bilbao - Durante el último año la vida de Unax Ugalde ha cambiado y se ha vuelto del revés con la llegada de Odei, su hijo. Su vida profesional está en un momento álgido. Acaba de estrenar película y tiene cuatro series entre manos: Vivir sin permiso, Pequeñas coincidencias, Brigada Costa del Sol y La valla.

¿Cómo es su personaje en ‘La estrategia del pequinés’?

-Soy Tito, alias el Palmera. Esta película se ha rodado en Canarias. Él es un chico que lleva toda la vida dando bandazos con trabajos poco deseables y algún que otro palo. Su sueño es comprarse un restaurante, conseguir una vida estable y salir de la delincuencia. Se mete en un atraco, esa es su solución.

Menos mal que quería salir de la delincuencia.

-Sí. Quería atracar a unos narcotraficantes para conseguir dinero y cumplir su sueño de tener un restaurante y, sobre todo, una nueva vida.

¿Segundas oportunidades por el camino equivocado?

-Probablemente sí. Puede que sea un camino complicado, un camino en el que la mayoría de las veces el recorrido no termina bien.

Hacer una película en Canarias tiene que ser muy apetecible, el clima acompaña?

-Te puedo decir que se come muy bien, son islas muy agradables, pero en cuanto a lo que dices de que el tiempo acompaña suele ser cierto, pero no cuando estuve yo. Cargué mi maleta para los dos meses que iba a estar allí con pantalones cortos, camisetas y bañadores. Me equivoqué, pasé bastante frío. En Las Palmas, se echó la panza de burro y casi no salió el sol en todo el rodaje y llovió muchísimo, todo el tiempo que estuve allí.

No pudo hacer ni surf.

-No. Cuando haces un protagonista tienes el tiempo muy ocupado y luego es que llovía y llovía?

¿Qué destacaría de ‘La estrategia del pequinés’?

-La entrega de todo el equipo. Se ha peleado mucho, ha sido una película compleja de hacer. Se ha rodado en pocas semanas y con un presupuesto muy ajustado. Es un tipo de cine que requiere mucha concentración, mucha entrega, horas extras y amor por el cine. Esta película es el resultado de mucho esfuerzo y de trabajo sin condiciones por parte de todos los que hemos formado parte del proyecto.

¿Sigue en la segunda temporada de ‘Vivir sin permiso’?

-Sí. Pero mi personaje está muy mermado, salgo en pocos capítulos. Fíjate lo escasa que es mi presencia que pude combinar Vivir sin permiso con Pequeñas coincidencias para Amazon.

¿No se puede quejar de trabajo?

-Sería injusto. He hecho Brigada Costa del Sol y ahora mismo estoy rodando la serie de Atresmedia, es una de las apuestas de otoño, La valla. En la cabeza de reparto están también Ángela y Olivia Molina, Abel Folk y Leonor Watling.

Han pasado dos décadas desde que usted se pusiera delante de las cámaras. ¿Qué sensación tiene? ¿Nota el paso del tiempo o parece que fue ayer?

-Noto el paso del tiempo porque he hecho muchísimos trabajos, en muchos países, con muchos directores y con muchos compañeros. Cuando miras atrás te das cuenta del bagaje que has conseguido y de la cantidad de tiempo que ha pasado. Pero está es la carrera de un actor, tirar hacia delante, la jubilación nunca está cerca de mi profesión. Intento llevar mi carrera hacia el máximo y, aunque hayan pasado 21 años desde que empecé a trabajar, sigo aprendiendo y buscando mi camino?

¿Podríamos decir que es un hombre con suerte?

-Podríamos. Pero ha habido de todo, temporadas buenas y temporadas malas. Mi objetivo es hacer siempre camino.

¿Dónde ha escondido a Gasteiz en este peregrinaje de vida que lleva?

-Es la ciudad en la que yo nací. Queda la familia, quedan amistades, pero uno va estableciendo su lugar, va haciendo su camino y llevo más de la mitad de mi vida fuera de Vitoria. En esta ciudad queda una parte importante de mi corazón, voy cuando tengo tiempo. Ahora que tengo un hijo voy más, pero también mi familia me visita a mí.

México ha sido uno de los puntos calientes de su carrera.

-Quizá más que de México, he hecho trabajos en este país, tendríamos que hablar de Latinoamérica. He hecho tres películas en Colombia y tres en México con personajes protagonistas, pero también he rodado en Argentina.

¿Hay diferencias a la hora de trabajar?

-Técnicamente no. Pero sí es cierto que son países que me han ofrecido otro tipo de cinematografía, otro tipo de trabajos y también conocer a gente muy importante en otros lugares. Me ha enriquecido como actor.

