Natalia Estrada fue objeto de deseo desde que apareció en televisión siendo todavía una jovencísima bailarina de 18 años. Llegó a Madrid para finalizar el ciclo superior de Ballet clásico, y después de varias pruebas fue la elegida para sustituir a Penélope Cruz en La quinta marcha. Su presencia en el espacio fue todo un éxito, y Telecinco le propuso quedarse para ponerse al frente de Bellezas al agua. Pero ¿de qué fecha estamos hablando? De hace treinta años, 1990-1991. Se convirtió en el nuevo sex symbol de la televisión de los 90 y disfrutó de ese estatus durante un tiempo.

Las sustituciones se le daban muy bien y por segunda vez ocupó el puesto de una compañera, el de Arancha del Sol cuando abandonó ¡Vivan los novios!, un programa que presentaba junto a Andoni Ferreño, que la afianzó en el mundo de la televisión y que le hizo crecer como presentadora. También, en sus años al alza, estuvo al frente de galas, hizo de modelo y muchos la consideraron como una de las mujeres más atractivas del país.

El cine, cómo no, también se coló en su vida, y participó en la película Aquí, el que no corre... vuela, donde trabajó junto a Arturo Fernández, José Coronado y María Barranco, entre otros.

Pero cuando el amor entró en juego todo cambió. Se casó con el italiano Giorgio Mastrota, se instaló en Milán, tuvo una hija y entró con buen pie en la televisión italiana, conduciendo espacios como Discoring, destinado al público juvenil, Il Quizzone, Campioni di ballo, La sai l'ultima y Anima mia.

De nuevo el corazón le jugó una mala pasada y la popularidad y el cariño que le tenía el público se diluyeron cuando saltó la noticia de que tenía una relación sentimental con el hermano de Silvio Berlusconi. Hizo viajes de ida y vuelta a España para grabar algún programa de escaso éxito, pero finalmente se quedó en Italia. Tras haber dejado a su primer marido, se refugió en el amor de un criador y entrenador de caballos: Andrea Mischianti. Cambió televisión por establos, y con mucha felicidad.

La presentadora y actriz confesó en varias entrevistas que no se veía en la televisión de programas del corazón y realities en el que famosos y anónimos se exponían abiertamente. Ahora regresa desde Italia en contadas ocasiones para ver a su familia, y preferentemente se dedica a la cría de equinos junto a su marido. Es amante de todo lo relacionado con el campo, adora a los animales y se ha convertido en una experta amazona.

Pocos la reconocerían por la calle y la identificarían como la exuberante Natalia Estrada de los 90. Su ropa hoy no tiene nada de provocativa, se ha cortado la larga melena negra de sus tiempos de presentadora y solo sale en la prensa por motivos deportivos, al mando de sus caballos. Es abuela de dos niños y está fuera de cámara. Y encantada con ello.