Se ríe cuando dice que a ella las oportunidades le llueven a partir de los 35 años. Desde hace tres ve el futuro como actriz más claro, aunque prefiera mantenerse con los pies en la tierra y vivir el momento. Cada uno de sus últimos trabajos ha obtenido muy buenas críticas y los expertos la ven como candidata a un Goya por su personaje de María de Unamuno en la película de Alejandro Amenábar Mientras dure la guerra.

Dicen de usted que es una de las actrices de moda actualmente.

Bueno, no lo sé, quizá es exagerar, pero tengo la suerte de estar trabajando de continuo en proyectos interesantes; muy interesantes, diría yo.

Es Teresa en La peste. ¿Cómo la ha visto en esta segunda temporada?

En la primera etapa ella concluye un viaje que yo interpreto como una búsqueda de identidad, de descubrir lo que la sociedad le ofrece por el hecho de ser mujer.

Mujer en el siglo XVI.

Exacto, una mujer que enviuda, sale al mundo y ve que está lleno de limitaciones para ella, pero no se asusta y se hace cargo de la fábrica de seda. En la primera parte tiene una mirada hacia dentro que le permite buscar su sitio.

¿Y lo consigue?

Con dificultades, pero sí. Vuelve la mirada hacia fuera, hacia la comunidad. Teresa tiene una misión en la temporada que hemos estrenado, que es ayudar a las prostitutas a salir de ese pozo en el que están metidas para que se creen otras oportunidades en el Nuevo Mundo. Su trama tiene un hilo argumental un tanto heroico.

¿Y por qué asume su personaje esa misión?

Quizá porque ella conoce lo que es ser mujer y lo que esta condición supone en una sociedad de hombres. Además, es una mujer que tiene la ventaja de tener un capital y una cultura. Dispone de autonomía para vivir y eso le permite poder ayudar a las prostitutas.

¿Una adelantada a su tiempo?

Sí, pero siempre ha ocurrido. Dentro de ese corsé que hemos tenido que padecer a lo largo de los siglos, siempre ha habido una minoría que ha intentado vivir fuera de las limitaciones que les ha impuesto el hecho de ser mujer. La historia está llena de mujeres de este tipo, muchas de ellas anónimas, algunas que ya conocemos y otras que vamos descubriendo poco a poco.

También ha estado usted en otra serie en la que el papel de las mujeres es muy relevante, La otra mirada.

Ahí, ya lo habéis visto, lo acaparábamos todo, porque era una historia de mujeres. Rara vez ocurre, pero el elenco protagonista estaba escrito en femenino. Había también hombres, pero no eran los protagonistas. La también Teresa de esta serie era otra mujer adelantada a su época.

Dos series y dos personajes totalmente distintos, pero con el mismo nombre: Teresa.

Ja, ja, ja. Es verdad. También lo pensé yo en su momento. Es una tremenda casualidad, aunque en distintas épocas, que las dos Teresas desarrollen su labor en Sevilla. Pero fíjate, es un nombre que me ha gustado desde pequeña. Sucede que a veces se hilan proyectos que siendo diferentes tienen cosas en común.

Este es su momento, porque Amenábar le da en su película Mientras dure la guerra el papel de María de Unamuno.

Sí, es un momento muy dulce este que vivo. Es todo muy intenso: estoy poco en casa, poco con la familia, aunque vivo feliz, pero tener tanto trabajo en poco tiempo siempre da dos caras. Pero al final, tengo la suerte de poder participar en proyectos bonitos y atractivos.

Y hay más: su nombre también aparece en el elenco de La línea invisible.

Sí, pero es una aparición muy pequeña. Me atraía mucho, aunque ya digo que mi personaje no es grande, trabajar con Mariano Barroso. Había visto la serie anterior que Mariano había hecho, El día de mañana, y me había encantado.

¿Cuándo descubrió que quería dedicarse a la interpretación?

Descubrí el teatro a los 25 años. Ya había terminado la carrera, y en ese momento pierdes tu categoría de estudiante y te quedas como suspendida, no sabes muy bien qué vas a hacer. Estudié una carrera, Publicidad y Relaciones Públicas, que no me producía ningún tipo de motivación para trabajar en ella.

¿La suya es una vocación tardía?

Bueno, no sé si llamarla tardía, porque tenía 25 años, que no es tanto, cuando descubrí el teatro. Eso sí, la familia y todo el mundo me dice que lo de convertirme en actriz se veía venir desde pequeña.

¿Y usted no vio ninguna señal?

