Es un hombre carismático que ha expuesto su vida en una serie a propuesta de la cadena que la está emitiendo. Con un título provocador, Maricón perdido, fue una de las exhibiciones estrellas en el Festival de Cine de Málaga donde se presentó tras finalizar su producción. Bob Pop se ha convertido en uno de los personajes más entrevistados, pero él no se cansa y está encantado de someterse a las preguntas y mantener una conversación abierta a todo tipo de inquisiciones. Reivindica el término maricón y lo considera más una medalla que un insulto. Comenta que el rodaje de cuatro meses ha sido difícil por estar confinado en una silla de ruedas debido a la esclerosis múltiple que padece.¡Vaya temporada de entrevistas! Le supongo agotado.

—Me encanta hablar y, sobre todo, con vosotros. No hay problema. Me gusta hacer entrevistas y contesto a todas las preguntas sin ningún reparo. Es que soy un profesional. Ja, ja, ja... Tú, sin piedad.

Pues sin piedad, porque usted también es un hombre sin piedad cuando se pone en modo crítico.

—Lo era querida, lo era. Ahora ya no, soy muy blandito. Me he suavizado mucho en ese sentido. Ahora ejerzo la piedad.

¿Por qué se ha ablandado?

—Supongo que la vida. Estoy seguro, la vida siempre te hace cambiar. La vida te ablanda y te modera. Vas conociendo a la gente que hace cosas y descubres que todo es mucho menos importante de lo que parece y de lo que uno puede pensar desde la atalaya de crítico.

Siempre hemos considerado el término maricón como un insulto y no suele ser políticamente correcto. Usted no y, es más, lo incorpora al título de la serie que relata su vida.

—Nos tenemos que liberar de ciertas cosas. En vez de recibir ese término como una incorrección, lo tendríamos que recibir como una medalla; el término maricón es muy bonito, por qué tomárnoslo a mal. Hay una frase maravillosa de Miguel de Molina, cuando en un momento en una de sus actuaciones le llamaron: "Marica, mariquita...". Él paró el espectáculo y dijo: "Mariquita no, maricón, que suena a bóveda". Pues yo estoy con él, maricón, sí señor.

¿Qué supone esta serie para usted?

—Una experiencia preciosa y una forma de narrarme en un formato que nunca había hecho. Ha sido un disfrute enorme. Pese a que hay mucha gente involucrada, he conseguido que mi voz, mi tono y mi mirada sigan estando presentes y era algo muy importante para mí.

¿Era un sueño por cumplir?

—¿Un sueño? ¡Qué va! Llegó TNT y me lo propuso. Al principio me pareció un disparate, no me sentía con ninguna autoridad para contarme. La segunda vez que hablé con la cadena, yo ya había empezado a darle a vueltas a cómo podía usar mi vida como excusa argumental para irme a lo que más me interesaba. Y lo que me interesaba era la escritura y la relectura de mí mismo.

Y se convenció.

—Más que convencerme, me empecé a sentir muy cómodo con la idea. No lo hubiera hecho motu proprio. Nunca me hubiera atrevido a proponer Maricón perdido a ninguna cadena. Pero cuando analicé la propuesta, tengo que decir que TNT me ha hecho muy feliz.

¿Ha sacado alguna conclusión después de la relectura de su vida?

—Sí. Una de ellas, la principal, que la vida ordena muy mal las cosas. Tiene que llegar un off para ponerlas en orden y darles su sentido.

¿Por qué la vida ordena mal las cosas?

—Te las va soltando todas a la vez y no te deja coger distancia para mirarte a ti mismo desde lejos y entender que hay una especie de huella enorme. Esa huella suma las cosas que te han ido pasando, que has ido viviendo, que has experimentado. Cuando tienes tiempo y el privilegio de poder contarlo con tu propia voz, te das cuenta de que todo tiene un sentido y que estabas dentro de un argumento aunque tú no lo supieras.

Puede que nos neguemos a hacer esa relectura.

—Puede. Pero te aseguro que, con serie o sin serie, cuando te has releído es cuando comprendes muchas cosas de ti y de los demás, de los que te rodean.

¿Borraría algo de su vida después de la relectura que ha hecho para 'Maricón perdido'?

—Absolutamente nada. Quizá borraría el dolor, pero supongo que el dolor es inevitable en cualquier circunstancia. Probablemente tampoco sería quien soy sin ese dolor y sin otras circunstancias de mi vida. Si te soy sincero, no me atrevo a borrar nada.

¿Cómo ve su vida cuando se enfrenta a ella como espectador?

—Veo que la he contado como yo quería. Tiene todos los elementos: drama, tragedia, comedia, diversión, emoción... Me gusta lo que veo y me gusta poder contar mi vida siendo quien soy ahora.

