A 653 km de Santiago de Compostela emerge la catedral, a catedral, la única consagrada al Apóstol junto con la de Compostela, de estilo gótico y con sucesivas remodelaciones en los siglos XIV y XIX. Ya a finales del siglo XI es probable que existiera una ermita dedicada a Santiago Apóstol, en el emplazamiento actual de la catedral homónima o en sus alrededores, la cual por aquel entonces se erigía como un punto de referencia para los peregrinos medievales. No está claro para la arqueología de la Historia. Lo que sí es evidente que se cruza en el camino del Norte. No por nada, la Puerta del Ángel, uno de los tres accesos al edificio histórico por el claustro, también es conocida como Puerta de los Peregrinos.

Les hablo de una puerta estrellada. O, si lo prefieren, de una estupenda portada del gótico florido de los primeros años del siglo XVI en cuya parte superior nos encontramos la estrella jacobea. La puerta, situada en la calle Correos, conecta con el único claustro gótico que se conserva de la zona, si exceptuamos el de San Francisco de Bermeo. Conviene recordar que la catedral fue construida entre el último cuarto del siglo XIV y principios del XVI en estilo gótico, si bien su fachada y torre son el resultado de una profunda reconstrucción acometida en el siglo XIX, en estilo neogótico.

La portada tomó su nombre de un retablo dedicado al arcángel San Miguel que existía en el interior del claustro. Esta puerta se construyó entre los años 1505 y 1510, dentro del estilo gótico tardío. El paso del tiempo y las agresiones habían degradado la piedra y la madera de esta zona de la catedral, hasta el punto de que antes de comenzar los trabajos de restauración de 2000 ya se habían empezado a perder sus figuras.

Trabajos de restauración Los trabajos de restauración fueron dirigidos por el arquitecto Joseba Rementería. El proceso consistió, fundamentalmente, en la consolidación de esta estructura arquitectónica para evitar que continuara su deterioro. Además, se procedió a una limpieza suave, a baja presión, de la piedra y al tratamiento de la madera para que respire. El catedrático de Historia de Arte de la Universidad de Deusto José Ángel Barrio destacó que la portada guarda una estrecha relación tipológica con la de Santa María de Güeñes, construida diez años más tarde, dentro del mismo estilo arquitectónico. Ubicada en la cara norte de la catedral, la puerta, que también se adorna con relieves de laburus, da acceso al claustro. Aprovechemos que está entornada y pasemos.

Para la creación del singular claustro, uno de los rincones secretos del Bilbao moderno, se invadió el espacio del antiguo cementerio norte del templo. En el siglo XX, entre 1924 y 1931, se enriqueció su traza con importantes adiciones escultóricas. A entonces corresponden la crestería, los pináculos, las gárgolas y la tracería de los intradoses de los arcos. El jardín central está encajonado por cuatro crujías abovedadas con crucería clásica y asomadas al patio a través de grandes ventanales ornados con la mencionada tracería flamígera neogótica, que descansa en tres maineles moldurados.

A lo largo del claustro se hallan distribuidas varias piezas de tipo funerario, pertenecientes a distintas épocas. Iniciando el recorrido por la izquierda, según se accede al claustro, se encuentra la lápida que perteneció a la familia Olloqui, de finales del siglo XVI, que lleva en relieve el escudo con las armas de su apellido. Seguidamente aparece la sepultura de Ortuño de Ugarte, de mediados del XVII. Muestra escudo heráldico e inscripción informativa de los cargos que desempeñó este caballero, fallecido en 1634. Pero el enterramiento más destacado es el que está a continuación, realizado en torno a 1540. Se trata de un sepulcro renacentista en arcosolio reaprovechado posteriormente en el siglo XVIII para enterrar parte de los restos del obispo Andrés de Porras, prelado de la Diócesis de Calahorra, a la que entonces pertenecía Bilbao. La última y más reciente pieza funeraria es la de Francisco Iturribarria, a quien se dedicó el relieve sito en el pórtico sur. Falleció en 1916, aunque no fue hasta 1957 cuando se trasladaron sus restos a este sepulcro, tallado por el escultor Quintín de la Torre. Asimismo, se exponen tres losas pertenecientes a las necrópolis primitivas del templo. El conjunto ofrece una imagen bella y sorprendente.

Pide el texto un punto de respiro, alguna que otra consideración fuera de los oficios. Digamos, sin ir más lejos, que esta iglesia acogió importantes acontecimientos. Quizás el más importante de índole religioso fuese la visita y predicación de San Vicente Ferrer allá por 1408. Hubo otros de índole civil como la aprobación de las Ordenanzas de la Villa en 1483.

Catedral en 1950 Digamos que la iglesia fue consagrada basílica en 1819, a instancias del bilbaino Cardenal Gardoqui, y declarada catedral en 1950, tras fundarse en 1949 la diócesis de Bilbao, si bien, su primer obispo, Casimiro Morcillo, no consagró su altar mayor hasta 1955.

Del peregrinaje les hablaba. En el camino del Norte se traza una etapa que va de Gernika hasta Bilbao para posarse en la citada catedral. Es en ese tránsito donde la gente peregrina adquiere vivencias que más tarde intercambia en los alrededores de la citada Puerta del Ángel, una vez refrescados los sudores propios de la marcha. Recuerdo que en cierta ocasión, compartiendo charla con un grupo de soberanas inquietudes culturales, les oí regodearse en el trayecto y sus circunstancias. "Habiendo salido de Gernika, junto al Árbol, llegamos hasta el alto de Gerekiz y la ermita de San Esteban de Gerekiz". Ahí se detuvieron para recrearse. "En esta etapa el Camino de Santiago coincide en un tramo con el Camino Real o ruta juradera: es el recorrido que realizaban los antiguos señores de Bizkaia para acudir a jurar los Fueros".

En los muros laterales encontramos capillas de fundación particular pertenecientes a familias notables de la Villa de Bilbao, de diferentes épocas. Los pilares son firmes, de sección circular a los que adosan columnillas. Las vidrieras son típicas de la estética gótica, tienen decoraciones vegetales y figuras geométricas en la mayoría de ellas, como excepción, la central en el ábside con la representación de la Santísima Trinidad y a cada uno de los lados de la misma dos, con los cuatro evangelistas.