RA hijo de Atxuri, donde nació casi con el siglo XXI, en 1905, y un hombre de ideales; polifacético y muy implicado en las guerras que se cruzaron en su camino: la Guerra Civil y la II Guerra Mundial, campos de batalla, ambos, en los que trabajó como médico de campaña al abrigo de su formación como médico especialista en ginecología y obstetricia.

Fue consecuencia de su época y de su formación. No en vano, el médico Ángel de Agirretxe Goikoetxea estudió en las Escuelas Vascas de la Plaza Nueva y desde muy joven destacó como activista político en el marco del nacionalismo vasco por lo que fue detenido y encarcelado en varias ocasiones habida cuenta que se participación fue dinámica y comprometida. Cuentan las actas que llegó a ser secretario de Bilbao'ko-Euzko-Gaztedia; redactor de Aberri, miembro de Bizkaizko Mendigoizale Batza y director del semanario Bilbao'ko-Euzko-Gaztedia;AberriBizkaizko Mendigoizale BatzaJagi-Jagi , en 1932. Quienes le conocieron dijeron de él que fue un excelente publicista político, entre otras habilidades.

Fue lo que se llama un culo inquieto, dicho sea en la acepción más elogiosa del término. Era un espíritu audaz y atrevido y un hombre comprometido con su época. Conviene recordar que en 1930, con apenas 25 años, ingresó en el Cuerpo Médico Municipal de Bilbao como tocólogo, cargo que compartía con su gran afición a la caza, una rica vida social y sus múltiples actividades políticas al servicio del nacionalismo vasco. Eran tiempos de efervescencia ideológica y días cargados de actividad.

Al estallar la guerra en 1936 se incorporó como voluntario, primero como oficial y más tarde como médico, en los batallones Zergaitik Ez y Lenengo il, donde vivió en primera línea la crudedeza de una guerra y sus estragos. Tal había sido su pasión por la caza que al no encontrar con quién dejar a su perro de caza al partir hacia la contienda aseguran que se lo llevó al frente consigo. Tras la caída de Bilbao formó parte del cuadro médico del hospital La Roseraie, establecido por el Gobierno de Euskadi, en Biarritz, durante la guerra del 36. junto a los doctores Garaigorta, Otxandiano, Aranguren, Astorki y Pereiro. Allí trabajó como médico de los refugiados en Francia hasta que la II Guerra Mundial se cruzó de nuevo en su camino. Al producirse la invasión alemana del país galo escapó de San Juan de Luz en el langostero bretón Solangane. Eran días sin tregua, aquellos. Días en los ue resultaba imposible casi buscar un punto de sosiego en aquella turbulenta primera mitad del siglo XX.

La salida por mar apenas fue una pausa en su trepidante peripecia vital. De Francia pasó a Irlanda y más tarde a Inglaterra. Formó parte de los mandos del Batallón de Fusileros Marinos de la Francia Libre, unidad proaliada bajo bandera francesa creada por el Gobierno vasco en mayo de 1941, que fue vetada por el Gobierno británico. Pasó entonces a la Marina Francesa, en la que alcanzó el grado de teniente coronel médico.

Una vez terminada la guerra mundial, tras el Pacto de Baiona, quedó en el exilio en Iparralde, donde volvió a dirigir Jagi-Jagi mientras a la vez colaboraba en la revista Hordago, dirigida por Marc Legasse. En sus últimos años de vida sufrió mucho debido a una enfermedad, que le impedía llevar una vida normal. En el verano de 1952 el nacionalismo vasco le rindió un homenaje en Bidart, presidido por el lehendakari José Antonio Aguirre. Así vivió hasta su fallecimiento el día de San Martín, un 11 de noviembre del año 1958, en la localidad labortana de Donibane Lohitzune. Su vocación médica y periodística y su sentimiento político, amén de los avatares de la guerra que le tocó vivir, llenaron su corta vida si se juzga que falleció con 53 años.

Dirigió la revista 'Jagi Jagi', y fue médico durante la Guerra Civil y en la Marina Francesa durante la II Guerra Mundial

Formó parte del Tercer Batallón de Fusileros Marinos de la 'Francia Libre' creada en mayo de 1941