aUNQUE el talento sea la materia prima más buscada, la getxotarra Natalia Bilbao está trabajando muy duro para hacerse un hueco en la meca del cine. Tras casi un año y medio viviendo en Los Ángeles, la ciudad de las estrellas, ha conseguido la difícil hazaña de poner una pica en Hollywood. Bilbao ha logrado papeles en largometrajes, el más reciente en la película There will always be Christmas, ha rodado pilotos para la televisión, y ha cosechado muy buenas críticas por su primer papel en teatro en EE.UU. en la obra The POW and the girl, interpretando a Alice. Y además fue la única vasca en la fiesta oficial de la peli revelación de los Oscars 2020, Parásitos.

Pero la competencia es mucha y hay que pelear duro para no morir en el intento. “En mis primeros castings me sorprendió ver que todas las actrices llevaban el guión en la mano durante la prueba y que no se hubieran aprendido el texto. Al poco tiempo me di cuenta que el número era tan grande y los avisos de última hora tan frecuentes, que ningún director de casting esperaba que en una primera prueba alguien acudiera con el texto aprendido. Con saber un poco de qué iba la escena y eso sí, memorizarse bien la primera y última frase de tu personaje, ya estabas siendo profesional”, subraya Bilbao que además ha podido trabajar en numerosos comerciales para Toyota, Live Nation, Grubhub y Honda, entre otros y también en algunos proyectos de ficción independientes.

Además de tener visado, -que obtuvo en abril de 2018-, para triunfar en la cotizada industria del cine hollywoodiense es imprescindible saber venderse. “Como buena vasca, siempre había escuchado que una misma no debía presumir de sus éxitos y habilidades, sino más bien ser humilde y dejar que fueran los demás quienes hablaran bien de ti. Sin embargo, en Los Ángeles es todo lo contrario, cada casting es una ocasión para venderse y hablar de tu personalidad chispeante (son palabras textuales que escuché a una actriz decir en un casting para un anuncio)”, expone Natalia con cierta sorpresa.

Aunque no sea fácil cruzar el océano y verte a 10.000 kilómetros de casa sola, ella hace patria allá por dónde va. “En mis redes sociales, me autodenomino The Basque, y en todas mis publicaciones pongo el hashtag #dontmesswiththebasque (algo así como ojito con la vasca) y según donde esté, por ejemplo en Los Ángeles pongo #thebasqueinla o si estoy en Miami, #thebasqueinmia (la vasca en LA -Los Ángeles- o la vasca en mia -Miami-)”.

Recientemente, estuvo muy cerca de la alfombra roja ya que acudió a la fiesta de celebración de Parásitos, la película que ha hecho historia al ganar mejor película extranjera y mejor película, en el club privado Soho House en West Hollywood. La actriz acudió allí invitada por Peter Nelson, productor de cine, con quien ha trabajado en There Will Always Be Christmas. Natalia Bilbao es bilingüe y Graduada en ADE por la Deusto Business School. A pesar de su juventud, su andadura profesional es extensa y ha incluido, por ejemplo, gestionar el patrocinio de la Champions League. También fue tenista semiprofesional, destacando entre las cien mejores jugadoras españolas. Pero su ilusión ha sido siempre ser actriz. Para ello se ha formado muchísimo, y ya en Los Ángeles, ha asistido a la escuela Acting Pros.

Su día a día no es tan glamouroso como se pudiera pensar. Se levanta a diario entre las 6 y 6.30 de la mañana. Cuando no tiene un rodaje matinal, lee mientras desayuna The Hollywood Reporter para conocer las últimas noticias y proyectos en Hollywood; después hace ejercicios de respiración y dicción, y por supuesto acude al gimnasio “porque allí es imprescindible estar fit”, como ella misma reconoce, mimetizada ya con el lifestyle del sur de California.

Su experiencia en la ciudad angelina está plagada de anécdotas. “Vivir allí es muy caro y el transporte público es insuficiente si te mueves. Por eso saqué el carnet de moto A2 antes de venir a EE.UU. y aquí me compré una. Lo que no me imaginaba es que con el tráfico tan denso, el clima tan bueno y la dificultad para aparcar, me encontraría con tan pocos motoristas. Los que había eran hombres grandes y con chupas de cuero que conducen Harley Davidsons. ¡Ni hablar de mujeres motoristas! Ver una es tan raro como un avistamiento de Big Foot”, declara divertida.