HAY rincones de una ciudad que pueden leerse como libros de historia de la tierra que ocupan. No en vano, han sido testigos del paso del tiempo, de los avatares que le han marcado dejando huellas y cicatrices. dejando un reguero de recuerdos del ayer y trazos y señales del futuro que se avecina. No hay uno solo sino varios, a nada que la ciudad tenga tras de sí un poso, una trayectoria intensa y muy vivida. Bilbao es una de esas ciudades con avatares, hazañas y leyendas suficientes para reseñar, en su cartografía, tierras semejantes.

Uno de esos terrenos donde el ayer y el mañana confluyen es Garellano, que antaño ocupó un cuartel militar y que hoy es cobijo y asilo de la imaginación del arquitecto británico Richard Rogers, premio Pritzker 2007 y un hombre de rasgos de carácter a la bilbaina. ¿No me creen? Richard Rogers es Barón Rogers de Riverside y, siendo de esencia británica, nació, como buen bilbaino, donde se le puso en los... ¡Richard es hijo de Florencia, nacido en Italia! Imagino que no influyó, pero pica un nosequé de curiosidad pensar que este arquitecto es el responsable del Master Plan para la reforma urbanística de la zona de Garellano, un proyecto básico en la regeneración urbana de Bilbao que dirige actualmente la sociedad Bilbao Ría 2000. Mimetismo, llaman a esa cualidad los estudiosos de la madre naturaleza.

Volvamos a la idea original y sus antecedentes. ¿De donde viene el nombre de esa tierra? Los cuarteles de Garellano en los años treinta del pasado siglo con el nombre del río napolitano que fue escenario de una victoria de las tropas de Gonzalo Fernández de Córdoba, el Gran Capitán, contra las tropas francesas, provocando la caída y rendición de la ciudad de Gaeta y el posterior abandono del reino de Nápoles. En la batalla intervino la flota vizcaina al mando del almirante lekeitiarra Artieta. Los barcos estaban comandados por los también vizcainos Antonio Pérez de Leizaola, Sancho López de Ugarte, Esteban de Acorda, Pedro de Aróstegui, Juan de Arteaga y Juan Martínez de Amezqueta. El nombre quedó en el recuerdo y recibió esta denominación cuando se formó en 1877 el Regimiento de infantería que, años después, daría nombre a la zona.

Los Cuarteles de Garellano fueron creados, como les dije, para acoger al Regimiento del mismo nombre que había ocupado, hasta aquellos momentos, la edificación existente en la zona del antiguo Convento Imperial de San Francisco y, con más precisión, en la esquina de las calles San Francisco con Conde de Mirasol. Está registrado que fueron inaugurados en 1932, en el período de la República, aunque fueron visitados, con anterioridad, por el rey Alfonso XIII cuando estaban ya en un avanzado estado de construcción. En tiempos recientes y una vez trasladado el Regimiento a los Cuarteles de Mungia, los edificios del establecimiento militar se convirtieron en la sede del Cuerpo de Bomberos y de la Policía Municipal de Bilbao. Igualmente se habilitó, para las dependencias del Centro Municipal de Distrito de Basurto, el edificio de los cuarteles que da frente a la calle Luis Briñas, en la zona más próxima a la calle Autonomia.

Tienen su historia, como no. Al producirse el alzamiento militar de 18 de julio de 1936 no hubo unanimidad en el Regimiento de Garellano (Bilbao) sobre la actitud a adoptar. Su comandante en jefe, el teniente coronel Vidal, era abiertamente partidario de la legalidad republicana. La mayoría de sus oficiales, sin embargo, estaban influidos por las ideas de la UME (Unión Militar Española), de tendencia claramente totalitaria. Por eso, cuando el gobernador militar interino, coronel Fernández Piñerua, formó a la oficialidad en el cuarto de banderas e invitó a los oficiales dispuestos a respaldar al gobierno de la República a dar un paso al frente, fueron muy pocos los que lo hicieron.

Ante el cariz de los acontecimientos la oficialidad partidaria del movimiento militar, no atreviéndose a un ataque directo, por la oposición de los guardias de asalto, carabineros, miñones y población civil, optó por ordenar el acuartelamiento de la tropa y la fortificación del cuartel con alambradas y ametralladoras, pidiendo por radio inútilmente refuerzos al General Mola. Sin embargo, al ver rodeado el cuartel por grupos de civiles armados, desistieron de su actitud. Fueron detenidos y procesados el comandante Fernández Ichaso, el capitán Ramos, el teniente Del Oslo y algunos oficiales más, siendo condenados a muerte y fusilados los tres primeros.

El coronel Anglada, partidario también de los nacionales, ocultó un arsenal de fusiles, sumamente necesarios en aquel período de la guerra, enterrándolos en el jardín. Más tarde se vería complicado en el caso Wakonigg (¿se acuerdan? el 19 de noviembre de 1936, en plena Guerra Civil, un pelotón de fusilamiento acabó con la vida del cónsul de Austria en Bilbao, Wilhelm Wakonigg. Las últimas palabras de este diplomático, condenado por alta traición, fueron “Heil Hitler”...) sería ejecutado por alta traición.

Un trepidante pasado, como les dije. Subyace en la misma tierra donde germina el futuro. No por nada, allí se siembran estos días las semillas de la nueva estación intermodal soterrada de Bilbao, un Termibus del futuro que acompañará a unos límites asombrosos como San Mamés, el Hospital de Basurto o la Escuela de Ingeniería entre otros. Sin dudarlo, una importante parte del Bilbao del siglo XXI lleva camino de poner allí su sello.

No por nada Garellano es una de las zonas que mayor renovación ha experimentado en la nueva reordenación urbanística de Bilbao. El proyecto del equipo Rogers Stirk Harbour + Partners, liderado por Richard Rogers, fue elegido para el diseño del complejo de ocho viviendas de Garellano, que concluye con la edificación de la Anboto Dorrea. Su elección, vino motivada por un jurado compuesto por miembros del Ayuntamiento de Bilbao, la sociedad Bilbao Ría 2000, el Gobierno Vasco y arquitectos expertos en urbanismo, de entre cinco proyectos preseleccionados. Esa citada cumbre, Anboto Dorrea, es el segundo edificio más alto del País Vasco tras la Torre Iberdrola y el edificio más alto destinado a viviendas jamás construido en estas tierras. Un nuevo futuro amanece junto a él.