lA moda vegana es una hipocresía, no me la creo”, afirma Alejandro Gómez Palomo, director creativo de la firma Palomo Spain, que desde sus inicios utiliza tejidos de origen animal porque considera que son “más ecológicos”. Palomo Spain usa plumas, cuero o lana en la confección de prendas, “lo que no quiere decir que no ame a los animales ni que no sea respetuoso con el medioambiente”, añade Gómez Palomo, quien considera que es mucho más contaminante el pelo artificial o el poliéster que suele acabar en los océanos, un problema que centrará mañana el Día Mundial de los Océanos.

“El veganismo es un lujo de millonarios”, explica la responsable de desarrollo de materiales de Fashion Bussiness School Universidad de Navarra, Silvia Soler González, quien asegura que vestirse con fibras naturales de origen vegetal es “complicado y muy caro”. Un vegano excluye en su armario las piezas de cuero, piel, lana de oveja, cachemir, mohair, seda, plumas, perlas o nácar... Pero ¿qué ocurriría si a las ovejas no se las esquilara? “Sería un animal maltratado, su salud se deterioraría”, dice la veterinaria Rebeca Abascal Guzón, que recuerda que la oveja doméstica “no pierde el pelo de manera natural”. Si no se les esquila “pueden sufrir infecciones, no tener visión o tener incapacidad para moverse, dado el volumen y peso de la lana sobre su propio cuerpo”.

el círculo de la vida “¿Si coges piojos los dejas vivir o los eliminas?, ¿si tu mascota tiene pulgas las matas o permites que sean sus mejores amigos?”, se pregunta Soler, quien cree que es más peligroso consumir recursos naturales, que son finitos como los minerales, que animales que “se reproducen”. El consumo animal se encuentra dentro del círculo de la vida “y eso es regenerar nuestra propia esencia, nos mantiene en equilibrio”, añade Soler, para quien el no consumo de animales conduce a un doble problema: su extinción y la superpoblación con todas las consecuencias”. Cuando se sacrifica un animal para comer, su piel, plumas o pelo se pueden utilizar para la fabricación de ropa u otros objetos, “son materiales residuales”, dice Soler, que está a favor del consumo responsable de carne y pescado, “no es necesario consumir proteína todos los días”. Si se pretende ser un vegano riguroso tampoco se puede utilizar cera de abejas, ni tintes de origen animal como la cochinilla, insecto que se explota en los nopales mexicanos para teñir telas y colorear cosméticos y alimentos.

El veganismo ha ido dando pespuntes en la industria de la moda y ha abierto un debate acerca de la explotación animal, los problemas éticos, sociales y también medioambientales. “Me cuesta entender el buen trato animal sin tener en cuenta los derechos laborales y la sostenibilidad del planeta”, argumenta esta experta en tejidos para quien es importante el consumo animal siempre y cuando se haga bien, es decir “evitando la crueldad, controlando la cantidad y la contaminación”. No hay que confundir el veganismo con el respeto al medio ambiente. “Que una firma sea vegana no significa que sea sostenible”, puntualiza Soler. Por ejemplo, Stella McCartney decidió no utilizar materiales de origen animal, pero usa fibras sintéticas que en ocasiones no son bondadosas con el medioambiente, precisamente el hábitat de animales. “Es mucho más ecológico un abrigo de zorro que uno de piel sintética, ese pelo artificial es supercontaminante”, añade Gómez Palomo.