Bilbao - Es una de las mejores guionistas del Estado. Lleva once años al frente de Bambú Producciones junto a su marido Ramón Campos, una empresa que ha creado historias como Gran Reserva, Gran Hotel, Velvet, Las chicas del cable, 45 revoluciones o Alta mar, la serie que estrena Netflix el día 24. Hace tiempo que le rondaba por la cabeza llevar a la televisión un thriller erótico abordado desde las obsesiones de unos personajes y su relación con el sexo y con prácticas de dominación.

Pensé que esta serie era idea de Ramón Campos, su marido y socio, o que la hubieran escrito a cuatro manos, pero él me comentó que no, que la idea era exclusivamente suya.

-Y te extrañó, ¿no? Ja, ja, ja? En esta ocasión así ha sido. Trabajamos en equipo, si a él le hubiera apetecido, quizá la hubiéramos enfocado por otro lado. El motor he sido yo, pero apoyándome como siempre en Ramón y en Gema (R. Neira).

¿Por qué le surgió la idea de un thriller erótico?

-Vi que había una oportunidad para este tipo de productos en el mercado. Pensé que se podía contar una historia que tuviera en algún punto de las tramas un voltaje erótico más alto del habitual?

Por lo que hemos visto de ‘Instinto’, bastante más alto del habitual.

-Ja, ja, ja? Ya había películas y series testadas en ese sentido que el público ha acogido con mucho gusto. Está Shame, por ahí puede orientarse esta historia. Podríamos hablar de Las sombras de Grey que fue todo un revuelo en su momento, primero de lectura y después en el cine. Pensé que faltaba tocar ese género en una serie y ponerlo en valor, creía que podíamos jugar a algo y volver a recuperar la erótica y lo divertido de la erótica, pero en televisión, que es más nuevo.

Usted reconoce que era una serie de alto voltaje. ¿Se van a emitir todas las secuencias de sexo explícito?

-El motor de la serie no es puramente sexual?

Ah, ¿no?

-Es uno de los aspectos del protagonista, de Marco Mur. Muestra en algunas tramas, no en todas, cómo es su sexualidad y cómo entra en ella. El sexo no es lo único a lo que se va a enfrentar el espectador cuando vea Instinto, aunque quizá es la parte más singular de la serie.

¿Cómo definiríamos la serie?

-Como un thriller erótico, las tramas nos van a llevar a componentes muy sensoriales, nos invita a imaginar más allá de lo que vemos. Hay sexo explícito, pero no estamos todo el rato metidos en la cama. Cuando hemos trabajado en los aspectos sexuales, investigamos desde las prácticas más naif a otras más arriesgadas. En el montaje, todo lo que ha resultado excesivamente agresivo o exageradamente explícito, lo hemos quitado.

Muchas de las expectativas están puestas precisamente en lo explícito del sexo.

-Eso no quiere decir que no se vayan a ver prácticas sexuales que hasta ahora no se han visto en televisión. Antes se habían podido ver estas prácticas de una forma más oscura y de lumpen, con un estilo más castigador; ahora se van a ver con un brillo diferente. Lo que ofrecemos en Instinto es conocer de una manera más atractiva una serie de prácticas en lo que no todo pasa por la penetración.

¿Una historia fácil o difícil de documentar?

-Hemos trabajado con psicólogos y psiquiatras. Este hombre, Marco Mur, tiene un trauma y lo ha canalizado a través del sexo. Hemos estado con profesionales especialistas en este tipo de pacientes. También hemos contactado con gente especialista en elaborar los corsés de cuero y otros objetos, hemos investigado cómo se practican las ataduras destinadas a determinados comportamientos sexuales o hemos hablado herreros que saben cómo crear un tipo de jaulas? Nos hemos documentado con profesionales, como hacemos siempre.

Como productora abordan un abanico muy variado de temas. ¿El de ‘Instinto’ es más especial?

