QUIzás piensen que voy a hablar de Donald Trump. Pero no, lo siento. Voy a hablar de Nayib Bukele, al que muchos han bautizado ya como el presidente millennial que gobierna en Twitter. Se trata del presidente de la República de El Salvador, cargo que asumió el pasado 1 de junio. Donald Trump tiene 73 años, prácticamente el doble de los 38 años que tiene Nayib Bukele. Pero comparten algo que les hace únicos en el mundo: usan su cuenta de Twitter para hacer comunicaciones institucionales. En el caso de Bukele, va un paso más allá que Trump: da órdenes constantes a su equipo de gobierno a través de Twitter.

El 2 de junio, apenas 24 horas después de asumir el cargo, Bukele disolvió a través de varios tuits cinco secretarías de la presidencia. 280 caracteres que alteraron 600 puestos de trabajo en el gobierno. También en esa misma semana, mandó empezar a construir un puente que permitiera a los habitantes de dos villas rurales poder alcanzar un hospital. Bukele tiene un millón de seguidores en dicha red social, en un país que no supera los siete millones de habitantes. Muchos de estos seguidores los consiguió durante su campaña basada en Facebook Lives, Twitter e Instagram. Solo el 10,7% de la población mayor de 18 años tiene Twitter en El Salvador. El ratio de seguidores del presidente de la población con acceso a Twitter es realmente elevada.

Esas destituciones generaron decenas de miles de “me gusta” y de viralizaciones. En El Salvador se volvió tendencia las palabras “se le ordena”; el presidente Bukele estaba usando esos términos para dar indicaciones a sus ministros. Éstos le respondían rápidamente con palabras como “sí, mi presidente” o “ahorita mismo presidente”. Entre los destituidos, se incluyen a tres hijos del anterior presidente -Sánchez Cerén-, así como otros familiares. Estos casos han desatado una oleada de apoyo social al presidente Bukele, así como un enfrentamiento digital entre sus seguidores y oponentes.

El uso de Twitter que hace el presidente salvadoreño se ha vuelto tan popular que una empresa de gaseosas ha sacado una campaña de anuncios con la frase “se le ordena a los salvadoreños disfrutar lo nuestro”. El WhatsApp de los salvadoreños está inundado de memes con la frase “se le ordena” seguido de prácticas cotidianas como “invitarme a una cerveza”.

Hay youtubers que se han puesto a la orden del presidente indicándole que también quiere que “les ordene” algo a través de esta red social.

Lo que está fuera de toda duda es que Bukele está cumpliendo una de sus principales promesas electorales: la transparencia. Pero, ¿tanta? Yo quizás lo describiría más como escarnio público.

Será un nuevo estilo de hacer política en esta era digital y social? Quiero imaginar que una persona como Bukele conoce perfectamente el alcance de sus mensajes y lo que puede traer a efectos de imagen y de reputación de su país y persona. Publicar los salarios de una persona a la que vas a despedir, sin dar más contexto o explicaciones, creo que roza el límite de cierta ética de gobierno. ¿Será un nuevo estilo de liderazgo y gobierno? No lo sé, pero no creo que el uso de Twitter como herramienta de comunicación cumpla con los procedimientos internos de destitución de una institución como un estado.

El tiempo de madurez que tienen las redes sociales es pequeño. Es pronto para evaluar. Pero nos tiene que hacer pensar si no llegaremos a que estas herramientas formen parte de la comunicación interna y externa de las organizaciones. Sin olvidar que son empresas privadas las que intermedian esas comunicaciones, es verdad que a nivel de eficiencia no las gana nadie. Pero convertir en un acto público constante la forma de gobernar no sé si será tan habitual a futuro. Será fácil sino que el populismo campe a sus anchas.

Gobernar implica contrastar, consultar, valorar y escuchar. No retuitear y darle al “me gusta”.