Por obvio que pudiera parecer, dos aclaraciones iniciales. En primer lugar, que una web no entiende de fronteras. Un marketplace, por mucho que se asocie a un pueblo, es “global”. Mejor dicho, puede ser global. Salvo que uno ponga vallas al campo. En segundo lugar: a diferencia del mundo físico, en internet no hay grandes avenidas por las que circula la gente (fuera de las redes sociales mayoritarias, el buscador Google o Amazon, por coger algunos ejemplos). Por lo que “abrir una web”, no te garantiza éxito alguno.

En relación a los casos de las tiendas de Murcia, muchas de las explicaciones vertidas circundan el origen de los fondos. Es dinero europeo, dicen muchos. ¿Y? Es dinero mal aprovechado. Mala utilización de capital, público o privado. Es confundir naturaleza con propósito/impacto. Es ignorar cualquier principio básico de responsabilidad individual como parte de una sociedad de bienes públicos. Y es entender que vender algo no es montar una web; es atraer la atención, tráfico. Ah, y, una cosa evidente: que haya mercado.

Les animo a que busquen en Google “plataforma comercio local”. Encontrarán numerosas iniciativas: Nou Gremial en Valencia, Zerca en Zaragoza, Sevilla Digital, JoyLife en Ciudad Real, getafecomercio.es, Tucomercioenvilla.com en Villaviciosa de Odón o Komomola en Alcantarilla (Murcia) son solo algunos ejemplos tras una rápida búsqueda en Google. Dinero público destinado, aparentemente, a salvar al comercio local. Evidentemente, si ese objetivo se consiguiera, nada que discutir. Pero empezar un proyecto con titulares como “Nace el Amazon de Almería”, “El Amazon conquense” o “El Amazon burgalés”, no sé si es fijar las expectativas un poco desalineadas con la eventual realidad (ojalá me equivoque).

Una buena manera de entender que es una fiebre del oro es ver cómo las grandes empresas tecnológicas están sacando líneas de servicio para crear estos Amazon. Con la fiebre del oro de California de mediados del siglo XIX, muchas personas viajaron a esa zona del país para hacerse ricas. Solo lo hicieron aquellas que montaron servicios para abastecer el día a día de aquellos. Lugares para dormir, puestos de comida, tiendas de ropa, etc. Por lo que cuando veas que se monta una industria de servicios alrededor del objetivo fundamental, comienza a sospechar. Y cuando veamos que el dinero es solo público, sin un solo agente privado haciendo una inversión o jugándose la piel con el apoyo del sector público, comienza a dudar. Por lo general, y por motivos evidentes de supervivencia, el sector privado suele tener bastante claro el funcionamiento de las ventas digitales.

Una plataforma eCommerce es algo más que una web; es inversión en marketing digital, plataformas de pagos digitales, servicios logísticos asociados, planes de negocio, modelos de personalización, etc. Y sobre todo, es agregar oferta y demanda masivamente para provocar efectos de red (que son sistemas complejos muy interesantes de estudiar para modelos de negocio). Dudo mucho que con 12-15.000 euros (que es lo que he visto han invertido en varias de las citadas), se pueda llegar a tener algo medianamente digno, por pequeño que sea el municipio. Casualidad es la cifra de un contrato menor que permite la Ley de Contratación del Sector Público. Creo que estas plataformas locales van a ser la metáfora digital de las aceras y rotondas del Plan E de 2009-2010. Ojalá me equivoque.

Un marketplace, por mucho que se asocie a un pueblo, es global, y a diferencia del mundo físico, en internet no hay avenidas por las que circula la gente, por lo que abrir una web no garantiza éxito