S de toda justicia presentarle como artista vizcaino, por mucho que Juan Bay Sala, pseudónimo de Juan Bayón Salado, naciese en Logroño el 24 de junio de 1913. No en vano, en 1918 se trasladó a Bilbao. Recuerdan las crónicas urbanas que a principios de los años 30 instaló su caballete en el Arenal bilbaino, donde pintaba y rifaba sus cuadros entre los asistentes con el fin de ayudar con la recaudación a sus padres. Por aquel entonces firmaba como Bayón, y pronto se convertía en una institución del lugar.

¿Puede llamarse el pintor de buen corazón, el pintor generoso? Por supuesto que sí. Si me creen, escúchenle al pintor Manuel de Gracia: “Profundamente humano y solidario, no dudará ante la catástrofe de Bermeo en la que mueren varios pescadores como consecuencia de una galerna, y en Santurce, por la muerte de otro pescador, donando todos sus cuadros para allegar fondos a las viudas y huérfanos, y durante nuestra contienda, pinta en el Arenal durante ocho días seguidos, desde las 8 de la mañana hasta las 12 de la noche, con el fin de recaudar dinero para el Hospital de Sangre del Gobierno de Euskadi. Son acciones que repite una y otra vez a lo largo de su vida en cuantas circunstancias lo requiere: las inundaciones de Bilbao, la explosión de Ortuella... y tantas otras”.

En 1941 celebró su primera exposición en Bilbao y un año después expuso en Zaragoza donde por primera vez usó el pseudónimo de Bay-Sala en la firma de sus obras. En 1943 concurrió a la Exposición Nacional de Bellas Artes con el cuadro Puerto de Motrico. En 1945 se presenta en la Primera Exposición Provincial de Bellas Artes en Bilbao con las obras Riberas Frondosas y La Mina Abandonada; obteniendo la medalla de oro del Ayuntamiento de Bilbao.

Bay-Sala fue socio fundador de la Asociación Artística Vizcaína de la que fue Socio Honorario y participó en la exposición 35 Paisajes Vascos en la Galería Witcomb de Buenos Aires. En la primavera de 1950 marcha a París, donde fija su residencia hasta finales de 1969 en busca de las raíces del impresionismo. Testigo de su obra fue Salón de Toile de París, junto a artistas tan eximios como Cocteau, Dalí, Dufy, Picasso, Utrillo y Vlaminck, entre otros. En 1968 celebra exposiciones en Tokio y París. Desde 1975 su hijo mantiene abierta la galería Bay-Sala en Licenciado Poza. En 1985 es invitado a la exposición Maestros Actuales de la Pintura Española para la inauguración de la galería The Embassy de Miami. Sus obras se encuentran en el Museo de Bellas Artes de Bilbao y el Museo San Telmo de San Sebastián entre otros. En 1995 dijo adiós. Había dejado huella.