S la palanca que mueve el eje, el corazón del conocimiento, la desembocadura del río de los saberes, con todos sus afluentes. No por nada, en la encrucijada que hoy se despliega sobre este mapa se sitúa el centro de Abandoibarra, con la biblioteca de la Universidad de Deusto y el paraninfo de la Universidad del País Vasco (UPV/EHU). Flanqueado por la Torre Iberdrola y junto al Museo Guggenheim, ese punto estratégico enlaza con la propia Universidad de Deusto a través de la pasarela Pedro Arrupe, que conecta ambos lados de la Ría. Cómo no considerarlo como el ágora moderna de un Bilbao que ama la cultura y el diseño; la arquitectura y el conocimiento. Las consideran fuerzas motrices del Bilbao del siglo XXI.

Cara a cara se sitúan dos arquitectos de renombre, un hermoso hábito en la reconstrucción de aquel Bilbao que cayó en las garras de la tremenda reconversión industrial que tiznó de gris y pobreza a la ciudad después de enriquecerla. Dos nombres, decía. El portugués Álvaro Siza y el navarro Rafael Moneo, sobre el ring, si es que me permiten decirlo con un símil pugilístico.

No hubo un combate como tal, pese a que la sociedad no puede evitar la comparación y el contraste a lo largo de esta última década. No en vano, el edificio de Moneo fue inaugurado el 27 de enero de 2009 y vino a sustituir a las antiguas dependencias bibliotecarias de la Universidad de Deusto, ya con nuevos y diferentes usos, mientras que aproximadamente un año y medio después, el paraninfo de la UPV/EHU fue firmado por el equipo de Álvaro Siza el 21 de septiembre de 2010, lo que significa que acaba de cumplir los diez años de vida.

Recordemos que el edificio que el arquitecto Rafael Moneo diseñó en Abandoibarra para albergar 1.000.000 de libros, que forma parte del patrimonio cultural de la Universidad de Deusto, sufrió un deterioro en su fachada exterior, presentando daños y desconchones. La entidad acometió en el verano de 2016, solo siete años después de su apertura, distintas medidas preventivas tras el desprendimiento de dos losetas de cristal de 7,5 kilos cada una, viéndose obligada a retirar otras 58 piezas ante el riesgo de desplomes. Finalmente, el centro educativo inició la reforma integral de la fachada a principios de mayo de 2018, prolongándose su ejecución hasta noviembre. La actuación arrancó simultáneamente por distintas partes del emblemático edificio, interviniéndose las cuatro fachadas de la biblioteca.

Más firme se ha mostrado el edificio de Álvaro Siza. Con forma de ‘L’, el espacio cuenta con más de 9.000 metros cuadrados de superficie construida, repartidas en seis plantas. Los 2.300 m² de la planta baja albergan el auditorio principal del edificio, Mitxelena, con espacio para 441 personas, un amplio vestíbulo de 400 m², dos salas de reuniones y una espaciosa tienda. Las plantas primera, segunda y tercera tienen una superficie ligeramente superior a los 1000 m², acogerán las dependencias del Rector y del Consejo de Gobierno, dos auditorios para 161 y 66 personas respectivamente, cinco espacios diáfanos para exposiciones u otros usos y oficinas de diferentes servicios de la UPV/EHU. Además, el edificio cuenta en su primera planta con una terraza ajardinada de casi 400 m² y unas vistas espectaculares. En el subterráneo del edificio hay un aparcamiento y varios almacenes.

La presencia de dos centro académicos de semejante envergadura y de febril actividad provoca que la zona se haya convertido en un punto de encuentro de la juventud casi a diario. A ello hay que añadir que unos metros más adelante, en el paseo de Uribitarte, se ubica Bilbao Berrikuntza Faktoria (BBF), un proyecto pionero de aprendizaje, innovación y emprendimiento, ubicado en Bilbao, e impulsado y gestionado por Mondragon Unibertsitatea y el Grupo Init, en colaboración con el Ayuntamiento de Bilbao. Es otro polo de atracción para la juventud en formación y una tercera pata para el banco académico.

Volvamos al eje que conecta con la universidad de Deusto a través del cordón umbilical de la pasarela Pedro Arrupe, otro afluente del que llega la riqueza de un puñado de estudiantes que cruzan esa travesía a diario. Puede decirse casi que en ese cruce se dibuja una rosa de los vientos académica y de joven edad.

En ese laberinto de salas de estudio y de conferencias, de bibliotecas, ordenadores y mesas de investigación se ocultan rincones secretos cargados de sorpresas. Contemplemos, sin ir más lejos, la vista desde la enorme terraza ajardinada del edificio, llamada Menchu Gal en honor a la pintora guipuzcoana. Se trata de un lugar único en Bilbao. A ello hay que añadir que los materiales de la fachada del paraninfo se han elegido como complemento a los brillos que produce el titanio del museo y al vidrio moldeado de la biblioteca de la UD: azulejo gris de tradición portuguesa (ahí se percibe la procedencia de Álvaro Siza) y mármol blanco de Macael.

Hay un algo vegetal en la biblioteca-CRAI, otra de las sorpresas del rincón. La biblioteca conecta con el parque que la envuelve mediante un patio abierto, a modo de transición entre lo construido y el jardín.Las salas de lectura, que se encuentran en plantas superiores, se orientan con vistas al Museo Guggenheim, que supone el fondo de la escena. Los núcleos de comunicación vertical, almacenaje de libros, espacios de trabajo y los espacios de servicio envuelven estas salas. La biblioteca por tanto prioriza la presencia del lector, a quien se destinan las zonas más nobles de la misma. En el interior, una cafetería con refrescante terraza y precios muy desahogados (algo propio para la juventud...), remata el espacio.

Cuesta arriba desde el punto en que ambos edificios parecen besarse, si es que se puede decir así, se dibuja una avenida del conocimiento que desemboca en la plaza Euskadi, flanqueada por la torre Iberdrola que parece vigilar los dos edificios citados en este artículo. El rincón ofrece un juego de espejos en el que uno puede recrearse en las nuevas formas de relación con los que la universidad entra en contacto con la ciudad, incluido el guiño de la apuesta por dos arquitectos de altura, uno de los usos que ha empleado Bilbao para su regeneración vital. Cabe hablar, por tanto, de una transfusión de sangre joven que baña de energía a la ciudad.