Elena Irureta, Bittori en Patria, ha ganado recientemente el premio Forqué, uno de los más reconocidos dentro del mundo del cine y de la televisión. Su personaje en la serie de HBO le ha dado muchas satisfacciones, una de ellas este galardón. Está muy satisfecha, pero tiene una espina clavada, que no hubiera sido ex aequo para poderlo haberlo compartido de forma oficial con Ane Gabarain que también optaba al mismo por el su trabajo en la misma serie. La actriz de Zumaia reclamó a su compañera y amiga a la hora de recogerlo. “Me parece injusto que no nos lo hubieran dado a las dos. Tanto Ane como yo hicimos un buen trabajo”, ha señalado a este periódico. Ha participado también en Alma, una ficción de Netflix que mezcla el drama y la fantasía.2020, un año que le ha dado alegría y también sustos.

—Sí. La vida es así, con buenos ratos y malos. Un año en el que se ha estrenado Patria y ahí hemos estado todo el equipo, y un año en el que pasé el coronavirus y estuve ingresada. Lo uno por lo otro, la cuestión es que aquí estamos tú y yo hablando. Eso es lo que cuenta.

¿Recuperada?

—Sí. Pero estuve chunga. Estuve diez días en casa mala y me tuvieron que llevar en ambulancia al hospital. Cuando empecé a recuperarme, como no había sitio en los hospitales, habilitaron el hotel María Cristina, me iban a llevar allí, pero yo me fui a casa. Tenía la casa rural cerrada y podía estar en ella sin riesgo de contagiar a nadie.

¿Consideraría a Bittori el personaje de su vida, el que más le repercusión le ha dado?

—Es cierto que a nuestra edad no nos dan ya grandes personajes y te das con un canto en los dientes si puedes seguir en la profesión. Generalmente, a nosotras nos escriben como mujeres que somos la madre o la abuela de. Y de repente surge un personaje como el de Bittori. No sabes lo que es que te caiga uno como este o como Miren, el que hacía Ane Gabarain. Es una suerte tremenda. Son dos mujeres potentes, que nos los hayan dado a nosotras es tener muchísima suerte. Es un gran regalo el que nos ha hecho Aitor Gabilondo.

La veo muy satisfecha.

—Generalmente, quedo contenta con todos los trabajos que hago. Pero esta serie tiene una factura tan impecable que cuando la vi me emocioné. Me abstraje muchísimo de mí misma. Lo normal es que cuando te ves en un personaje te dé apuro y estés pendiente de lo que haces tú. En los estrenos no siempre lo pasas bien, en este caso, no lo pasé mal. Vi los ocho capítulos de un tirón y estuve viendo a los personajes y a la historia, no lo que había hecho.

¿Marcó distancias?

—No lo sé. Vi Patria con mucho relajo y sin ver a los actores, solo viendo a los personajes. También vi como a la gente le gustaba. Sé que es una serie que se ha vendido muy bien, a 62 países. Me alegro mucho por los que lo han hecho y por los que han apostado por todos nosotros. Que todo el elenco fuese vasco es una pasada, era una gran apuesta.

Ane Gabarain y usted son amigas en la vida real, enemigas en ‘Patria’ y rivales en los premios Forqué. Una relación intensa, ¿no?

—Ja, ja, ja… De rivales nada. Somos muy amigas y es que llevamos treinta y tantos años trabajando juntas. Cuando nos nominaron y por el mismo trabajo, pensé que sería un premio para las dos. Estaba convencida de ello. Para mí, las dos estábamos muy bien en la serie…

Bordaron los personajes.

—Y también todos mis compañeros, el resto del elenco estuvo fantástico. Yo le comenté a Ane: Nos lo darán a las dos o si no se lo darán a otra actriz. Me sorprendí cuando me llamaron solo a mí. Pero que quede claro, este premio es tan de Ane como mío. No contaba con que me lo dieran a mí sola. Por eso quise que ella estuviera en el escenario y que las dos cogiéramos el premio.

Ha participado también en otra serie, esta vez para Netflix, aún por estrenar, ‘Alma’.

—Es un personaje que terminé hace unos meses. Fue una sustitución. Me llamaron con muy poco tiempo. Fue un rodaje en Asturias. Fue un personaje muy bonito, estuve grabando tres días a tope. La verdad es que tenía mucho texto y poco tiempo. Me encontré con una gente encantadora que tuvo mucha paciencia conmigo. Tengo ganas de ver Alma. Me contó rápidamente el director de qué iba la historia.

¿Y me va a contar algo de la historia y de su personaje?

—Ya sabes que los actores no podemos hablar de un trabajo hasta que lo cuenten los responsables. Cuando las historias están en proceso nos piden que seamos discretos. Son ellos los que pueden contar cosas de la historia. No estoy segura de poder hablar, seguro que si lo hago meto la pata, que me conozco.

¿Qué tiene entre manos en estos momentos?

—La verdad es que nada. Sigo con la función de Los hijos. La obra la empezaron Susi Sánchez, Adriana Ozores y Joaquín Climent. Cuando Adriana lo dejó, la sustituí yo. Teníamos que estar terminando las funciones, pero con esto del Covid se van retrasando los bolos. Cuando se celebró la gala de los Forqué tenía que haber estado en Canarias, pero nos la aplazaron. Nos quedan siete funciones para terminar, pero se van retrasando. El día 5 de febrero tenemos que estar en Donostia, pero tampoco sabemos qué va a pasar. Esto del Covid está trastornando muchas cosas. La situación cambia de un día para otro.

Han pasado 35 años desde que empezó como actriz. ¿Se imaginaba una carrera de tan larga duración?

