OMO una oda a la vida, al amor y a la libertad. Y sin límites de edad. Así define Louise Archambault Y llovieron pájaros, el largometraje con el que lleva a la gran pantalla la novela homónima de Jocelyne Saucier. Y es una historia muy especial, según cuenta la directora, ya que sumerge al espectador “en un universo único, visual y sensorial, con personajes ricos y atípicos”. Tan atípico, de hecho, como que el largometraje gira en torno a un grupo de ermitaños muy especial: el de unos octogenarios.

Son tres ancianos en concreto, que han elegido retirarse del mundo y vivir en los bosques de Canadá. Sin embargo, cuando un gran incendio amenaza la región, alguien llega hasta su escondite: una joven fotógrafa que busca a un tal Boychuck. Y no es la única. Poco después, una mujer de más de 80 años se suma a su retiro. Mientras intentan comprender la historia del misterioso Boychuck, surge una extraña relación entre todos ellos.

Se trata del tercer largometraje de Louise Archambault, que en 2005 debutó con Familia, y en esta ocasión ha querido “mostrar la esperanza de que, pase lo que pase en la vida, no es cuestión de edad, sino de cómo utilizamos las posibilidades que se nos ofrecen”. Así, desde un idílico escenario como son los bosques canadienses, la película ofrece una mirada sobre las diferencias y sobre seres singulares y marginales, que precisamente “muestran que esa misma humanidad se esconde dentro de todos nosotros”.

Derribando el tópico de la vejez y como un canto a la rebeldía, Y llovieron pájaros enfrenta a una serie de personajes que por un lado han decidido cómo vivir su vida, junto a otro que, en cambio, la vida ha parecido decidir por ellos. “Se trata de tender la mano al otro sin que importe su pasado, su físico o su religión”, explica la realizadora canadiense sobre el largometraje, que se proyectó en la Sección Oficial de la pasada edición del Festival de San Sebastián.

El trío protagonista reúne a Rémy Girard, Gilbert Sicotte y Kenneth Welsh, tres reconocidos actores del canadiense que dan vida a unos personajes que, en opinión de Archambault, “harán que no volvamos a ver igual a la gente mayor; puede, de hecho, que esperemos envejecer con la misma vitalidad de corazón que ellos”. Porque a sus ochenta años y alejados de las convencionales normas sociales, los protagonistas viven en cabañas de madera, pasean en barca por el lago y caminan entre bosques frondosos. Esa es su vida.

Y es que según desvela la directora, el objetivo bajo el que arrancó el proyecto era “hacer una película que te haga querer disfrutar de la vida y amar”. Cada uno, a su manera.