David Pérez Sañudo, un joven director bilbaino de 33 años, se ha zambullido en dos experiencias novedosas para él: su primer largometraje, Ane, y la dirección de Alardea, una serie que él no ha creado pero en la que ha estado al frente del rodaje. La grabación se vio afectada por el coronavirus al contagiarse varias personas del equipo, él incluido, y también una de las tres protagonistas, Itziar Ituño. Esta historia narra a través de los alardes los conflictos entre generaciones y la situación de la mujer y cita al espectador a reflexionar y a interrogarse sobre las tradiciones: ¿Hay que mantenerlas contra viento y marea o deben adecuarse a los tiempos que corren?

‘Alardea’, ¿una serie de mujeres con carácter?

—Sí. Es una serie totalmente femenina en sus papeles principales. Aunque también hay personajes masculinos con bastante fuerza, pero en este caso el elenco protagonista es de mujeres y el foco está puesto en mujeres de distintas generaciones.

Se ha puesto al frente de historias con un fuerte trasfondo social.

—Sí. Pero de diferente manera. En Ane, Marina (Parés) y yo fuimos los guionistas, los que concebimos el relato. En Alardea yo llego para dirigir un guion hecho por Virginia Yagüe y su equipo. Hay diferencias notorias en la manera de enfrentarse al proyecto. Para mí Alardea es un encargo y, como tal, tratas de hacerlo lo mejor que sabes, pero siempre teniendo en cuenta que hay un equipo de personas que han concebido una historia.

¿Qué es lo que más le interesa de una historia al margen de quién haya concebido la idea?

—Quizá lo que tú has señalado, el arraigo de una historia social. Me interesa ofrecer al espectador una oportunidad para reflexionar. Creo que es interesante poner algún tipo de interrogantes sobre determinadas temáticas. Es básico en el arte en general y en el audiovisual en particular. En su esencia, lo que se cuenta de una forma u otra debe ser una llamada de atención.

¿Le es difícil sentir como suyo un trabajo de encargo?

—No. El objetivo de cualquier trabajo, aunque no lo hayas creado tú o tu equipo, es enamorarse de los personajes y de la historia que estás contando y querer contarla a tu manera. Es algo que hemos podido hacer en Alardea y me siento muy satisfecho. En este caso, en televisión, mi dirección es muy relativa, hay una cadena que decide y con la que tienes que convivir. Y no siempre es fácil.

Es su primera incursión en televisión, ¿no?

—Como director sí. He estado en televisión en otros puestos. Ha sido una experiencia muy positiva.

Además de ser su primera experiencia como director en televisión, se dieron de bruces con la pandemia en todos los sentidos mientras grababan ‘Alardea’.

—Y tanto. Fue duro, muy duro. Vivimos, como todos, mucha incertidumbre, mucho miedo y la sensación de que pasaba algo grave. Importante. Se magnificó en el rodaje, es un espacio compartido con tanta gente, la proximidad. Fue desagradable y tuvimos que hacer un rodaje en dos tiempos.

Estuvieron varios miembros del equipo contagiados con el coronavirus.

—Sí. Paramos el rodaje y, a medida que pasaron los días, comenzaron los síntomas entre los que habíamos estado allí, yo entre ellos. Lo pasamos en marzo y volvimos todos cuando se pudo empezar a grabar de nuevo. Y como se ha visto en Donostia y lo veremos a partir de mañana (hoy) la serie se pudo terminar. Pero sí que fue algo que nos afectó a todos porque nadie sabía cómo iba a acabar la historia del confinamiento.

Se le considera un especialista dentro del cortometraje.

—La palabra especialista me da cierto pudor. Tengo una dilatada experiencia como cortometrajista en cuanto al número de producciones. He hecho diez cortos y es el mundo en el que yo me he forjado. El corto es mi aprendizaje, es mi hábitat. Para mí, el corto no es el hijo del largo, para mí es el padre del largometraje.

Sin embargo, desde el posicionamiento del espectador no está tan valorado como un largometraje.

—Lo que dices tiene mucho que ver con la carencia de un modelo industrial. No sé puede vivir del corto, es complicado y se da solo en contadas ocasiones. Esto tiene mucho que ver con la forma de entender el corto que tienen las propias cadenas. No hay muchas televisiones que paguen por ellos y las cantidades que ofrecen no son altas. No se vende ni se promociona y no se genera ese gusanillo al espectador para que los demande.

Estamos en una época en la que parece que se aprecia lo breve y lo de consumo más rápido.

—Es cierto, la época es muy propicia. El corto simpatiza y se adapta muy bien al modelo de consumo actual, al de los móviles y los dispositivos más pequeños y menos convencionales que una gran pantalla o la televisión de toda la vida. Es un producto adecuado para los trayectos de metro, para las cortas duraciones. Creo que hay una deuda pendiente con el corto.

Hablemos de ‘Ane’, una película que ha recibido el premio Irizar en Zinemaldia y el de mejor guion vasco. ¿Cómo surge?

Ane habla de la comunicación. También hay un cuestionamiento sobre lo que somos y lo que somos en relación a nuestros padres. Marina y yo somos hijos de profesores y lo paradójico es que cuando ellos van a trabajar, a educar a otros niños, no están con sus hijos. En la película están el padre, la madre y la hija y habla de la relación entre los tres y de cómo es o no es la comunicación. Detrás está las obras del TAV y de forma metafórica se unen a esta trama sobre la comunicación.

¿El tren como elemento disuasorio de la comunicación? Parece lo contrario.

—Es verdad. Igual que una autopista, el tren está creado para unir dos puntos pero también separa dos márgenes. En esa fotografía simbólica descansa un poco el sentido de la película. La trama está ideada en torno a fronteras, a líneas divisorias entre géneros, de forma identitaria y en lo más físico, es una película de fracturas.

¿Qué tiene entre manos ahora?

—Estamos pendientes de Euskal Telebista, esperando una respuesta. Hemos presentado un proyecto que se titula Sacamantecas. Va sobre el mítico asesino en serie alavés. Es una historia de género, pero se vincula mucho a un cine relacionado con el mundo rural. También tenemos un proyecto de temática Erasmus que escribo con Marina… Estamos buscando oportunidades y suerte para poder hacer otra película en algún momento.

“El corto no es el hijo del largometraje, es el padre. Yo me he forjado en ese mundo audiovisual”

“Alardea’ es la historia de tres mujeres duras, pero también hay personajes masculinos muy fuertes”

“El argumento de ‘Ane’ tiene que ver con la comunicación con los padres, más bien con la falta de comunicación”

“Ane’ lo hemos creado Marina Parés y yo; ‘Alardea’ es un trabajo de encargo que me ha gustado hacer”

“El coronavirus nos afectó fuerte, estuvimos contagiados varios miembros del equipo”