ES un tipo de sonrisa franca y abierta, “y muy buena persona”, dicen los que le conocen, pero Imran Ahmad Khan no cae bien. Todo porque es el torero del moroso, un oficio no exento de dificultades. “En general la gente me trata bien, pero hay de todo”, se apresura a explicar este pakistaní, oriundo de Gujranwala, en la provincia del Punjab, acostumbrado a que le eviten y le den la espalda. Residente en Euskadi -donde también vive su hermano- desde 2010, hace ya más de tres años que echa un capote para cobrar. Ataviado con su traje de luces, lo más común es que la gente le pida fotografías por la calle, pero alguna vez ha tenido algún susto. “En una ocasión, en Valladolid, fui con un gestor para reclamar una deuda. Yo estaba esperando en el coche, pero vi que el gestor llegaba corriendo porque el moroso salió con un palo de hierro. Me metí en medio; espera jefe, espera... hasta que se calmó”, dice este pacificador de 38 años.

Y es que Khan invita a aflojar la cartera solo con su presencia. “Tenemos un gestor de cobro que es el que intenta localizar al moroso y notificar el dinero que se debe pero Khan no reclama nunca nada. Él tiene un contrato de publicista, lleva este atuendo para el marketing de la empresa y está donde puede estar legalmente”, explica Jorge, representante de la firma. El objetivo es que el moroso vea a un torero uniformado, se ponga nervioso y decida abonar su deuda. Pero los morosos intentan escurrir el bulto y dan largas. “Responden de todo, no puedo pagar de golpe, no tengo, te dicen que pagan pero no pagan y así...” Sin embargo, ellos están al quite para rematar la faena. “Somos muy pesados porque tenemos todo el tiempo del mundo. Y la gente tampoco quiere tener ese problema. Saben que hemos ido ayer, la semana pasada, el otro día... y de alguna manera buscan la solución”, explica Jorge.

El modus operandi es sencillo. “Cuando contratamos con un cliente, firma un documento en el que nos cede la deuda. Esa cesión es la que notificamos al deudor para advertirle de que hay un nuevo acreedor que es esta empresa. A partir de ahí reclamamos la deuda extrajudicialmente. E intentamos hablar con él para ver cómo lo arreglamos”, aclaran desde el Torero del Moroso. A partir de 500 euros ya aceptan encargos y asumen deudas de todo tipo, “aunque es más difícil cobrar medio millón de euros que 20.000”. “Impagos, siempre hay, también ahora, pero está claro que cuando explotó la crisis, había más dificultad para el cobro”, señala Jorge.

Generalmente el moroso no entra al trapo. “A la gente la molesta que vayas a reclamar una deuda y pasa vergüenza porque hay un torero ahí fuera en su calle, en su empresa, preguntando por él... Pero es una medida disuasoria. Esperamos para que nos atienda y negocie porque reclamamos una deuda legítima”. “Con algunos llegas a acuerdos porque ves que no pueden. Pero otros tienen mucha cara. Viven en una casa increíble, tienen un coche alucinante y sus empleados no han cobrado”. Jorge tiene claro que Cantabria es la provincia más morosa y donde torean mejor las deudas pero no hay un retrato robot del moroso, “aunque sí que hay mucho deudor en la construcción”.