CON el mínimo histórico de nacimientos desde 1941 y la mayor tasa de mayores desde hace siglos, estas dos psicólogas son unas visionarias. Precursoras del envejecimiento saludable, hace ya veinte años que Ana Camarón y Begoña Frutos apostaron todo a una carta. La de trabajar con personas mayores y enseñarles que envejecer mejor es posible. Dos décadas en las que han conseguido con Zuentzat eliminar prejuicios y estereotipos sobre el envejecimiento y que aitite y amama sean personas más activas y capaces de tomar decisiones. Y sobre todo que puedan desarrollar sus proyectos de vida en la medida que sea posible. “Hace 20 años surgió como algo estrictamente vocacional. Pensamos que había un espacio que no estaba cubierto a nivel de atención psicológica porque a los mayores solo se les brindaba atención sanitaria. Y aquellas carencias que entonces intuimos ahora se han revelado como una necesidad”, cuenta Ana Camarón. De hecho su idea era tan innovadora que en 1999 ganaron el Premio Emprender en Bilbao de Iniciativas Empresariales del Ayuntamiento “porque en aquella época no había tanta conciencia de trabajar con los mayores a nivel psicológico”.

Euskadi -donde viven las mujeres más longevas de Europa- se llena de seniors y la esperanza de vida vasca no deja de crecer. La proporción de población de mayores de 65 años es del 21,4% y en apenas un cuarto de siglo, este colectivo podría aumentar en más de 110.000 personas. De ellos, 32.000 serán prácticamente nonagenarios y centenarios. “Por eso ahora atendemos a mayores en buen estado pero también a otros con más déficits, y damos apoyo y orientación a familiares y personas cuidadoras”, destaca Camarón.

Este boom de tercera edad hace imprescindible enseñar a los mayores a aceptar los cambios y a que sigan aprendiendo a cuidar sus capacidades. “A veces necesitan nuestros servicios porque se sienten más solos, o están en el proceso de tomar las riendas de su vida. Muchas veces sufren problemas de ansiedad motivados por relaciones familiares. Otros mayores nos llegan a través de las familias que detectan que ya no rinden como antes a nivel cognitivo y nos piden apoyo”. Mediante talleres de entrenamiento, dinámicas de grupo y participativas hacen estimulación mental para frenar el deterioro cognitivo y consiguen mejorar por ejemplo problemas como la ansiedad o el sueño. Sin embargo es imprescindible enseñarles a enfrentarse a nuevos desafíos como innovar ciertos aspectos organizativos de familia o vivienda para posibilitar la autosuficiencia. Así como aprovechar al máximo las nuevas tecnologías para facilitar el desarrollo personal y comunicativo de cada persona.

Aunque no haya un retrato robot del paciente, “atendemos desde personas de 65 hasta prácticamente de 90”, destacan que son unos extraordinarios pacientes. “En general son muy agradecidos. Es cierto que a veces cuesta entrar en su vida por prejuicios. Pero una vez que estableces el vínculo, se abren, se comprometen y comparten mucho, son cumplidores a nivel de las citas, y a nivel grupal funcionan muy bien ayudando a crear un ambiente genial. Lo que más cuesta es que vean la necesidad de la atención”, subraya Begoña Frutos.