniendo en

marcha ayudas y adoptando medidas fiscales y laborales que propicien la reactivación de nuestro sector, que tan fundamental es en nuestra economía.

¿Qué decisiones concretas espera de las autoridades para lograr dicho objetivo?

—Necesitaríamos un paquete de medidas, que comienza con el aplazamiento de la liquidación de los impuestos aplicado a todo tipo de empresas, independientemente de su volumen de operaciones. También una reducción en el Impuesto sobre Actividades Económicas y en

los impuestos locales (IBI, tasa de basuras, etc.). Asimismo, es preciso establecer líneas de crédito oficiales a coste cero y el desarrollo de un Plan de Incentivos a la compra de vehículos que, además cumplir el objetivo de descarbonizar el parque, sirva como impulso a la actividad

del sector ampliando las ayudas a vehículos de prueba, de exposición y vehículos seminuevos.

¿Cuándo estima que se podrá recuperar la normalidad?

—En China casi el total de los concesionarios están ya abiertos, pero con un tráfico de clientes todavía escaso, de un 53%. De ahí la importancia de las medidas para normalizar y favorecer la confianza de los consumidores.

¿Mantiene intacta su confianza en el sector?

—Ahora estamos todos preocupados, pero con confianza en el futuro. Porque si una cosa se está consiguiendo durante esta situación, es la unión y comprensión de todos.

Josu Cortázar es director general de Meuri, grupo líder de ventas en Bizkaia fundado por Luis Uriona, que representa a SEAT, Mazda, Kia y Opel. La crisis le ha quitado horas de sueño que ha empleado en analizar la situación y preparar el futuro, que encara confiado. "Coincidimos todos en el diagnóstico, estamos ante una problemática mundial que nos ha pillado desprevenidos. Entendemos que es temporal".

La emergencia ha cortado su buena racha.

—Habíamos empezado el año muy bien, íbamos a cerrar un muy buen primer trimestre. Lo que sucede es que fruto de la alerta del Covid-19 y del real decreto con restricciones a la movilidad y a la apertura de tiendas, nosotros, que somos minoristas del comercio de vehículos, nos tenemos que adaptar. Lo primero que hacemos es activar un plan de contingencia que persigue, antes que nada, salvaguardar la salud y la seguridad de nuestros profesionales y clientes. El propio día 17 comunicamos a todos los empleados que no acudieran a trabajar, sin perjuicio de otras medidas que se pudieran aplicar. Luego, por responsabilidad y por seguridad jurídica de todos, hemos tenido que presentar

un ERTE de suspensión para el 100% de la plantilla, integrada por doscientas personas. Adicionalmente hemos adoptado otras medidas para contener el gasto y salvaguardar la liquidez de la empresa.

¿Saldrá adelante el sector?

—Para eso contamos con los planes de ayuda que están activando el gobierno y las instituciones. Y, por supuesto, con el apoyo de los fabricantes, que nos están comunicando tranquilidad y transmiten medidas que van a mitigar los efectos negativos de este tiempo de aislamiento. Las marcas han tenido una reflexión interna importante y la conclusión a la que han llegado es la de apoyar a las redes activando planes graduales que se adapten a la situación. Es algo parecido a lo que hace el gobierno, que inicialmente tomó unas medidas que prácticamente a diario se van reajustando.

Transmite confianza

—Yo soy optimista. Estamos en situación inicial de shock y no somos todavía conscientes de hasta dónde va a llegar. El gobierno ha comunicado que se va a alargar este periodo de confinamiento. Estoy convencido de que la vuelta a la normalidad va a ser gradual. La clave es que la gente aguante el aislamiento en sus casas. Por lo que se ve, el ánimo está muy alto y seguro que es así por responsabilidad social que nos caracteriza.

¿Qué decisiones va a requerir la recuperación económica?

—La administración tiene muy claro que esto va para largo, con lo cual existirán estímulos. Todas las instituciones monetarias y financieras parece que van a flexibilizar las medidas que tenían a nivel de déficit. Eso va a permitir que el exceso de liquidez del sistema pueda fluir a las empresas. Es la gran diferencia que existe entre la situación actual y la crisis de 2008. Va a haber estímulos para que las empresas vuelvan a la normalidad, para que la gente recupere sus rutinas y se vuelva a consumir. Estoy convencido, además, de que los fabricantes se van a unir con ayudas tanto para sus redes y como para los clientes. Y lo último, pero más importante, algo que no sé si valoramos del todo: la motivación a nivel de sociedad para afrontar esta crisis conjuntamente, con toda la responsabilidad del mundo, y salir unidos de ella. Eso va a influir positivamente. Es indudable que vamos a vivir momentos complicados, ahora con el aislamiento son los más difíciles, pero con el apoyo de todo el mundo vamos a volver a la normalidad económico-financiera y, si cabe, más fortalecidos de lo que estábamos.

En algún sentido, este periodo nos ha de servir a todos para reflexionar. ¿Se marca plazos?

—La consejera de industria ha hablado de tres meses para la recuperación. Yo creo que es el tiempo que falta para volver a la rutina. Pero por lo menos necesitamos seis meses más para volver a los volúmenes de antes. Hay que tener en cuenta que esto es una crisis mundial, estamos tan globalizados que nos influye no solo la situación local sino la mundial. Igual que China se está recuperando, Europa se va a recuperar.

¿Y el automóvil, en concreto, cuándo levantará cabeza?

—Hablamos de tres meses de actividad no normalizada, a partir de ahí tenemos que volver a una senda de cierta normalización. Hay que tener en cuenta que tenemos una posventa muy fuerte. Hemos aumentado el parque circulante inherente a la actividad de los servicios oficiales de una manera exponencial. Vamos a tener un boom de gente que va a necesitar venir a los talleres. Y en nuestro negocio, si bien es cierto que el volumen viene de las ventas, la rentabilidad viene del taller. Siempre nos centramos, a niveles de actividad, en la facturación, pero a veces hay que centrarse también en la rentabilidad. No quiero pecar de excesivamente optimista, pero creo que es el mensaje que hay que lanzar.