Por ningún sitio. Al menos, no cuando era pequeña. Es cierto que a mí siempre me ha gustado mucho bailar y participaba en coreografías que iban a concursos, me disfrazaba? También recuerdo las cosas que organizábamos en casa en Nochevieja con mis primos. Jugaba mucho a lo teatrero y también era un poco payasa.

¿Nunca pensó que tenía cualidades suficientes para dedicarse a la interpretación?

Pues no. Parece que todo el mundo lo veía, pero yo no. Nunca me había planteado que aquello con lo me lo pasaba tan bien de niña pudiera ser una profesión.

Pues lleva ya un década en ella...

No sé si verlo así. A formarme sí que empecé hace diez años, pero no sé si como profesional tendría que considerar que llevo una década. Fue mucho más tarde cuando cobré mi primer trabajo en teatro. Es cierto que cuando empecé no lo tenía muy claro y no concebía ni siquiera el concepto profesión aplicado a lo que estaba haciendo.

¿Cuál fue su primera gran oportunidad? ¿La otra mirada?

Un poco antes. Con el personaje de Rosaura en El guardián invisible fue cuando arrancaron los trabajos de seguido. La peste llegó después y luego La otra mirada. No puedo decir cuál fue mi gran oportunidad. Rosaura quizá era más secundaria y en La peste tuve más relevancia, pero entre estos dos proyectos fue donde surgieron mayores oportunidades, donde se produjo el pelotazo.

¿Ahora considera que es una profesión y que puede vivir de ella?

Sí a las dos preguntas. Ahora estoy viviendo de ello y llevo unos dos o tres años así. El porcentaje de actores y actrices que pueden vivir para siempre de su trabajo es un muy bajo, y yo, de momento, lo disfruto. No llevo tanto tiempo en la profesión como para saber cómo será el futuro, aunque se habla mucho de que esto va y viene, de que es todo muy inestable.

Hablemos de María de Unamuno.

Es una hija de. La figura que representa Miguel de Unamuno a nivel estatal, a nivel europeo, es impresionante. Tenía un gran peso en la opinión pública y representaba algo muy importante en lo político y en lo social. Ella siguió la rama del padre, fue profesora de Literatura, y soltera toda su vida. Cuando murió su padre se marchó a la universidad de Nashville (Estado Unidos) y estuvo allí hasta su jubilación. Luego volvió a Salamanca, donde murió años después de su regreso.

Una mujer que sentía adoración por su padre.

Sí. Siguió su legado, su amor a la literatura, por amor a su progenitor. Ella buscaba su aprobación y su admiración. Mi personaje también le mete caña a Unamuno, le azuza en lo intelectual y en lo emocional, sobre todo cuando empieza la guerra y él se niega a ver lo que está pasando. María se convierte en el Pepito Grillo de Miguel de Unamuno junto a Salvador, su amigo.

Parece un personaje fuerte.

Y muy bonito. Es tierno y a la vez es fuerte, y parece que ha gustado. Un amigo gallego me escribió cuando vio la peli y me dijo que le había emocionado, sobre todo por verme representando a la República. Veía al personaje de María como un símbolo y me hizo mucha ilusión que lo viera así.

Es que está usted representando a mujeres muy potentes...

Sí, y estoy encantada. También hay algún papel en el que soy más endeble, pero me gustan los perfiles fuertes de mujer, de mujeres sin miedo a hablar. Disfruto con que mis personajes digan las cosas claras. En la vida real nos medimos mucho más, pero el cine y la televisión me dan la oportunidad de soltarlo todo y ponerme dura. Estoy con ganas de hacer todo tipo de personajes.

¿Dónde vive ahora, en Gasteiz o en Madrid?

En un pueblo cerca de Gasteiz, pero siempre estás con un pie acá y otro allá. A veces paso medio año en Madrid, pero donde siento que tengo el nido es en Gasteiz.

¿Con esta última racha de trabajo ve claro el futuro?

Ni claro ni oscuro. El futuro no sé cuál será, y tampoco pienso demasiado en él. Puedo tener mis deseos, sé que he descubierto una profesión que me apasiona, pero es la vida la que escoge. Solo intento hacer bien mi trabajo, y si te haces la idea de que sea de una forma concreta puede no cumplirse ese futuro y que tengas la sensación de fracaso, de que te has dado una galleta.

¿Mejor vivir el día a día?

Sí, todo sobre la marcha. Me gusta disfrutar del momento sin pensar qué voy a hacer después.

¿Tiene algún nuevo proyecto laboral a la vista?