-Estamos en una época muy divertida y productiva, como hay mucha demanda y la oferta se puede hacer por diferentes canales, podemos crear todo tipo de historias porque el público puede seleccionar aquello que le gusta. Antes teníamos que hacer proyectos para todo tipo de espectadores. La situación actual te permite investigar más en los géneros y correr mayores riesgos, Instinto es prueba de ello.

¿Se trabaja mejor para plataformas digitales que para la televisión en abierto?

-No diría que mejor. Nuestro origen inicial fue Televisión Española y después de haber hecho con ellos Gran Reserva, toda nuestra la carrera, la del equipo de Bambú, ha sido compartida con Atresmedia. Nosotros no hubiéramos llegado hasta aquí si no hubiera sido por la televisión en abierto. No se puede decir que se trabaja mejor en un sitio que en otro, no seríamos justos. Lo que sí permite una plataforma es el explorar más géneros, explorar temáticas que en abierto no encajarían en una franja abierta a todos los públicos.

En dos semanas, ‘Alta mar’ navegará en Netflix.

-El mes de mayo está siendo, cómo lo diría?

¿Florido?

-Exactamente. Estamos viviendo un momento muy especial. Estrenar Instinto, esa idea que yo llevaba dentro desde hace tiempo, me tiene muy emocionada.

¿Tienen más proyectos?

-Sí. Seguimos con las continuaciones de las series que ya tenemos en emisión y estamos preparando un especial para el final de Velvet. Estamos poniéndole mucho cariño a este proyecto, es una serie que nos acompaña desde hace siete años y es nuestro buque insignia.

¿Ha dejado tramas sueltas en ‘Instinto’ para una segunda temporada?

-Podría ser. Estamos expectantes. La serie no se ha preparado para una segunda temporada. El que comience a ver el capítulo uno, tiene que saber que en el ocho se le van a resolver todas las dudas y enigmas que puede haberse planteado. Pero el universo que hemos creado, sí tiene miras más allá de esta primera temporada.

¿Una serie de mujeres o también de hombres?

-A priori esta serie se planteó para un público femenino y para tratar la sexualidad desde el punto de vista de mujer, atrevido pero no agresivo. Pero hemos descubierto que una vez producida por los perfiles atractivos de las mujeres de esta historia y por el de él, el que ofrece Mario Casas, hay muchos hombres que se han visto interesados por la serie.

Así que dispuestos a caldear la temperatura de los salones, ¿no?

-Ja, ja, ja. Ojalá animemos las noches en las casas, las tardes también, sería estupendo llegar a ciertos aspectos emocionales.

Y supongo que en las mañanas también sería un buen objetivo.

-Sería estupendo, pero partiendo de que no solo es una historia de sexo, también de emociones.

El sexo también es una emoción, ¿no le parece?

-Por supuesto, nada que decir. Todo dependerá de cada espectador y de con quién esté viendo la serie.

¿La vemos en solitario o en compañía?

-Claramente en solitario o depende con qué compañía. No es para verla en una sala de cine. Habla de la intimidad de los personajes, de su intimidad sexual. En España no se habla abiertamente de prácticas sexuales y menos de alguna de ellas, es un poco tema tabú. Creo que hay que verla en solitario o con la pareja con la que estés manteniendo una relación; ojo, también se puede ver con amigos o amigas. Es para estar al lado de con alguien con quien te sientes cómoda y puedas hablar abiertamente sin miedo a que lo que digas te condene.

Vamos, que no es para verla con los padres.

-No, creo que no, no lo recomiendo. Yo me he visto obligada a dar muchas explicaciones de por qué he escrito esto y es difícil de explicar. Nosotros también somos hijos y te dicen: Pero tú qué haces escribiendo sobre estas cosas. ¿En qué momento se te ha ocurrido esta secuencia? Y te ves confesando cosas que no tienes por qué contar. Ja, ja, ja? No hay que entrar en ciertos temas, menos con los padres, ¿no te parece?