O contaba con toda la humildad posible. Su afición a la micologia surgió de forma casual. "Un día, en Plentzia, un amigo y yo fuimos a preparar unas cabritas que habíamos pescado a un restaurante, En ese momento, una cuadrilla de seis matrimonios nos propusieron cambiar unas pocas setas por algunos de nuestros pescados. Yo les contesté que no, porque no entendía de setas y me daban miedo. No hicimos el intercambio y los doce se envenenaron. Entonces me di cuenta que no había derecho a que sucediera algo así delante de mí. Me daba vergüenza que siendo farmacéutico y montañero fuese incapaz de distinguir las setas buenas de las peligrosas y doce personas se intoxicasen a mi lado. Empecé a investigar..."

Quien así hablaba era Roberto Lotina Benguria, todo un experto en el enrevesado mundo de la micología, uno de los más grandes al decir de la gente que ha hecho de la búsqueda de setas toda una pasión, la misma que impulsaba a Roberto, el hombre que leía los frutos de la tierra.

Farmacéutico vizcaino, biólogo marino, ictiólogo y micólogo y gastrónomo de alta escuela, su nombre alcanzó el mayor realce al firmar varias de las más afamadas guías de setas y de peces del País Vasco y de Europa. ¿Hombre de renombre...? Tanto que en su Plentzia natal (en realidad nació en Gaminiz, municipio perteneciente a Gorliz por aquellos años, y hoy, a Plentzia) una calle lleva su nombre.

Para llegar a ese hito conviene recorrer toda su trayectoria vital. Nacido en 1912, era hijo del capitán del vapor trasatlántico Príncipe de Asturias, José Lotina Abrisqueta, un experto hombre de mar de 44 años que llevaba 15 en la naviera Pinillos. En 1916, cuando Roberto Lotina apenas contaba 4 años de edad, el vapor naufragó al norte de la península de Búzios (Brasil). Las crónicas cuentan que el cargamento más sobresaliente que transportaba el vapor era una obra artística notable: el Monumento a la República también llamado Monumento de los españoles. Era un regalo de la comunidad española residente en Argentina a la República Argentina con motivo del Centenario de la Independencia de Argentina de España, declarada en 1810. El padre de Roberto fallecía en la tragedia.

Con todo, el joven Roberto realizó los estudios de bachiller en el Colegio de los PP Jesuitas, en Bilbao, y los de Farmacia en Madrid. Abrió una farmacia en la calle de la Ribera y allí fue desarrollando sus dos aficiones paralelas: las setas y la biología marina. Pronto alcanzó una notable fama como experto en setas y numerosas personas acudían a consultarle; incluso los responsables de la consulta municipal de setas, acudían a él cuando les asaltaban las dudas.

Se le escuchó habar más de una vez, de la influencia del frío y el calor en las setas y "no otras razones como el influjo de la luna" y quejarse del maltrato dado por la gastronomía en su época. "Siempre presentadas como guarnición o en revuelto, pero sin una carta de setas pese a su propia personalidad"

A partir de 1967 comenzó a divulgar sus conocimientos en una larga serie de conferencias, más de 300 a lo largo de su vida. También con sus publicaciones acerca de las setas los peces y los moluscos. Es autor de numerosas publicaciones, entre las que se encuentran: Guía micológica del País Vasco y de Las Setas (Bilbao, 1976); Mil setas ibéricas (Diputación Foral de Bizkaia, 1985); Las setas de Vizcaya (Bilbao: Bilbao Bizkaia Kutxa, 1992); Mariscos y especie afines (Diputación Foral de Bizkaia, 1993); Angulas y anguilas (Bilbao: Bilbao Bizkaia Kutxa, 1995) y junto con José Borja Alvarez, Mario de Hormaechea y Carlos Landa, de Peces de mar y de río (Bilbao: Studio-Credilibro, 1986). Falleció en 1997.

Comenzó a interesarse por el estudio de las setas al ver cómo se intoxicaban 12 personas a su lado en un restaurante

Huérfano del capitán de navío, José Lotina, su farmacia en La Ribera se convirtió en un oráculo sobre las setas