U erupción, en pos del cielo de Bilbao, causó asombro en la villa, como si fuese un "aquí estoy yo" a mano alzada (algo de eso hubo, a buen seguro...), en aquellos días trepidantes. Eran los años sesenta del pasado siglo, un tiempo en el que se decía que el dinero pastaba en Bilbao. El Banco Vizcaya, lanzado en su proyección, buscaba un símbolo que escenificase la transformación de la ciudad. Con esa voluntad de hierro de dejar huella se ideó la torre del Banco Vizcaya, hoy conocida como torre Bizkaia, cambió el skyline de Bilbao y dio inicio al desafío de la arquitectura vertical en la ciudad.

No fue nada ajeno a su época. No en vano, durante las décadas anteriores la arquitectura bancaria y de oficinas había sido la protagonista de la transformación del paisaje de las principales capitales internacionales. Poco a poco los rascacielos de vidrio y acero habían colonizado los corazones urbanos. Era un tiempo de progreso técnico y tecnológico.

En Europa irrumpen con fuerza nuevos modelos de edificios de gran altura. Son los gigantes de acero y cristal. El edificio Seagram (1954-1958) en Nueva York, de Mies van der Rohe; el edificio SAS (1956-1961), en Copenhague, de Arne Jacbobsem, o la sede del Banco Popular Español (1957-1959), en Madrid, obra de Ortiz y Echagüe eran algunos de los edificios que hacían soñar a la dirección del Banco de Vizcaya, que aspiraba a dar un triple salto mortal hacia la modernidad.

Aquel miércoles 23 de abril de 1969 tuvo lugar el acto oficial de inauguración de la torre del Banco de Vizcaya en Bilbao. El emplazamiento, eso sí, ya había sido inaugurado para el mismo uso sesenta y seis años antes. Cuando se funda el Banco de Vizcaya el 26 de marzo de 1901 se situó, de manera provisional, en el número doce de la calle Bidebarrieta en el Casco Viejo, a la espera de que terminase la construcción de su sede en el número uno de la Plaza Circular. Este primer edificio, diseñado por el arquitecto José María Basterra y finalizado en 1903, era ya un edificio emblemático, elegante y coronado por una cúpula que sería durante mucho tiempo una seña de identidad de la ciudad. Pero eran los sesenta, ya les digo. Días de modernidad.

Y de un punto de creencias ingenuas a pie de calle. En alguno de los cafés cercanos se llegó a decir que el color rosado con brillos dorados de los ventanales resplandecía porque habían mezclado el vídrio con virutas de oro. El pecho por delante como demostración de su riqueza. Por supuesto, jamás se reconoció semejante historia.

Retrocedamos un tiempo. En 1963 se convocó un concurso de ideas para el diseño y construcción de la Torre del Banco de Vizcaya. En él resultaron ganadores los arquitectos José Enrique Casanueva y Jaime Torres. Dos años después, en noviembre de 1965, es visado el proyecto y se inicia la construcción del edificio más alto del País Vasco: la torre del Banco de Vizcaya.

Con sus 21 plantas y los 88 metros de altura, la fachada presenta un muro-cortina, con vidrios coloreados, que contribuyen a mermar la monotonía del muro. El edificio crece en altura diferenciando volúmenes mediante cambios en los módulos verticales, contribuyendo a la movilidad y distintos puntos de vista que concurren en este hito de la ciudad, uno de los pocos rascacielos existentes en Bilbao por aquel entonces. Fue integrándose en la ciudad.

En la fuente que refrescaba sus pies quedó, al menos una vez en su vida, la inmensa mayoría de la ciudadanía y la explanada fue uno de los lugares predilectos de los skaters y los músicos callejeros. En la base de la torre se encontraba la escultura Elogio del hierro (1997) de Eduardo Chillida. Era el salón de casa.

Sin embargo, en 2009, y dentro del plan de racionalización de inmuebles, BBVA comenzó a trasladar a sus trabajadores a la antigua sede del Banco del Comercio, en el número 12 de la Gran Vía. No es fácil vender un icono. La reducción de la demanda de superficie comercial y de oficinas o el hecho de que la torre se encontrase contaminada por amianto, lo que precisó una limpieza posterior, retrasó la operación hasta que en 2018 BBVA ultimaba la venta de su rascacielos en Gran Vía al fondo inversor Angelo Gordon.

Ahí comienza el movimiento más agitado. En las plantas inferiores está operativa la macro tienda de Primark desde el mes de mayo. La Diputación alquila parte de la torre al fondo inversor y ya se llama Torre Bizkaia. "Nuestra intención es encender la luz y hacerlo conectados con otros 140 espacios emprendedores del mundo", anunció en fechas recientes el diputado general, Unai Rementeria. Al parecer están organizando una red con empresas, pymes, startup y asociaciones que "llenarán de vida ese centro. Estamos trabajando y concretando su participación con 50 empresas y miembros que conforman este ecosistema vizcaíno, especificando lo que será el faro y la punta de lanza de Bizkaia y de la estrategia Bizkaia Startup Bai, absolutamente imprescindible para garantizar el presente y futuro de nuestro territorio".

El 6 de septiembre se supo que gestores de Boston, Londres y Tel Aviv (CIC, Impact Hub y SOSA) sellaban una alianza inédita para aspirar a liderar el centro de emprendimiento. PwC y Talent Garden lograron la adjudicación provisional del CIE de la Torre Bizkaia. El 28 de septiembre, el diputado general, Unai Rementeria anunció que el Centro Internacional de Emprendimiento de Bizkaia abriría sus puertas en el primer trimestre de 2022.