El preso Luis Bárcenas nos recibe con el pantalón del chándal de la trena perfectamente planchado a raya. Le ha puesto un forrillo de ante al cuello de la chaqueta del mismo chándal, como a él le gusta. Por debajo, camisa de cuello blanco con rayas al bies y corbata azul con estampado de banderitas. Calza unos castellanos granates con calcetín de espuma semitransparente. Paseamos con el exsenador y extesorero por el patio de Soto del Real. Los grupitos de internados por pertenencia a maras, mafias y clanes le saludan con respeto y se dirigen a él con un “don Luis”. “Estoy contento, con las nevadas de la Filomena esa, he podido esquiar en este mismo patio sin necesidad de pedir un permiso para viajar hasta los Alpes suizos. Hubiera tenido que superar las restricciones, no las de Instituciones Penitenciarias, no te creas, las del covid. Lo otro me lo paso por... Ya me entiendes”.

Vuelve a ser usted el hombre de moda.

-Ya ves. Soy el C. Tangana de la política española: amo a Rosalía, voy de chuleta y me sobran ofertas por cantar. Fijo que sabes cómo te digo, tron. La única diferencia es que mi Rosalía es una señora elegante, no como la chavalita esa del tran-tran y el ombligo al aire. Que no se le entiende nada. Mi Rosalía es una diva del barrio de Salamanca.

Sorprende que conozca usted la música de C. Tangana.

-Llevo mucho entrando y saliendo del maco, pavo. En el chabolo te da tiempo a todo. Y lo de Taburete, ya sabes que en ese conjunto toca mi hijo, el Willy, resulta muy blandurrio. Por cierto... ¿Tienes Zyloric para pasar? Es que estoy en pleno ataque de gota y se me han acabado las pastis, tío.

Hombre, eso en la farmacia de Soto del Real. Permítame que abunde en lo de C. Tangana: con el tremendo abismo generacional y cultural que le separa a usted del reguetonero madrileño, ¿encuentra sentido a ese tipo de canciones?

-Total, tronco. Esa música es pasote. Y qué letras. Me tienen to-loco. Hay una que canto cada mañana. Espera, que me pongo los dedos en la oreja y te la interpreto ahora. Mmm-Ahha. Va para ti, Marianooooo!! “Tú me dejaste de querer cuando te necesitaba, cuando más falta hacía, tú me diste la espalda...”

Muy buena. La conozco. Aunque no sé si a Mariano….

-Calla, capullo. Que sigo. “Yo me creía que era el más cabrón, pero me estoy notando el corazón, estás apretando mucho, presi, déjalo, si quieres te doy la razón”.

Se mueve usted como un auténtico reguetonero, señor Bárcenas. Emociona comprobar cómo los compadres del patio le acompañan a las palmas y los coros, con esos “toma que toma; dale que dale; y eso es, chipú-chipú” . Por cierto, que la letra, la letra está escrita para usted ¿Recuerda que le llamaban ‘Luis El Cabrón’?

-Está gente tiene mucho duende. Más que la de Génova. Y claro que mantengo presentes aquellos tiempos de Luis El Cabrón. ¿Cómo olvidar tanto cariño? Espera, que voy con la última estrofa. Esta se la dedico al juez Pedraz, que es el que lleva el caso de la Caja B del PP. “Yo lo único que quiero es largarme de aquí, me da igual dónde puedas elegir, algún día, dentro de poco, me voy a arrepentir, de haberte confesado lo que me hace sufrir”.

¿Está seguro de que Tangana no pensó en usted?

-Me han dicho que se inspiró en mi persona. Lo que sí que ha hecho es pedirme que le lleve las cuentas. Parecía bobo el muchacho, ¿eh? Pero no: le va la vitamina B. ¡Jajajaja! “Marianooooo, escuchaaaa, tu me dejaste de querer cuando te necesitabaaaaa, cuando más falta hacíaaaaaa, tu me diste la espaldaaaa…”