Produce escalofríos el porcentaje de paro en su profesión, el 82%. Tiene que ser gratificante saber que no entra dentro de esta estadística.

-Ahora estoy muy bien, pero he pasado años difíciles. Tuve un parón bastante gordo en 2013. Pero no todo fue malo porque gracias a ese parón descubrí el teatro. He participado en cuatro funciones de teatro, sigo con la gira de la última obra, Si no te hubiese conocido, con Marta Hazas. El año pasado estuvimos en Centro Nacional de Arte Dramático y ahora estamos de gira. Terminaremos en Vera, Almería.

¿Qué ha supuesto el teatro un medio en el que se ha bregado de forma tardía?

-Tardía no, llegó el momento y me subí con ganas a un escenario. Para mí el teatro ha sido un descubrimiento, forma parte de mi bagaje interpretativo. Nunca pensé antes en estar en el teatro, nunca lo había hecho. Ha sido una experiencia que nunca había pensado que se iba a meter dentro. Pero respecto a vivir momentos difíciles, sí que los he pasado.

¿Los ha llevado mal?

-Como he podido, nunca los llevas bien porque no sabes cuánto van a durar o si van a ser para siempre.

¿Tiene más proyectos entre manos?

-Desde febrero estoy grabando La valla. Es un personaje protagonista y tiene sobre sí una carga enorme de trabajo. Me queda mes y medio de rodaje y, en principio, mi plan es descansar. Hay algún proyecto de cara a otoño, pero todavía está sin concretar. La verdad, en estos momentos no me puedo quejar, tal y como está todo. Estamos viviendo un momento muy dulce.

¿Hay quien dice que el futuro pinta bastos?

-Nunca puedes saber cómo pinta el futuro. El momento, como te digo, es bastante más dulce para nosotros. Que las plataformas hayan desplegado tanto potencial en España es una noticia estupenda. Están dando mucho trabajo y es un trabajo con una proyección muy amplia porque se están viendo a nivel internacional, se ven en muchos países y se están valorando de diferente forma. Que nuestros trabajos viajen de esa forma es muy importante para actores, actrices y equipos técnicos.

Han pasado dos décadas, pero ¿se acuerda de la primera serie que grabó?

-Por supuesto. Nunca se olvida esa primera vez que alguien te ofrecer un trabajo, Entre dos fuegos para ETB. La recuerdo con mucho cariño, fue mi nacimiento profesional. Pero ¡cómo ha pasado el tiempo!

¿Parece ayer?

-No, no parece ayer. Han pasado muchas cosas en mi vida, muchas cosas en el mundo y he hecho muchos trabajos. Mi vida ha cambiado. Ya no eres el chaval aquel que empieza, el que tiene todo el mundo por delante, ahora todo parece más serio.

Así que Unax Ugalde no es el mismo, ¿no?

-En algunas cosas sí, hay esencias que no se borran, pero sí que ha pasado el tiempo y las cosas han cambiado mucho.

¿Era lo que esperaba cuando se metió a titiritero y decidió cambiar sus planes de estudiar Ciencias del Mar?

-Nadie se espera la vida que tiene, para bien o para mal. No esperaba nada de lo que me ha pasado; sueñas, crees que puedes llegar a alcanzar ciertas metas. Pero nunca hay certezas sobre lo que pueda pasar en el futuro. Está siendo una travesía, no voy a decir cómoda, pero sí muy especial.

Es de Gasteiz, vive en Madrid y es un enamorado del mar, tiene difícil oír el rugir de las olas.

-Ja, ja, ja? Es complicado. Capitán sin barco, amante del mar sin horizonte.

¿Es capitán ya? Creía que se había quedado en el PER (patrón de embarcación de recreo).

-Me quedé en el PER. Echo de menos el mar, lo disfruto cuando puedo, cada vez menos, que le vamos a hacer, la vida a veces te coloca en orillas distantes a tus deseos, pero siempre encuentras personas y ambientes que llenan lo que dejas por el camino.

Tiene un hijo?

-Acaba de cumplir nueve meses.

Supongo que Odei es el gran cambio de su vida.

-No sé cómo explicarlo. Es un cambio absoluto. La vida cobra sentido, me encuentro en un lugar por el que pelear. Mi hijo es una persona a la que ofrezco todo, es una persona a la que hay que cuidar. El amor que siento por él es un amor que no había descubierto antes, es un amor incondicional. Puedes querer mucho a tu pareja, puedes querer mucho a tus padres, pero el amor de un padre hacia un hijo es algo incalculable. Para mí ha sido todo un descubrimiento, una experiencia muy bonita. No duermo por las noches desde que él está en mi vida?

Algo oscuro tenía que haber en esta declaración de amor paterno.

-Ja, ja, ja? Nada de oscuridad. Me alegra despertarme y ver que está él junto a mí.