NACÍ un lunes anterior, ahora estamos en un lunes siguiente y es en este momento cuando me paro a pensar cuánto de feliz tengo que ser los siguientes lunes que me quedan. Pura poesía y sentimiento es lo que se refleja en el prólogo que la sestaorra Ángela García ha escrito en el libro de relatos que la Diputación Foral de Bizkaia editará con los mejores textos de 2018 escritos por personas mayores. Después de un proceso de aprendizaje Ángela decidió un día dar vida a su primer relato al que título La Silla. En ella cuenta la historia de un hombre que tras la pérdida de su mujer muestra deseos de suicidarse, pero no sabe a quien dejarle la silla que le ha acompañado toda su vida y que le regaló su mujer: “Se da cuenta que el mejor amigo de esa silla no es más que él mismo”, aclara.

A sus 76 años Ángela ha descubierto un inmenso mundo por explorar en la literatura que le ayuda a exteriorizar lo que siente y a dar forma a historias que crea con una facilidad desbordante que desconocía tener. “Lo que más me hace feliz es saber que mis hijos están orgullosos de mí”, comenta Ángela. Después de toda una vida trabajando -en Sestao tuvo un comercio de perfumería- Ángela decidió iniciar otra fase de su vida y dedicarla a estudiar. Se apuntó en la Universidad para mayores en Deusto y ahí sacó un título que guarda como oro en paño. “La experiencia de la vida ya la llevamos. Lo que te ofrece la universidad es que aprendes a escuchar y a que te escuchen”, relata.

A partir de ahí descubrió que después de la jubilación se cierra una ventana, pero se abren otras muchas repletas de vivencias y de experiencias por descubrir. “Ahora he descubierto que me gusta escribir. Relato historias que siento dentro y que cuando las han leído otras personas se han emocionado con ellas”, asegura.

Para Ángela se ha abierto una ventana a la literatura. La sestaoarra se ha marcado como objetivo seguir creciendo y adquiriendo conocimientos que le hacen sentirse mejor consigo misma en los talleres de literatura a los que acude todas las semanas en Sestao. “Tengo todos los días de la semana ocupados con un montón de actividades. Apenas tengo días libres”, dice con una sonrisa. Y añade: “No entiendo a las personas que piensan que tras la jubilación no hay nada más. En mi caso ha sido todo lo contrario”.

Puede que un día escriba la historia de una niña de padres inmigrantes a la que le tocó ponerse a trabajar con 14 años porque entonces era lo que había. “Mi historia es la de muchas mujeres de aquella época. Estudié esteticien, me casé, tuve mis hijos, pero yo necesitaba trabajar. Fue ese momento en el que montó su perfumería en la que ha disfrutado”. Pero ahora las nuevas ventanas han traído aire fresco en forma de poesía y de prosa para este mujer valiente. Por el momento ha cogido su pluma y está dando forma a la historia de su madre, una revolucionaria, adelantada a su tiempo.