CON un estilo decorativo neoyorkino, paredes vistas, hormigón, ladrillo, metal? Patri Martin Berasategui combina la oferta de los típicos bares y tabernas de antaño con platos más actualizados y propios de otras culturas. Así, puedes comer en mesas altas, bajas o en la barra unas croquetas de jamón elaboradas con la receta de amona Gabriela Olazabal, unas rabas, la sopa de centollo o una buena txuleta Luismi a la brasa, así como su versión del aguachile mexicano, la burger thai de wagyu o el steak tartar con talos crujientes.

Es la cocina más informal de Martin, apta para todos los públicos, que reúne a la mesa a la abuela, el hijo y el nieto, con platos para sus gustos. Del txikitero, al más sibarita, todos son bien recibidos.

Las carnes y pescados a la brasa son los platos más representativos de Patri, aunque el steak tartar, el aguachile, las rabas, la ensalada mixta de Martin o la torrija son platos muy representativos de la cocina de Patri MB.

Dispone de carta al uso y de picoteo más informal y anuncia también próximamente un menú cerrado en torno a las cervezas artesanas.

Su comedor, cuya capacidad varía en función del tipo de mesa, oscilando entre los 50 y 70 comensales, se distribuye en diferentes mesas de madera altas y bajas, mesas con sillones y estructuras metálicas, y lámparas de diseño que destacan la amplitud de techos y paredes desnudas que reflejan la historia del edificio, de 1924 -primero de hormigón del Casco Viejo-.

En barra ofrecen la opción de picar tanto pintxos tradicionales como otros más originales, véase la ostra con salsa ponzu y cebolleta, o atrevidos, como la ostra con salsa diabla.

Respecto a la bodega, la carta de vinos apuesta por un disfrute de sensaciones para el comensal, a través de caldos de distintos lugares del Estado, entre ellos los de toda la vida de la tierra, como el txakoli.

Trabajan también las copas, vermut y cocktails, todos ellos diseñados por su sumiller y su bartender.