¿Se animaría a hacer una segunda parte?

—Si me lo piden..., pues no diría que no, no lo descarto en absoluto.

¿Alguna dificultad?

—Lo más difícil ha sido rodar durante cuatro meses una serie estando en una silla de ruedas. Ha sido muy complicado.

¿Cómo se ha sentido delante de una cámara?

—Muy bien, he estado encantado y cuando me he visto en pantalla ni te cuento, me he visto guapísimo. Es fácil sentirme bien, yo solo hacía de mí.

Le parecerá poco.

—Me parece suficiente. Toda la serie está hecha con mi mirada a día de hoy y a través de la memoria.

Dicen que la memoria nos suele hacer caer en trampas.

—Supongo que en ocasiones, pero no creo que aquí. Poder tener momentos en los que tu mirada marca es muy importante y me ha parecido estupendo. Me siento bien con este trabajo y, sobre todo, me he sentido muy arropado.

¿Cómo ha visto a los actores que le han interpretado con menos edad?

—Maravillosos. Estoy tan bien rodeado de actores en la serie, he tenido una fortuna enorme. Todo lo que hacían ellos, me mejoraba a mí. He tenido una madre estupenda, Candela Peña, una mujer maravillosa, trabaja estupendamente. Ella era igual que la imagen de mi madre que tenía yo cuando era niño.

¿Ha borrado a algún personaje de su vida?

—A mi hermano menor. Es él quien tiene que contar su propia historia, no yo.

Ha mirado al pasado y prefiere vivir el presente sin mirar el futuro.

—Mi futuro es incierto...

Como el de todos, supongo.

—Pero yo vivo todo de una forma muy intensa y prefiero disfrutar el presente y trabajar en el día a día. Ver lo que pasa después es ir viviendo minuto a minuto. No puedo proyectarme en el futuro.

¿Qué hace un madrileño como usted en Barcelona?

—Estar enamorado. Todos los que nos hemos ido de un sitio a otro ha sido por necesidad económica o por amor. En mi caso fue por amor. Y aquí sigo.

¿Enamorado?

—Ja, ja, ja... Sí. Siempre enamorado.

¿Por qué se hizo crítico?

—Porque me lo pidieron en 20 minutos. Me dijeron que por qué no hacía crítica de televisión. Les dije: "pero si yo no tengo tele". Me gustó la idea y me compré una tele y me puse a hacer crítica.

¿Qué edad tenía?

—Un chaval, 25 años, no tenía necesidad de ver la televisión y nunca me lo había planteado. Ahora no podría vivir sin ella, forma parte de mi vida. Durante mucho tiempo no la tuve, vivía con un ordenador y veía cosas en él. Pero de una forma muy limitada. El acceso a la televisión vía internet no tenía nada que ver con el de ahora.

¿Qué ve en televisión?

—Muchas series. Soy adicto a Gloria Serra, me encanta.

La que va estar encantada es ella con lo que usted dice.

—Lo hace muy bien. Veo series. ¿Sabes lo que me ha encantado? El documental de Rocío Carrasco. Va más allá de todo lo que hay alrededor.

¿Por qué le ha gustado ese docudrama?

—Es un formato que no habíamos visto, sobre todo en esa cadena y de esa productora. Me ha parecido revolucionario. No me gustan los programas matinales, me horroriza el morbo y aborrezco las tertulias políticas.

¿No se ha sentido muy expuesto al mostrar sus intimidades en 'Maricón perdido'?

—Sí, claro que me he sentido expuesto. Pero estoy tan bien rodeado, tan acogido y tengo tanta red de amor, que he vivido situaciones en las que no he tenido miedo. Solo hablamos del riesgo de exponerte, aunque exponernos también nos da la posibilidad de mostrarnos tal y como somos y que las personas que nos aceptan como somos, nos muestren su afecto. Expones quién eres desde la verdad y desde el amor.

¿Hay un Bob antes de la serie y otro después?

—No lo sé. Hay un Bob que está recibiendo una cantidad de amor y comprensión hacia la historia que he contado que no esperaba y me está haciendo muy feliz. Pero terminará pronto, no creo que dure.

¿Y cómo ve usted a Bob Pop?

—Creo que soy generoso, cariñoso y fácil. Pero a lo mejor contrastas esta opinión y te dicen lo contrario. Ja, ja, ja... Es que me veo con buenos ojos.

"Vas conociendo a la gente que hace cosas y descubres que todo es mucho menos importante de lo que parece"

"Cuando tienes tiempo y el privilegio de contarlo con tu propia voz, te das cuenta de que todo tiene un sentido"

"Exponernos nos permite mostrarnos como somos y que quienes nos aceptan nos muestren su afecto"