—¡Quién lo iba a decir! Ni en sueños pensaba que iba a durar tanto en esto. Empecé con muchísima ilusión en la escuela de teatro, después me uní a Aizpea (Goenaga) para escribir guiones para los payasos (Txirri, Mirri eta Txibiriton) y una cosa fue llevando a otra. Cuando no teníamos trabajo escribíamos nuestros propios guiones y hacíamos nuestras funciones de teatro de andar por casa. Hemos ido tirando y nunca vi esto como a largo plazo. Siempre he vivido con la incertidumbre de pensar: ¿Y ahora qué vamos a hacer? Siempre que estaba en algo pensaba en lo siguiente, pero con plazos muy cortos.

¿No le pone nerviosa esa incertidumbre? La incertidumbre desestabiliza

—Soy nerviosa. Pero yo nunca he pensado qué voy a hacer el año que viene; más bien, qué voy a hacer la semana que viene e ir tirando. Van saliendo cositas…

Y cuando no salen…

—Nos las inventamos. En 2000 abrí la casa rural pensando en que algo tenía que hacer y que había que tener un plan B a la vista porque estaba segura que lo de ser actriz no me iba a durar para toda la vida. Pero hace 20 años que abrí esta casa en Zumaia y sigo siendo actriz. Miro hacia atrás y pienso: ¡Qué suerte he tenido! Y es una suerte seguir haciendo las cosas que me gustan.

¿Se ve más cómoda en el drama que en la comedia?

—No. Me da un poco igual un género que otro. Me gustan los buenos guiones, aunque sea un personaje pequeño, pero si me gusta la historia. En la comedia me lo he pasado muy bien y he hecho mucha. Pero también me gusta una historia como Patria, un drama. Me encantaría hacer una película de terror. Me gustan los buenos relatos y en todos los géneros los hay. Poder trabajar distintas cosas es algo muy gratificante para todos los actores. Es importante tener un abanico de posibilidades. Los actores de aquí tampoco tenemos mucho donde elegir, es un poco lo que te vaya llegando.

Una profesión dura en estos momentos, una profesión que nunca sale de la crisis.

—En estos momentos más, pero lo que está pasando afecta a muchas profesiones. Siempre ha sido dura e inestable. Pero yo no me quejo. Tú lo has dicho, 35 años, y sigo aquí hablando contigo de mis trabajos. He hecho personajes que me han gustado mucho. Cuando hemos creado nosotras, Aizpea, Loli (Astoreka) y yo, hemos hecho un poco lo que nos gustaba.

¿No tenía sensación de pánico ante los parones y los altibajos de la profesión?

—No, no me hubiera podido dedicar a esto sin hubiera tenido esas sensaciones. Aunque soy una persona muy nerviosa, en ese aspecto siempre he sabido que esto es así, que no vas a tener una seguridad, arriesgas. Yo prefiero arriesgarme en la vida a tener un trabajo fijo de otro tipo. Soy muy inquieta y me gusta mucho buscarme la vida.

Y no le ha ido nada mal.

—Es verdad. De esto no es fácil vivir y yo lo he hecho. Tengo muchos compañeros que son buenísimos actores y no saben cómo van a poder llegar a fin de mes. No es nada fácil, así que yo me siento afortunada por todo lo que he podido trabajar, aunque siempre hay momentos más duros.

¿Le ha ocurrido lo de no saber cómo va a poder llegar a fin de mes?

—Entre mi trabajo de actriz y la casa rural, no he tenido grandes problemas. Además, a mí no se me caen los anillos por hacer camas; si hay que hacer camas, se hacen y no pasa nada. Yo hago lo que sea, pero me busco la vida trabajando, nunca me ha importado. Tengo grandes compañeros que enseguida están dispuestos a ayudarme y a apoyarme. Aizpea, Loli y yo hemos hecho desde infantiles a cualquier otra cosa.

¿Harían lo mismo ahora?

—Si lo necesitáramos, sí. De hecho ya tenemos ideas para llevar a cabo.

Si volvemos la vista atrás nos damos de bruces con ‘El comisario’. Han pasado muchos años de aquella serie.

—Y tanto, fue una época muy buena. Te puedo decir que somos un grupo increíble los que trabajamos en aquella serie. Siempre hay una mano que te apoya cuando necesitas algo. Fue mucho tiempo el que trabajamos juntos y es como una familia.

Habla muy bien siempre de sus compañeros. ¿No hay competencia, rivalidad o celos?

—Bah. Tonterías. Al menos yo no tengo esa impresión. Eso dicen que hay, pero es que si la hay, yo he tenido una suerte bárbara. Nunca la he sentido, al contrario. Tengo que reconocer que mis compañeros siempre, siempre, me han echado una mano en el trabajo y en avisarme cuando hay un casting. Nunca jamás he sentido rivalidad por parte de mis compañeros, todo lo contrario.

Tiene muy relación con Joaquín Climent, su marido y su exmarido.

—Igual que José Ramón Soroiz, han sido mis maridos tantos años. Ja, ja, ja… Han sido unos maridos estupendos en la tele y tengo mucha confianza con ellos. Estoy en la función de Los hijos por Joaquín. Insistió mucho en que hiciera yo la sustitución de Adriana. Nos queremos mucho mucho.

“Me siento igual de cómoda en el drama como en la comedia. Me gustaría hacer una película de terror”

“Pensaba que si nos daban el premio Forqué nos lo darían a las dos, a Ane (Gabarain) y a mí”

“Nunca pensé que esta profesión me iba a durar tanto y por eso abrí una casa rural en Zumaia, mi plan B”