UNa invitación. Ése es el detonante de Margolaria (El pintor). Y es que cuando el pintor Alain Urrutia le ofrece a Mikel Urdangarin un lienzo como regalo con la condición de que vaya a buscarlo a Londres, no solo el músico no lo dudó y viajó a Reino Unido, sino que este viaje se tornó excusa y relato del documental. Así, el filme desgrana la vida diaria del artista, hasta llegar, casi sin querer, a la clave oculta del laberinto de Mikel Urdangarin, con el proceso artístico en el punto de mira.

Cuenta Mikel que han transcurrido 20 años desde que decidió hacer de la música su profesión, en un empeño cuyo motor fue la emoción y magia experimentadas en un concierto de Elliott Murphy en el Zornotza Aretoa de Amorebieta. Un camino recorrido en el que dice haber encontrado un tesoro, con sus luces y sus sombras: “He sentido sobre el escenario la magia verdadera, sin trucos, pero también la cara oculta de esa enorme recompensa: la soledad del creador, la resaca del aplauso y la dependencia que genera”, avanza sobre “dos caras de la moneda” que recoge Margolaria (El pintor). “Presiento que han venido a dibujar ese mundo invisible”, dispara.

En ese sentido, Oier Aranzabal director del El pintor, reivindica que no se trata de “un making of del último disco de Mikel Urdangarin”. Incluso, “con cierta maldad”, afirma que “ni siquiera es un documental sobre Mikel Urdangarin”. Y se explica: “La meta es introducirse en las profundidades del mundo interior de la creación y el arte y conocer las sombras que proyecta el músico, sus formas y texturas”.

Producido por Maluta Films, el largometraje “plasma la historia de Urdangarin, uno de los símbolos de esa generación que dio la música vasca en los 90 y que se diferenció de la proveniente de la Transición”, apunta Aranzabal, quien señala los temas clave que aborda la película: la decisión, el éxito, la cruda soledad, la relación y la alquimia de la creación.

Dos estilos narrativos En la cinta se dan cita dos estilos narrativos diferentes. Por un lado, un hilo cinematográfico por medio del cual se presentan facetas de la vida cotidiana de Mikel Urdangarin, en cuyas escenas aparecen amigos, conocidos y compañeros de trabajo reflexionando y dialogando con él sobre los temas mencionados. Además del propio Urdangarin y Alain Urrutia, aparecen en el documental el batería Angel Celada, el violinista Nika Bitchiashvili, el músico de folk Jon Bews, el escritor John Porter, el músico Rafa Rueda, la poeta Elizabeth Macklin, el escritor vasco Kirmen Uribe y el jefe de producción de la discográfica Elkar Anjel Valdes.

Pero además de estos diálogos filmados, por otra parte, también se ha elaborado un hilo documental conformado por imágenes documentales grabadas durante estos dos últimos años, que sirve para ilustrar por medio de imágenes los temas citados.

Todo ello desde una apuesta estética por el blanco y negro, ya que “el arte de Alain Urrutia tiene gran peso en El Pintor y en su obra, el artista bilbaino emplea exclusivamente la gama cromática de grises que van del blanco al negro”, cuenta Oier Aranzabal. Asimismo, se ha recurrido a la animación para recrear los recuerdos de Mikel Urdangarin en torno a su infancia. Es así como, desde la relación entre la persona y el personaje, concluye Aranzabal, El Pintor parte de un lienzo en blanco para analizar el proceso creativo y sus fisuras.