sUCEDIÓ apenas dos meses antes de que un hombre diese un gran salto para la Humanidad (recuerden las palabras de Neil Armstrong al pisar por primera vez la luna...) y a solo tres semanas de que Iribar lograse con el Athletic la primera de las dos Copas de su palmarés en aquel 1-0 frente al Elche del que se recuerdan las dificultades y que los leones entraron en Bizkaia por Durango como homenaje a Antón Arieta, autor del gol. Aquel 24 de mayo de 1969, mientras el mundo entero aguardaba el saludo de la tripulación del Apolo X, Bilbao estaba más pendiente de otra llegada: El Corte Inglés. Su aterrizaje en la Gran Vía supuso, para la sociedad de la época, un hito mayúsculo, casi sobrenatural. Como si el citado Apolo se hubiese posado junto a la estatua de Don Diego López de Haro.

Las obras de edificación habían durado apenas diez meses, si se juzga que en julio de 1968 se puso la primera piedra. Para la construcción del edificio fueron necesarios tres millones de kilos de hierro, 4.000 metros cuadrados de superficie de piedras y mármoles, 24.000 metros cuadrados de escayola y 34.000 metros cuadrados de pavimentación.

¿Qué había en el interior de ese mayúsculo edificio que se había edificado en el número 5 de la calle principal de la ciudad...? Todo era un misterio, una incógnita. La cascada de escaleras mecánicas, otra gigantesca escalera de caracol y una impresionante lámpara de siete pisos de envergadura fueron algunas de las principales atracciones tras su apertura en aquellos primeros días en los que la gente acudía a verlo todo y a dejarse ver. Sube que te sube y baja que te baja.

"Se necesita administrativa, mayor de 18 años". El anuncio aparecía junto a otros, pero ninguno era tan escueto e intrigante. Fue uno de tantos con los que se reclutó el primer personal de la firma en Bilbao. Que mujeres y hombres compartieran oficio, techo y responsabilidades supuso toda una revolución en aquellos años, cuando las diferencias eran tan acusadas. Era un nuevo continente el que nacía, cargado de sorpresas. Casi millón y medio de artículos y un lema singular que dejó boquiabierta a la ciudadanía. No en vano, aquel "si no queda satisfecho le devolvemos su dinero" fue comentado en mercados y tertulias de café. O esa cascada de aire que desafía la gravedad, que nace del suelo y te inunda al atravesar su puerta, que le refresca a unos los días de calor y les calienta a otros los días de frío.

Fue, desde entonces, uno de los grandes transatlánticos del comercio de Bilbao y sus tremendos alrededores. Con en torno a 1.500 empleados, más de 30.000 metros cuadrados de superficie comercial distribuidas en siete plantas y aproximadamente 1,5 millones de referencias de artículos, El Corte Inglés de Bilbao ha consolidado durante las últimas cinco décadas su posición como referente comercial y motor económico y de empleo no sólo de la capital vizcaina, sino también de su amplia zona de influencia. Se ha convertido en uno de los iconos de la ciudad.

Al habla con los despachos centrales de la casa, hay que recordar que, en términos generales y según un estudio elaborado por la consultora independiente KPMG, la actividad desarrollada por El Corte Inglés supone un impacto en el PIB de Bizkaia del 1%, con una contribución de 387 millones de euros. Desde la perspectiva del empleo, el grupo de distribución contribuye al sostenimiento del 1,8% de la población ocupada de este territorio. Ese porcentaje, que recoge tanto el empleo directo como indirecto e inducido, se traduce en más de 8.000 puestos de trabajo en Bizkaia. Aparece otro dato relevante en los informes: el número de personas que han trabajado directamente durante estos cincuenta años en el centro comercial bilbaino supera las 15.000.

El coloso no era el mismo cuando nació. El edificio con el que El Corte Inglés de Bilbao arrancó su actividad hace medio siglo ha experimentado dos ampliaciones. La primera se produjo cinco años después de su inauguración, cuando ocupó un solar adyacente de 3.000 metros cuadrados ocupados por un antiguo colegio, lo que permitió ampliar muy notablemente su superficie comercial. Ya en 1995 se produjo la segunda ampliación y con la misma se alcanzó la actual dimensión.

En su interior y en los exteriores, El Corte Inglés se involucró en el día a día de la ciudad paso a paso. El encendido del alumbrado de Navidad ha sido, sin ir más lejos, un acontecimiento social. Eran aquellos días que muchos recordarán aún con un manojo de nervios en el estómago, cuando había que entregar la carta al paje o saludar a Olentzero.

Lo que les decía. El sello de aquella casa fue extendiéndose a través de patrocinios y colaboraciones en el campo del deporte, ligado a las regatas, la pelota, las exhibiciones de aizkolaris o el running; la cultura, con un célebre apoyo al Museo de Bellas Artes de Bilbao, o actividades de carácter solidario con colaboraciones con un buen número de ONGs y asociaciones como la Cruz Roja, Unicef, la Fundación The Walk on Project o la Asociación Vasca del Síndrome de San Filippo...

Durante los negros años de la dictadura, la llamada Semana Grande de agosto solo ofrecía espectáculos de pago, opera, toros, teatro,? sin identidad propia y sin participación de la ciudadanía. En 1973 (del 20 al 25 de agosto) El Corte Inglés organizó y patrocinó la I Semana de Deporte Rural Vasco en Bilbao. Las exhibiciones gratuitas de Herri Kirolak fueron algo nuevo y tuvieron una gran acogida entre la población. Ante la misma, Quico Mochales, relaciones públicas de El Corte Inglés, tuvo la idea de realizar un concurso para reunir propuestas que acercasen las fiestas a los ciudadanos. En 1974 expuso esta idea al Ayuntamiento. Pilar Careaga la rechazó.

En 1977 el periodista Zorion Eguileor lanzó la idea de realizar una kalejira y así iniciar unas futuras fiestas populares, callejeras, participativas. Se dieron cita en la calle unas 5.000 personas. En ese mismo año, con una gestora municipal en el Ayuntamiento y con un alcalde en funciones, Jose Luis Berasategui, se volvió a presentar la propuesta, y esta vez sí fue aceptada. El Concurso de Ideas Hagamos populares las Fiestas de Bilbao fue finalmente convocado por el Ayuntamiento de Bilbao y patrocinado por El Corte Inglés. Nacía Aste Nagusia