Estoy rodando en Gasteiz Ane, el primer largo de David Pérez Sañudo. Es un gran equipo, el personaje me encanta y tiene un guion que me parece muy chulo. Estoy disfrutando del rodaje y tengo muchas ganas de ver lo que estamos haciendo, porque pinta muy bien. También tengo para principios del próximo año un proyecto con Manuel Martín Cuenca, La hija, donde el prota es Javier Gutiérrez.

Lo suyo es un no parar, vamos.

Cierto. Todo muy intenso y con poco tiempo para descansar, pero ahora estoy rodando en Gasteiz y puedo comer y dormir todos los días en casa y estar con la familia. Es un placer trabajar así, una situación de lujo que sé que no es la habitual y por eso la gozo más.

Después de dos series en Sevilla, conocerá la capital andaluza como la palma de su mano.

Cuando he estado trabajando allí los rodajes han sido muy intensos, pero algo sí que la conozco. Es un sitio en el que he vivido y ya forma parte de mi historia y de mi identidad. Sevilla es mi casa ya, un lugar en el que he habitado y he encontrado gente que me gusta mucho.

¿Se ha presentado a muchos casting?

A muchísimos. Casi no puedo ni contarlos.

¿Es desesperante?

Puede serlo, pero hay que aprender a esperar. A veces te impacientas, pero debes saber que para que llegue un sí tiene que haber muchos noes. A mí, ya ves, las oportunidades me están llegando desde los 35 años.

Hay quienes dicen que usted es una actriz a tener en cuenta para casi cualquier premio.

Y no sabes cómo me alegro, a ver si es verdad y la racha continúa. Por favor, que no se olviden de mí, que tengo muchas ganas de currar.

¿Le reconocen por la calle?

A veces sí, sobre todo por La otra mirada, que es lo que me ha dado más visibilidad. Cuando empecé me daba como miedo imaginármelo.

¿Y ahora?

No me desagrada para nada. La gente es muy cariñosa, lo llevo bien y me hace ilusión. Quizá me siento bien porque me pasa en una medida muy pequeña, pero imagino que la fama esa intensa no tiene que ser tan maravillosa. Yo, por el momento, estoy bien.

¿Qué echa de menos de su tierra cuando está fuera?

Muchas cosas. He ido enlazando una cosa con otra y me he dado cuenta de que necesito enchufarme a mi fuente, mi tierra, mi casa, mi familia, mis amigos? Cuando vuelvo a Gasteiz, regreso a un sitio en el que me siento muy bien.

¿Qué tal ha llevado la ropa de época?

Debo tener cara de antigua, porque me han cogido para varios proyectos de época, es cierto. Las ropas que utilicé en La peste eran muy duras de llevar. Son prendas jodidas, pero escogidas con un cuidado impresionante. Era ropa a medida y Fernando García ha hecho un trabajo increíble de vestuario, pero te aprieta. Es que la época era así. Ese vestuario te pone en contexto y te ayuda, pero cuando llevas horas con él te duele, tienes contracturas, te clavas varillas y piensas: Ostras, cómo han vivido las mujeres en algunas épocas.

Las de La otra mirada y Mientras dure la guerra parecen más llevaderas, ¿no?

Sí, son mucho más amables y una ropa preciosa. He tenido la suerte de tener personajes con unos vestuarios geniales.

PERSONAL

Edad: 38 años (15 de abril de 1981).

Lugar de nacimiento: Vitoria-Gasteiz.

Formación: Cursó la carrera de Publicidad y Relaciones Públicas en la UPV. Cuando descubrió la interpretación estudió en la escuela de teatro de Gasteiz.

Trayectoria: Hasta 2017 hizo pequeños papeles en cine. Ese año se convirtió en Rosaura en la película El guardián invisible. Aunque el personaje era secundario, su interpretación sedujo a la gente del sector audiovisual, y ha liderado el elenco femenino en las dos temporadas de La peste para Movistar+. También ha sido una de las protagonistas de La otra mirada, serie que se emitió en La 1 de Televisión Española. 2018 y 2019 han sido magníficos también en el cine: El árbol de la sangre (Julio Medem) y Mientras dure la guerra (Alejandro Amenábar) han resultado muy importantes para su carrera, sobre todo la última, donde da vida a María de Unamuno.

Proyectos en marcha: Está grabando en Gasteiz el primer largometraje de David Pérez Sañudo, Ane, y a principios de año comienza el rodaje de La hija, dirigida por Manuel Martínez Cuenca y protagonizada por Javier Gutiérrez.