LLÁMALO como quieras: pulsera cuantificadora, banda de actividad o smartwatch, pero aprovecha este verano para usar uno y sacarle partido a todas las posibilidades que tiene. Si el teléfono móvil lo usamos para cualquier cosa menos para hablar, a estos relojes les sucede lo mismo, consultar la hora es la función menos utilizada.

Su evolución ha sido enorme y todavía les falta mucho por recorrer en el campo de la recogida de datos médicos que es donde les veo un mayor sentido en el futuro. Gracias a la fotopletismografía, un sencillo sistema que envía una luz sobre nuestros vasos sanguíneos y su rebote es captado dándonos nuestra frecuencia cardíaca, y a las diversas aplicaciones, podemos ser capaces de capturar millones de datos y ayudarnos a prevenir enfermedades. Si todos utilizáramos este tipo de dispositivos y cruzáramos nuestros datos, este tipo de aplicaciones pueden llegar a ser tan inteligentes que los algoritmos nos van a avisar antes de que tengamos alguna dolencia y no después, como sucede en la actualidad.

Sé que muchos profesionales médicos todavía no comparten esta idea y siguen considerando estos dispositivos como meros juguetes, pero es una cuestión de tiempo y de estadística que poco a poco les sacará de su error. Si para mí lo más importante es la parte médica de estos sistemas y cómo me ayudan a controlar mi salud, existen otros factores a tener en cuenta en función de las actividades que desarrollemos. Quizás lo primero es saber si somos de Android o de iOS.

Si dispones de un teléfono Apple y de verdad le quieres sacar todo el partido posible no te quedará más remedio que pasar por caja, y comprar el Apple Watch, que a la hora de escribir este artículo cuesta entre 400 y 500 euros. Las pulseras para Android están en un rango de 100 a 400 euros. El diseño o tamaño de la caja es algo muy personal y no voy a entrar en la discusión de aquellos que no quieren renunciar a su reloj de oro cuya única función es dar la hora y éstos que muchas veces parecen de plástico aunque hay opciones de acero y de otros materiales. La pantalla es un elemento auxiliar, el alma de estos relojes está en la aplicación que tengas instalada en tu teléfono y es allí donde le sacaremos el mayor partido. Eso sí, es maravilloso consultar los mensajes que nos van llegando, saber quién nos llama sin tener que sacar nuestro móvil o leer correos electrónicos sin mucho texto. Cuando te acostumbras a esto ya no puedes renunciar a la pulsera. Como siempre, la batería es el talón de Aquiles de algunos de estos gadgets, ya que los que tienen un mayor número de funciones los tendremos que cargar casi a diario mientras que otros modelos aguantan semanas.

Si no estás seguro y no quieres realizar una gran inversión te aconsejo que empieces por una pulsera sencilla, que te mida el ritmo cardíaco y los pasos que has dado a lo largo del día. Enseguida empezarás a ponerte nuevas metas, pasando de los cinco mil a los diez mil pasos, analizarás tu ritmo cardiaco y no te convertirás en un hipocondríaco sino todo lo contrario porque dispondrás ahora de información en tiempo real sobre cómo funciona tu corazón. Además, pronto descubrirás otros amigos o compañeros de trabajo que también las usan y podrás compartir los datos de cuánto caminas o qué rutas haces gracias al GPS que llevan integrado y tendrás mayores incentivos en superarte o superarles a ellos. Enseguida darás el siguiente paso a un reloj más profesional.

@juandelaherran