Pocos medios de comunicación se han hecho eco de una propuesta regulatoria que, considero, pudiera sentar un antes y un después en Europa. Con el nombre Medienstaatsvertrag, los reguladores alemanes vuelven a ser emprendedores normativos introduciendo restricciones a las plataformas sociales que distribuyen de manera inteligente contenidos al alcance de cualquier ciudadano o ciudadana. La propuesta, de manera muy resumida, pretende imponer una serie de obligaciones en los algoritmos de las plataformas sociales que eviten la falta de diversidad informativa y transparencia.

Es evidente a estas alturas afirmar que las redes sociales han ganado un poder considerable en nuestras sociedades. Lo han hecho de forma inteligente además. Han sabido apelar a los instintos básicos del ser humano, y construir un espacio que aparentemente nos trae unas posibilidades informativas y de relación nunca antes tenidas en la historia. A mí personalmente me parece fascinante pensar que pertenezco a la generación que vivió esta transición entre no saber ni por remoto lo que ocurría en Papúa Nueva Guinea a poder ponerme al día en cinco minutos -es una manera de hablar, naturalmente-. O, haber manuscrito y enviado cartas a amigos y amigas en Suecia por un intercambio que tuvimos, a hacerlo ahora en tiempo real por email o WhatsApp. Estas opciones, es indudable afirmar, nos han aportado y enriquecido.

Lo que ha ocurrido tras aparecer estas funcionalidades ya es más cuestionable. Una vez ganaron en atención e influencia, plataformas como Facebook o YouTube se dieron cuenta que podían ganar enormes cantidades de dinero si ese poder e influencia lo traducían en determinar qué podríamos ver delante de nuestros ojos. Y estos contenidos, no necesariamente son coincidentes con los ideales democráticos. Y también, no necesariamente coinciden con la diversidad y pluralismo que necesitamos en las democracias. El Comité de Ministros del Consejo de Europa ya emitió una recomendación hacia el pluralismo y transparencia necesaria a nivel informativo.

Hasta la fecha, ahí nos habíamos quedado. En recomendaciones o informes que alertaban de los riesgos sistémicos que esta era informativa intermediada por algoritmos podrían acarrear. Concretamente, la norma Alemana descompone la propuesta regulatoria en dos tipos de plataformas sociales: vídeo e intermediarias de información. En cuanto a las de vídeo, se proponen regular una serie de elementos que ahora mismo no están siendo considerados en los algoritmos a la hora de posicionar contenidos. La lógica actual es más comercial (lo que más se va a ver) que la democrática (lo que mejoraría la cohesión y bienestar en cualquier sociedad). Por ello, se pide a las plataformas de vídeo que no discriminen contenidos por razones comerciales, que priorice los contenidos de interés general y que permita al usuario elegir cómo quiere que se ordenen los resultados cuando busca algo. En cierto modo, busca que las plataformas de vídeo sociales se conviertan en medios de interés general, y no tanto en instrumentos particulares para el lucro de sus dueños. Por otro lado, en cuanto a los intermediarios de información (donde entrarían las redes sociales, agregadores de noticias, etc.), fundamentalmente la propuesta se centra en evitar las discriminaciones. Es decir, que no se retroalimenten nuestros sesgos al solo exponernos a contenidos que encajen con nuestro perfil o elementos que normalmente consultamos. Y que los medios sociales que exponen información no reflejen los valores implícitos de los humanos que lo crearon (dado el peligro que esto tiene).

Es evidente que esta propuesta regulatoria no es un punto final a un camino que, sospecho, tiene un largo trayecto aún. Pero que haya una primera aproximación hacia la diversidad y la no-discriminación, da un paso hacia un camino que debiéramos recorrer todas las sociedades (no sólo la europea). Algunos y algunas pensarán que se trata de una cruzada contra la desinformación (que probablemente también). Pero lo cierto es que creo que en realidad creo que es más evitar la privatización de la intermediación de la información de interés público y el desarrollo de sociedades plurales que eviten la polarización.