EN 1906 nacía, en el caserío Usparitxa-Jauregi de Muxika, el bertsolari y escritor Balendin Enbeita, uno de los abanderados hijos del euskera en Bizkaia. Digámoslo rápido y en voz muy alta. Digámoslo, si se quiere, al compás de un bertso. Balendin es hijo, a su vez, del patriarca bertsolari Kepa Enbeita Urretxindorra (el carácter abierto de Enbeita y su modo de plantear los temas impuestos fueron la base de un nuevo tipo de bertsolarismo...), y padre y abuelo a su vez de toda una saga de conocidos bertsolaris, con varias generaciones que mantienen hoy viva y activa la llama que prendiera Urretxindorra y avivara el propio Balendin. Es una voz que no se apaga, fuego eterno en la garganta y en la memoria de los amantes del bertso.

No hay que detenerse ahí, en el árbol genealógico de un hombre tan vinculado a la cultura que Bilbao honra su memoria de manera perenne. No en vano, la ciudad encargó una escultura de Balendin al escultor bilbaino José Borlaf Rebollal (1926-1994), que realizó una pieza de medio cuerpo del poeta en el año 1989. La obra se ubica al otro lado del puente del Arenal, en la calle Bailén. Se trata de una escultura naturalista y aire novecentista que reproduce al poeta en posición de recitar sus improvisados bertsos, vestido con americana y tocado con boina sobre un pedestal de piedra. Un legado que perdura.

En 1929, a sus 23 años, Balendin Enbeita ganó su primer campeonato de bertsolaris de Bizkaia, y en 1930 el segundo. Acompañó a su padre, considerada toda una leyenda, en numerosas plazas y contribuyó a darle al arte del bertsolarismo un nuevo dinamismo y calidad. Sonaba como algo nuevo apegándose a las tradiciones. Se diría que era un arte de birlibirloque aquel suyo.

Balendin luchó en el frente en la guerra de 1936, sufrió cárcel en los años posteriores y durante el franquismo fue uno de los impulsores del bertsolarismo en Bizkaia, recuperando con la reanudación de los campeonatos, en 1958, la txapela de Bizkaia, que revalidó en 1959. Hablamos de casi treinta años después de los primeros conseguidos. Llegó a crear una iniciativa precursora y pionera de las actuales escuelas de bertsolarismo, de nombre Garriko, por la que pasaron improvisadores de renombre. Balendin ha dejado cantidad de bertsos escritos sobre el caserío, el euskara, Euskal Herria, la fe..., muchos de ellos recogidos en su libro Nere apurra. Murió a los 80 años de edad en un accidente cuando trabajaba en el caserío.