TRAS el éxito de su primer largometraje, Eva -un filme futurista que se llevó el Goya al Mejor Director Novel-, Kike Maíllo regresa a la gran pantalla con un thriller de acción que transcurre durante 48 horas frenéticas. Dos hermanos se reencuentran después de cinco años. Uno ha estado en la cárcel. El otro ha robado a un peligroso perista y ahora huye junto a Diana, su hija pequeña. Los tres emprenden un viaje por la geografía española que reabre viejas heridas del pasado y que obliga a ambos a reconciliarse para salvar la vida y huir de las garras de su familia adoptiva, un clan mafioso con turbios negocios.

Su director define Toro como cine negro con mucho color. “De lo que habla la película, siempre en el marco de la ficción, es de una Costa del Sol cuyo rendimiento base es el turismo pero que esconde otros negocios menos legales”.

Tres generaciones de cine español Con guion de Rafael Cobos (La isla mínima) y Fernando Navarro (Anacleto, agente secreto), el reparto está encabezado por Mario Casas, en el papel de Toro, y Luis Tosar, que interpreta a López. Completan el elenco Ingrid García Jonsson (la novia de Toro), Claudia Vega (hija de López) y un secundario de lujo, José Sacristán, que se mete en la piel del implacable y poderoso mafioso Romano.

Kike Maíllo reúne a tres generaciones del cine español: Sacristán, Tosar y Casas. Este último reconoce la suerte que ha tenido de formar parte del proyecto. “Es un lujo poder trabajar al lado de estos dos grandes, dos referentes para mí, así como de hacerlo con Kike: un tipo muy tranquilo que da pie a que puedas jugar”.

Para recrear el ambiente mafioso y violento del filme, el realizador barcelonés ha prestado especial atención a la caracterización de los dos hermanos en la ficción, que lucen el mismo vestuario durante toda la cinta. En el caso de Toro, uniforme de trabajo (camisa blanca, corbata negra y pantalones del mismo color), pelo rapado con patillas, una prótesis para endurecer la mandíbula, tatuajes y un cuerpo fornido, que el actor ha tenido que preparar a conciencia en el gimnasio. Y en el caso de López, chaqueta de pana y camisa de flores -al más puro estilo Nick Cave-, media melena y bigote. Además, todos los decorados presentan una estética ochentera.

Toro es pura acción. A pesar de que, por seguridad, algunas escenas fueron realizadas por dobles, la mayoría de ellas las ejecutó el propio Casas, que ha confesado que se llevó algún que otro golpe de recuerdo. “Le da vuelo y realismo a la historia. Lo que no he hecho ha sido porque no me han dejado por demasiado peligroso, pero me lo he pasado como un niño pequeño. Me gustan mucho estas cosas, me gusta la adrenalina y esta película tiene adrenalina por todos los lados”.

Luis Tosar, cuya imagen recuerda a un típico camello o mafioso, admite que, aunque hay mucha acción, él prefiere papeles como el de López, que nunca corren ni saltan. Además, deja claro que el largometraje no es solo acción, coches y peleas. “Los personajes están muy bien construidos y tienen algo que contar”.

Entre Andalucía y Galicia El rodaje ha tenido lugar en Andalucía (Málaga, Benalmádena, Torremolinos, Fuengirola y Almería) y Galicia (Ourense, Pontevedra y Vigo). Uno de los escenarios andaluces elegidos ha sido el edificio que albergó el cine del poblado de Las Salinas de Cabo de Gata y que en su día fue utilizado por David Trueba para recrear el bar de El catalán en su largometraje Vivir es fácil con los ojos cerrados. Toro participa fuera de concurso en la Sección Oficial del Festival de Cine de Málaga, que se inaugura hoy.